Por Jorge López
La gestión de personas y el capital humano están experimentando una transformación profunda. Impulsada por la innovación tecnológica, cambios y nuevas expectativas laborales, esta evolución genera también un cambio de paradigmas, roles emergentes, así como diversas amenazas y oportunidades que las organizaciones deben considerar para mantenerse competitivas y atractivas para el talento humano.
“Los colaboradores son vistos como clientes por las empresas, lo que implica que todas las acciones están orientadas a atraer, fidelizar y mejorar su experiencia desde el reclutamiento hasta su permanencia”, comenta Gema Murillo Calatayud, coordinadora Nacional de Desarrollo Organizacional de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Tradicionalmente, la gestión de capital humano se ha centrado en tareas administrativas como la contratación, la nómina y el cumplimiento de normativas. En el contexto actual, esta función se está reinventando para enfocarse más en la gestión estratégica del talento.
“Se busca vender la marca empleadora para atraer al mejor talento, considerando personas de diferentes generaciones con diversas necesidades y propósitos en la vida. Este enfoque representa un cambio significativo respecto al pasado, cuando los trabajadores simplemente cumplían horarios y funciones específicas”, añade la coordinadora.
Este cambio busca mejorar no solo la satisfacción y productividad de los empleados, sino también alinear los objetivos individuales con las metas organizacionales. Asimismo, las compañías están reconociendo la importancia de invertir en el desarrollo profesional continuo y en la formación de líderes que puedan guiar a sus equipos en un entorno cada vez más complejo y competitivo.
Roles emergentes en el ámbito del talento humano
Con la evolución de las prácticas relacionadas al capital o talento humano surgieron nuevos roles que reflejan la necesidad de adaptarse a un entorno cambiante. Entre estos roles destacan los gestores de experiencia del empleado, quienes se enfocan en crear ambientes de trabajo positivos y motivadores, y los analistas de datos de recursos humanos, encargados de interpretar grandes volúmenes de información para tomar decisiones basadas en datos.
«Una de las principales estrategias que se está adoptando es el trabajo por resultados y no por horarios. Es decir, las personas deben cumplir con determinadas metas indistintamente del horario en el que lo realicen», explica Murillo.
Los analistas de datos de capital humano están transformando la manera en que las empresas gestionan el talento. Estos profesionales pueden identificar tendencias, predecir comportamientos y medir el impacto de las iniciativas de recursos humanos.
Esta capacidad para convertir datos en información accionable está permitiendo a las organizaciones ser más proactivas y estratégicas en su gestión del talento.
“Por ejemplo, hay países en los que ya no se trabaja por horario, ahí nace también la flexibilidad laboral y en Bolivia se está dando bastante lo que hoy se conoce como trabajo con una cultura agile, una metodología que permite reconfigurar estrategias, personas, tecnología y procesos de manera rápida y eficaz con el objetivo de captar oportunidades, al mismo tiempo que se crea y preserva valor», comenta la experta.
Retos y oportunidades en el nuevo escenario laboral
A pesar de las oportunidades, el avance tecnológico y la globalización plantean desafíos significativos para la gestión de recursos humanos.
El principal desafío que se tiene es generacional y la brecha tecnológica que se ha abierto entre generaciones muy diferentes pero que trabajan en un mismo entorno laboral.
La ciberseguridad también emerge como una preocupación crítica en el contexto digital actual. Según Simon Dolan de Advantere School of Management, las amenazas cibernéticas pueden comprometer la integridad de los datos personales y corporativos, erosionar la confianza del consumidor y afectar la reputación de la empresa.
La protección de la información sensible y la implementación de protocolos robustos de seguridad son fundamentales para mitigar estos riesgos y mantener la confianza del personal y los clientes.
Las organizaciones que adopten un enfoque proactivo y flexible, alineando sus prácticas con las tendencias emergentes y las necesidades cambiantes de la fuerza laboral, estarán mejor posicionadas para enfrentar los desafíos y aprovechar al máximo las oportunidades del siglo XXI.