MOTRI-KIDS, un prototipo para reactivar la motricidad perdida por el uso de pantallas

Por Leny Chuquimia

Los niños de hoy nacen deslizando pantallas antes de aprender a atarse los zapatos. Manejan una tablet con la misma naturalidad con la que generaciones anteriores sostenían un juguete. Pasan tantas horas frente a un celular que sus manos ya no exploran.  

Ante una infancia que parece estar gobernada por dispositivos inteligentes, un grupo de universitarios decidió preguntarse: ¿qué ocurre cuando los dedos que deberían explorar, tocar, trepar y crear pasan horas sobre una pantalla? De esa inquietud, cotidiana pero urgente, nació MOTRI-KIDS, un juego de presión -o “juego de nervios”- instalado en un tablero, con secuencias que van subiendo de dificultad.

“Los niños y niñas nacen nadando en la tecnología. A los dos o tres años ya manejan perfectamente una tablet o un celular, en lo que hemos identificado tres problemas. Uno, el tiempo de exposición a las pantallas; dos, la dependencia a la tecnología; y tres, problemas en el desarrollo motor, especialmente en la motricidad fina”, explica Joseph Mamani Copa, estudiante de la Universidad Fran Tamayo (Unifranz) y miembro del equipo creador de MOTRI-KIDS.

El equipo está integrado por Jose Gabriel Flores Mamani, José Enrique Maita Guzmán y  Joseph Mamani Copa, estudiantes de Unifranz, y Fabricio Jairo Gárnica Saveedra y Aracely Noelia Apaza Mendoza, estudiantes de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Su proyecto fue uno de los seis prototipos desarrollados en el Workshop Fab Lab del Futures Week 2025. 

El evento, desarrollado entre el 10 y el 13 de noviembre, en La Paz, fue organizado por Unifranz, con el apoyo de The Millennium Project, la Red Iberoamericana de Prospectiva (RIBER) y 2030 Construyendo Futuros. Durante cuatro días, seis equipos multidisciplinarios desarrollaron soluciones digitales, bajo metodologías de diseño, prototipado y experimentación. 

La exposición a las pantallas y su impacto

Los creadores del proyecto MOTRI-KIDS iniciaron su investigación observando un fenómeno visible a simple vista: el uso intensivo de pantallas en edades cada vez más tempranas. Esta situación trae consigo riesgos importantes que ya son advertidos por diferentes organizaciones especializadas en salud.

De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los niños de entre 8 y 10 años pasan, en promedio, seis horas diarias de exposición a las pantallas, mientras que los más pequeños presentan incrementos sostenidos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños de 3 a 4 años no superen una hora de pantallas al día, parámetro que rara vez se cumple en contextos urbanos.

El impacto no es menor. Según UNICEF, el uso excesivo de pantallas reduce la participación en actividades de exploración, juego libre y movimientos finos y gruesos, fundamentales para el desarrollo neuromotor temprano.

¿Por qué la motricidad fina es tan importante?

La motricidad fina permite realizar movimientos precisos con dedos, manos y muñecas, habilidades fundamentales para escribir, recortar, manipular herramientas o realizar tareas cotidianas. Y aunque parecieran habilidades muy cotidianas son clave incluso para varias profesiones.

Investigaciones del Ministerio de Educación de España y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) muestran que el desarrollo motriz temprano influye directamente en el rendimiento académico, la autonomía y la autoestima. 

“Todos los días hacemos actividades como agarrar un lápiz, escribir, abrir una puerta, cocinar. Incluso en las carreras de la salud se requiere mucho desarrollar la motricidad fina, pero tristemente hoy los niños siguen apegados al celular”, observa Joseph.

MOTRI-KIDS: un prototipo pensado para estimular el movimiento

El proyecto evolucionó en el laboratorio K-Lab, donde los estudiantes, antes desconocidos entre sí, comenzaron a combinar ideas, capacidades y conocimientos técnicos. 

“La idea nació de la preocupación por la exposición a las pantallas. A partir de bocetos iniciales, incluso y apoyándonos en herramientas de inteligencia artificial, fuimos moldeando un diseño más complejo y funcional”, recuerda Aracely Noelia Apaza Mendoza, estudiante de la UMSA. 

El corazón del prototipo incorpora componentes electrónicos como Arduino Uno, ESP32, pulsadores, leds, bocinas, imanes y un sistema de engranajes. El conjunto incluye un circuito de precisión o “juego de nervios”, compartimentos con recompensas, un pad sensorial y un sistema de niveles con figuras geométricas y direcciones.

“Las luces y la música le van a llamar mayor atención al niño… para dejar el móvil y usar algo más didáctico”, señala José Enrique Maita Guzmán, de Unifranz.

Araceli complementa que cuando el niño acierta, avanza de nivel y cuando se equivoca, recibe un mensaje claro de error.  Aclara que no se busca distraer, sino desarrollar habilidades.

El proceso de creación no estuvo libre de dificultades técnicas, especialmente en la parte electrónica y en la impresión 3D. Sin embargo, para el equipo, este desafío se transformó en una experiencia de crecimiento.

Aplicación práctica y beneficios

Aunque inicialmente pensaron en un juguete para el hogar, el proyecto fue expandiéndose hacia nuevas posibilidades. El kit puede emplearse en escuelas y guarderías como recurso pedagógico, en centros infantiles para fortalecer la coordinación motriz y, sorprendentemente, en hospitales. 

Uno de los estudiantes lo describió con claridad: “Después de cirugías o en rehabilitación, los niños pueden usar este juguete en salas pediátricas. Les ayuda a distraerse de su realidad en el hospital y, al mismo tiempo, desarrollar sus habilidades”.

Esa visión coincide con principios de rehabilitación motriz infantil, donde la repetición controlada, el estímulo visual y la precisión manual forman parte esencial del tratamiento. Para familias y docentes, el dispositivo ofrece un seguimiento del progreso y la posibilidad de adaptar la dificultad según la habilidad del niño. 

Conclusión: tecnología que invita a moverse

MOTRI-KIDS surge como una respuesta creativa y concreta a una problemática contemporánea: la disminución del movimiento en la infancia. Combina tecnología, juego y aprendizaje para motivar a los niños a explorar con sus manos, concentrarse y moverse. 

En palabras del propio equipo desarrollador, el objetivo no es solo crear un juguete, sino una herramienta que pueda “estar en hogares, guarderías, parques y hospitales… ayudando a rehabilitar, a desarrollar habilidades y hasta alegrar el día de un niño”.

Proyectos como MOTRI-KIDS demuestran que la tecnología también puede ponerse al servicio del bienestar infantil, promoviendo un desarrollo motor saludable y activo.

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