Bioimpresión 3D: el futuro de la reconstrucción ósea y la revolución en los quirófanos

Por Lily Zurita Zelada

#image_title

La bioimpresión 3D está transformando la medicina moderna al abrir la posibilidad de regenerar tejidos y huesos con una precisión nunca antes vista. Esta tecnología no solo promete revolucionar las cirugías reconstructivas, sino que también sienta las bases para un futuro en el que la reconstrucción celular permitirá reemplazar prótesis tradicionales por tejidos vivos y personalizados.

“Ahora debemos ir a un plano minúsculo, ingresar al nivel molecular y hacer que estas células que van a formar un tejido tengan una función”, afirma Marco Antonio Balboa, director de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

La bioimpresión consiste en la utilización de impresoras 3D para generar estructuras biológicas que imitan la forma y función de los tejidos humanos. Inicialmente, los experimentos se realizaron con polímeros compatibles con el cuerpo, pero el gran salto llegó al integrar materiales biológicos capaces de metabolizar y sobrevivir dentro del organismo. Según Unifranz, los primeros avances se dieron con células de piel, debido a su estructura plana y poco compleja, lo que permitió injertos en pacientes quemados.

En este proceso, los materiales juegan un papel crucial. La nanotecnología, la robótica y la inteligencia artificial se combinan para reproducir grandes cantidades de células. Actualmente, ya es posible imprimir células cutáneas y cartilaginosas, lo que abre la puerta a reemplazar prótesis de cadera o rodilla simplemente regenerando el cartílago dañado. Sin embargo, la bioimpresión de vasos sanguíneos y órganos completos sigue siendo el reto más complejo, pues cada uno debe cumplir funciones específicas y vitales para el organismo.

La academia, destaca Balboa, está llamada a liderar estos desarrollos. “Ahora, el desafío para las universidades es avanzar. Actualmente, llevamos biología molecular, genética médica y se está visualizando implementar ingeniería biomédica para que en el futuro podamos formar un laboratorio grande”, explica. 

Esta visión se complementa con el trabajo de los Fab Labs, como el de Santa Cruz, donde ya se investigan moldes dentales y huesos en impresoras 3D con plásticos especiales de uso médico.

Uno de los proyectos en curso es el desarrollo de una impresora biocompatible capaz de generar prótesis de cráneo. Según la coordinadora del Fab Lab Santa Cruz, Grecia Bello, esta innovación permitirá atender casos de accidentes severos en los que la reconstrucción convencional resulta inviable.

La pistola 3D que imprime huesos en cirugías

Más allá de los laboratorios, la investigación internacional también aporta avances sorprendentes. Científicos de la Universidad Sungkyunkwan, en Corea del Sur, desarrollaron una pistola de silicona que imprime hueso directamente en cirugías. El dispositivo funciona bajo un sistema de bioimpresión “in situ”, lo que posibilita la creación de injertos óseos personalizados en tiempo real.

El mecanismo se basa en la extrusión de un filamento compuesto por hidroxiapatita —un mineral presente en el hueso natural— y policaprolactona, un polímero biocompatible. Esta mezcla no solo favorece la integración anatómica de los injertos, sino que también permite ajustar su resistencia y dureza según la necesidad clínica. Además, contiene antibióticos de liberación lenta que previenen infecciones postoperatorias, un avance crucial frente a los métodos tradicionales.

Las pruebas realizadas en conejos con fracturas severas demostraron resultados alentadores: una mayor regeneración ósea, incremento del grosor cortical y ausencia de infecciones tras 12 semanas. Aunque aún faltan ensayos en humanos, este desarrollo marca un hito en la medicina regenerativa y plantea la posibilidad de reducir drásticamente los tiempos de cirugía y recuperación.

La bioimpresión 3D y sus innovaciones asociadas, como la pistola quirúrgica, dibujan un futuro en el que los defectos óseos podrán repararse de manera más rápida, segura y personalizada. Lo que hace apenas unas décadas parecía ciencia ficción, hoy se acerca cada vez más a convertirse en una realidad clínica, impulsada por la investigación académica y la colaboración global.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *