Violencia virtual: una amenaza silenciosa para la salud mental infantil

Por Lily Zurita Zelada

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La violencia virtual o digital se manifiesta en múltiples formas: ciberacoso, grooming, difusión no consentida de imágenes íntimas o linchamientos digitales. Todas ellas afectan profundamente la salud mental de niños y adolescentes, generando ansiedad, aislamiento, pérdida de confianza e incluso desenlaces fatales. Sin embargo, todavía faltan normativas específicas que regulen y sancionen estos delitos en entornos digitales, lo que deja a los menores en una situación de vulnerabilidad.

“No tenemos regulación específica. ¿Qué pasa si alguien te difama en redes sociales? ¿Quién protege ese derecho? Necesitamos proponer nuevas normas y leyes que regulen estos aspectos que son delicados y que son nuevas formas de generar violencia”, señala Ruth Torres Arévalo, docente de Derecho en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

La falta de una legislación clara abre grietas por donde proliferan nuevas amenazas: desde el acoso directo en redes hasta la manipulación de imágenes con inteligencia artificial, que luego circulan en foros de explotación infantil. Estos fenómenos, advierten especialistas, dejan secuelas emocionales graves como depresión, insomnio, retraimiento social y vergüenza, que en los casos más extremos pueden llevar al suicidio.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada siete adolescentes en el mundo sufre problemas de salud mental, y el acoso digital se ha convertido en un factor de riesgo creciente. La UNICEF estima que más del 70% de los jóvenes entre 15 y 24 años han experimentado alguna forma de violencia en línea, y que el ciberacoso duplica la probabilidad de que un adolescente presente síntomas depresivos graves.

En Bolivia, la situación se complejiza por los vacíos jurídicos. Según Alberto Salamanca, director de la carrera de Derecho en Unifranz, “en la legislación penal no existen normas específicas para los delitos informáticos, violencia digital y cibercrimen”. Esto genera un debate entre dos posiciones: la necesidad de tipificar nuevas conductas delictivas ligadas al uso de sistemas digitales o aplicar las figuras ya previstas en el Código Penal, pero adaptadas al entorno virtual.

Más allá del marco legal, la prevención juega un rol esencial. Para Ruth Schaaf, docente de Comunicación en Unifranz, la educación digital debe comenzar desde la primaria, con herramientas como la netiqueta y la ciberpragmática, que fomenten un comportamiento respetuoso en línea. “No es usar redes sociales porque sí, es utilizarlas con conciencia y educación”, afirma.

Los datos respaldan esta urgencia: un estudio nacional de Plan International reveló que el 46% de las niñas han sufrido acoso en línea, siendo la edad promedio de la primera experiencia a los 13 años. A nivel global, la UNESCO reporta que el ciberacoso afecta a uno de cada tres adolescentes, y que las víctimas tienen el doble de probabilidades de faltar a la escuela debido a las secuelas emocionales.

En este escenario, los jóvenes no solo son víctimas sino también actores pasivos cuando, como espectadores, no denuncian los hechos. “Muchas veces nos encontramos con publicaciones que cometen el delito y la gente observa y no denuncia. Ocurre también cuando ve un hecho como este en su contexto del día a día. Necesitamos acudir a la capacidad de ser solidarios y salir en defensa de la víctima, en lo digital y en nuestro diario vivir”, apunta Torres.

Nueva ley para proteger a menores en entornos digitales

Frente a este panorama, recientemente la Asamblea Legislativa Plurinacional aprobó un proyecto de ley propuesto por la Fiscalía General del Estado, que busca proteger a niños y adolescentes de la explotación sexual digital. La norma tipifica delitos como el grooming, la difusión de material de abuso sexual infantil y la captación de menores con fines sexuales en redes.

El fiscal general Roger Mariaca destacó que la ley dotará al país de “herramientas jurídicas actualizadas para prevenir, investigar y sancionar con mayor eficacia los delitos sexuales en el entorno digital”, y subrayó que puede convertirse en un referente regional en la materia.

El desafío, coinciden expertos, es múltiple: construir una legislación sólida, fomentar una cultura digital basada en el respeto y generar conciencia colectiva. A esto se suma la necesidad de integrar programas de salud mental en las escuelas. Según la OMS, casi la mitad de los trastornos mentales comienzan antes de los 14 años, y la violencia digital actúa como un detonante silencioso.

Mientras la tecnología avanza, los riesgos también lo hacen. Solo con educación, prevención y leyes efectivas será posible enfrentar la violencia virtual y resguardar la salud mental y la dignidad de niños y adolescentes en el mundo digital.

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