Chagas, una enfermedad silenciosa y peligrosa que persiste en la región

Chagas, una enfermedad silenciosa y peligrosa que persiste en la región

Por Lily Zurita

Durante toda su niñez y juventud, Cristina vivió en el área rural del departamento de Cochabamba, en una precaria casa de árboles frutales y extensos cultivos de papa y choclo, según la temporada. 

Junto a sus hermanos, ella tenía a su cargo el cuidado de vacas, ovejas, gallinas, pavos, conejos y chanchos que sus padres criaban. Su memoria aún conserva el fuerte olor a corral que impregnaba la pequeña habitación, de ventanas cubiertas con plástico y techo de teja.

“Todos dormíamos en un cuarto. Cuando mi mamá apagaba la luz, el zumbido de mosquitos y vinchucas impedían que conciliemos el sueño, pese a la ardua jornada de escuela y trabajo en el campo. Ése era nuestro día a día”, dice la mujer, que hoy ya es abuela.

Pese a recordar con nostalgia su niñez, Cristina cuenta que las condiciones en las que vivió dejaron una marca imborrable en su pequeño y frágil cuerpo. Las picaduras de las vinchucas, aquellas que mataba al día siguiente, le provocaron la enfermedad de Chagas y una fuerte dolencia en el corazón.

Con una prevalencia mundial de entre seis y siete millones de personas contagiadas y cerca de 12.000 muertes cada año, la mayoría de ellas en América Latina, la enfermedad de Chagas aún es fuente de preocupación para las autoridades sanitarias en la región. 

Este  14 de abril se conmemora el Día Mundial del Chagas, una fecha que busca sensibilizar y concientizar a la población sobre esta enfermedad silenciosa que afecta a millones de personas en todo el mundo y que, en el caso de Bolivia, tiene una incidencia en la población del 6,1% al 10%, siendo los departamentos de Tarija, Chuquisaca, Cochabamba y Santa Cruz, los más afectados.

“Se trata de una zoonosis de gran distribución en Latinoamérica, transmitida por un vector biológico (la vinchuca) cuyo nombre científico es Tryatoma infestans”, señala María Del Rosario Córdova Olguín, docente de la carrera de Bioquímica y Farmacia de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a pesar de ser una afección de creciente presencia mundial, con 75 millones de personas en riesgo de infección, “la enfermedad de Chagas se da, principalmente, en áreas endémicas de 21 países continentales de la región latinoamericana, donde la transmisión está relacionada, en gran medida, con la presencia del vector”. 

¿Cómo se transmite?

El parásito se transmite, principalmente, por contacto con las heces o la orina infectadas de triatominos (vinchucas) que se alimentan de sangre. Por lo general, estos insectos viven en las grietas de paredes y tejados de casas y estructuras circundantes, como gallineros, corrales y almacenes, en zonas rurales y periurbanas. 

Estos insectos, normalmente permanecen ocultos durante el día y entran en actividad por la noche para alimentarse de la sangre de animales y seres humanos. En general, pican en zonas expuestas de la piel, como la cara, y defecan u orinan cerca de la picadura. 

“Los parásitos penetran en el organismo cuando la persona que ha sufrido la picadura se frota instintivamente, haciendo que las heces o la orina entren en contacto con la picadura, los ojos, la boca o alguna lesión cutánea abierta”, explica la OMS. 

El parásito también puede transmitirse por el consumo de alimentos contaminados por el parásito a través del contacto, durante el embarazo o el parto, a través de transfusiones de sangre o de productos sanguíneos, a través de trasplantes de algunos órganos (como el corazón o el riñón) o por algún accidente de laboratorio.

La enfermedad tiene tres fases

Durante la parasitosis de esta enfermedad se identifican tres fases. En la primera, que se denomina aguda, suele presentarse inflamación de ganglios, fiebre, el signo de Romaña-Mazza y chagoma de inoculación, pero principalmente en niños (los jóvenes y adultos no suelen presentar signos y síntomas).

En la segunda fase, que se llama latente, los signos y síntomas son ausentes y, en la tercera, denominada fase crónica, aproximadamente después de 10 años de haber adquirido el parásito, se presentan los denominados megas en el cual se ven afectados diversos órganos, entre ellos, el corazón, intestino y esófago.

“Sólo las dos primeras fases son tratables con antiparasitarios, por ello, el diagnóstico oportuno de Chagas es importante para evitar los daños irreversibles en la fase crónica”, puntualiza Córdova.

Santa Cruz tiene zonas endémicas

A mediados de 2023, la carrera de Bioquímica y Farmacia de Unifranz llevó adelante un estudio de incidencia de esta enfermedad en barrios periféricos del municipio de Cotoca, donde, luego de la toma de muestra sanguínea en los vecinos, se obtuvieron 32% de positivos, mediante el método de ELISA Indirecto. 

Los datos fueron entregados al Servicio Departamental de Salud (SEDES) para que puedan contactar a los pacientes a fin de realizar el seguimiento y control correspondiente.  

“Elegimos barrios periféricos de Cotoca por el antecedente de encontrar vinchucas positivas con el parásito en su tubo digestivo. Dichos barrios aún poseen casas precarias, lotes baldíos y animales de corral que son propicios para nidos de vinchuca”, explica Córdova a tiempo de anunciar que este semestre se continuará el estudio sobre una cantidad mayor de personas y zonas. 

Control y prevención 

Según la OMS, no hay vacuna para prevenir la enfermedad, por eso recomienda métodos de prevención y control, según la zona geográfica:  

  • Elaboración de materiales y actividades de información, educación y comunicación, contextualizados para los diferentes escenarios y actores.
  • Rociamiento de las casas y sus alrededores con insecticidas de acción residual.
  • Mejora de las viviendas y su limpieza para prevenir la infestación por el vector.
  • Medidas preventivas personales, como el empleo de mosquiteros y buenas prácticas higiénicas en la preparación, el transporte, el almacenamiento y el consumo de los alimentos.
  • Tamizaje de la sangre donada.
  • Pruebas de tamizaje en órganos, tejidos o células donados y en los receptores de éstos.
  • Acceso temprano a diagnóstico, tratamiento y seguimiento 
  • Tamizaje de recién nacidos y otros hijos de madres infectadas.

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