Sarcopenia, una afección que deja huella visible en las personas

Sarcopenia, una afección que deja huella visible en las personas

Por Lily Zurita

Miguel es un profesional de casi 60 años que, siempre cuidó su apariencia física, hacía deporte y trataba de mantenerse siempre activo. Un problema en su entorno familiar lo llevó a descuidar su alimentación, su actividad física y aumentar, en el lapso de casi un año, más de 30 kilos de peso.

La situación lo llevó a enfrentar otras enfermedades, como la diabetes y la hipertensión arterial; además de la conminación médica de cumplir dieta estricta. A cuatro meses de su diagnóstico, Alejandro bajó casi a su peso ideal.

Sea por la edad, las enfermedades que lo aquejan o, simplemente, porque bajó de peso de forma abrupta, hoy, Alejandro muestra flacidez en brazos y piernas, un abdomen con celulitis y exceso de piel, al igual que en el cuello y rostro. El profesional siente que, en este breve tiempo, su aspecto físico envejeció, al menos, 20 años.

El envejecimiento supone una serie de cambios físicos en las personas. A nivel del tejido muscular esquelético se produce una pérdida progresiva de masa y fuerza que se conoce como sarcopenia.

Adriana Soliz Ruiz, docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, indica que “la sarcopenia es la pérdida progresiva del músculo esquelético que se da por el envejecimiento. Esta afección se caracteriza por la disminución de fuerza, masa muscular y del rendimiento físico”.

La principal causa de la sarcopenia es el envejecimiento, el sistema muscular esquelético a partir de la tercera década de la vida sufre una lenta pero progresiva pérdida de la masa y fuerza muscular, circunstancia que se acentúa a partir de los 65 a 70 años.

“A partir de los 50 años la masa muscular disminuye entre un 1 y un 2% anualmente y la fuerza muscular lo hace entre un 1,5 a 3% a partir de los 60 años. En los varones el proceso es más progresivo, mientras que las mujeres presentan un brusco descenso coincidiendo con la menopausia”, dice.

El proceso de envejecimiento va acompañado de una disminución en los niveles de hormonas, algunas de las cuales están relacionadas claramente con el metabolismo muscular: la insulina, la HC, el IGF-1, el cortisol, la vitamina D y las hormonas sexuales esteroideas (testosterona y estrógenos).

Otras causas pueden ser enfermedades crónicas, sobre todo si están asociadas a procesos inflamatorios, como el cáncer, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o la insuficiencia cardíaca.

Soliz especifica que éstos se asocian a un incremento sérico de los niveles de citocinas que pueden explicar la pérdida de peso corporal, incluyendo también la masa muscular.

Unifranz

No existe un tratamiento concreto para la sarcopenia

Cómo prevenir la sarcopenia

Soliz menciona que, para prevenir y retrasar la aparición y progresión de la sarcopenia, se aconseja mantener un estilo de vida saludable, que incluya una alimentación balanceada con la ingesta de proteínas animales y vegetales.

“Además de tener actividad física diaria y regular, donde se incluya ejercicios aeróbicos, para la salud cardiovascular, como nadar, caminar o correr y ejercicios anaeróbicos, aquellos que requieren más actividad muscular como levantar pesas o ejercicios musculares de tensión”, agrega.

Según la experta, practicar ejercicio de manera regular, incluyendo rutinas de fortalecimiento para mantener los músculos y la fuerza, en combinación con ejercicios de tipo aeróbico, son ideales para producir una mejora de la masa, fuerza y resistencia muscular.

“Hay que alimentarse con buenas fuentes de proteína provenientes de carnes magras, pescado, huevo o frijoles y una dieta balanceada llena de vegetales, frutas, cereales integrales, grasas buenas, vitaminas y minerales clave como el calcio y la vitamina D, que también se puede obtener de la alimentación, los suplementos y la luz solar”, agrega la académica.

La administración de suplementos de nutrientes específicos, como los aminoácidos esenciales ramificados del tipo leucina, parece tener un efecto antianorexígeno, estimulando además el anabolismo proteico.

“Se recomienda que este suplemento proteico se administre una vez al día, no de forma fragmentada y tras el ejercicio físico, para que sea más efectivos”, añade.

El ejercicio físico ayuda bastante

El ejercicio físico tiene un efecto protector frente al desarrollo de la sarcopenia. No obstante, múltiples publicaciones indican que dicho efecto viene condicionado por el tipo de ejercicio realizado.

“Aquellas actividades aeróbicas (caminar, correr, bicicleta o nadar) que incrementan el consumo máximo de O2 son las que se acompañan de una mejora en la calidad muscular y a la vez se asocian a menor morbimortalidad. este tipo de ejercicio no contribuye a la hipertrofia muscular a diferencia de los ejercicios de resistencia”, dice Soliz.

La actividad física derivada de actividades cotidianas no es suficiente para prevenir la sarcopenia y debe ser un conjunto de ejercicios, tanto aeróbicos como de resistencia, el que nos permita su prevención.

Tratamiento a seguir en caso se sarcopenia

No existe un tratamiento concreto para la sarcopenia, pero sí que se utilizan algunos métodos para retrasar su aparición:

  • Tratamiento con testosterona: en pacientes con bajos niveles de testosterona en sangre se utiliza este tratamiento, ya que la testosterona se relaciona con la presencia de masa muscular y fuerza. Se han publicado diversos estudios que concluyen que la administración de testosterona ha contribuido a mejorar la cantidad de masa muscular y la capacidad funcional de los ancianos.
  • Tratamiento con hormona de crecimiento: puede aumentar la masa muscular y la fuerza en personas con hipopituitarismo (falta de una o más hormonas hipofisarias).
  • Tratamiento nutricional: las dietas ricas en proteínas y otros nutrientes concretos aportan fuerza y disminuyen el riesgo de que la sarcopenia progrese.
  • Ejercicio físico: el entrenamiento y ejercicio físico es clave para contrarrestar la sarcopenia, mejorando la fuerza, la resistencia y el equilibrio.
  • Intervenciones en el sistema inmune: en algunos casos se utilizan sustancias como la pentoxifilina para regular la producción de citosinas, sustancia que produce la pérdida de masa muscular.

El enfoque terapéutico es múltiple, aunque se basa principalmente en su prevención, destacando por su mayor utilidad el entrenamiento físico y las medidas nutricionales.

Para Soliz, “una persona que se alimenta bien, ejercita sus músculos y lleva un estilo de vida activo, tendrá menos posibilidades de desarrollar sarcopenia. Dada la relevancia del estado muscular basal en que se llega a la vejez, es primordial recordar la importancia de iniciar las medidas preventivas ya citadas en etapas precoces y mantenerlas durante el resto de la edad adulta”.

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