Supervivientes del cáncer conquistaron el Huayna Potosí

Por Antonio Ortega

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A Erika Berenice le amputaron una pierna, pero jamás le quitaron las ganas de vivir. Con 24 años, la joven mexicana, que enfrentó el cáncer cuando era niña, ha demostrado que en lugar de caminar, prefiere volar. Con una determinación admirable, conquistó la cima del Huayna Potosí, a más de seis mil metros de altura sobre el nivel del mar.
Erika estuvo acompañada en su hazaña por 12 personas que, como ella, también vencieron al cáncer y decidieron ir más allá. Esta increíble iniciativa, conocida como Cimas de Esperanza, lleva más de tres décadas inspirando al mundo a superar adversidades y alcanzar nuevas alturas. “Fue una experiencia emocionante, el Huayna fue la cumbre más alta que he conquistado hasta ahora y me parece impresionante”, añadió.
La comitiva que conquistó la montaña comenzó la escalada el martes 21 de mayo y dos días después logró descender a tierra firme. Todos lograron vencer a la altura y conquistaron la cima del cielo.
La Carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz La Paz, junto con la Fundación Unifranz y la Fundación Nuestra Esperanza, hicieron posible este sueño. Como expresó la directora de la carrera, Liudmila Loayza, este evento fue mucho más que una actividad académica.

“Es un espacio de inspiración y aprendizaje humano. Nos permite mostrar a nuestros estudiantes cómo la resiliencia y la esperanza se convierten en poderosas herramientas frente al cáncer. Ver de cerca a personas que han superado esta dura batalla y ahora conquistan montañas, literalmente, es una lección de vida y de vocación profesional”, aseveró la directora Loayza.

El ascenso a la montaña fue obra de 13 supervivientes del cáncer bolivianos y extranjeros. Otro de los vencedores de este mal es Edilmer Rojas Condori, un joven que padecía de Leucemia Linfoblástica Aguda años atrás y ahora está casi tan fuerte como un roble.
Durante el ascenso, cada uno de los participantes cargó no solo con equipo de montaña, sino con un pasado repleto de desafíos. Erika, por ejemplo, recibió en 2007 la devastadora noticia de que tenía un osteosarcoma en su pierna izquierda, un tumor maligno que destruye las células óseas. Desde los 7 hasta los 17 años, vivió atormentada por el cáncer, pasando cuatro de esos años sometida a tratamientos paliativos y quimioterapias. A pesar de todo, su espíritu nunca se quebró.
Edilmer también lleva una historia de lucha y resistencia. El cáncer lo llevó en la sangre durante su niñez y le robó sus mejores recuerdos. Eso sí, aunque la memoria le juega una mala pasada, él recuerda con cariño cómo sus padres le ayudaron a salir adelante y no lo dejaron solo enfrentando esta enfermedad.
La comitiva de supervivientes estaba formada por 6 estudiantes nacionales y 7 internacionales, quienes fueron acompañados en todo momento por estudiantes de Psicología de Unifranz. “Queremos que los estudiantes comprendan que dentro del área clínica también existe una subespecialidad en el acompañamiento a personas con cáncer. Es esencial que, como futuros profesionales en relaciones humanas, entiendan cómo las personas pueden ser resilientes y cómo, a pesar de enfrentar enfermedades graves, pueden superar sus miedos y alcanzar sus sueños. Esta es una lección de vida que les acompañará en su carrera”, comentó la directora Loayza.
El año pasado, la misma delegación alcanzó la cima del Huayna Potosí. “Escribimos nuestros mejores deseos en papeles pequeños y los pusimos dentro de una chuspita que llevamos hasta la cumbre. Fue un acto simbólico, porque representó que nuestros sueños y propósitos también llegaron a su destino. Fue un sueño colectivo cumplido juntos”, relató Loayza.
La delegación de supervivientes compartió su experiencia en el auditorio de Unifranz, inspirando a todos con su historia. Son un claro ejemplo de que, para conquistar el cielo, solo se necesita creer.

Dos supervivientes del cáncer que también le ganaron la batalla al Huayna Potosí
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Antonio Ortega

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