La Paz rumbo al desarrollo: 216 años construyendo futuro con industria, turismo y capital humano

Industria, turismo y capital humano impulsan a La Paz.


Hace 216 años, un estallido libertario en los Andes cambió el curso de la historia latinoamericana. En la noche del 16 de julio de 1809, Pedro Domingo Murillo y un grupo de revolucionarios paceños encendieron la llama de la libertad al proclamar la Junta Tuitiva, el primer gobierno criollo autónomo del continente. Aunque el levantamiento fue sofocado y sus líderes ejecutados, Murillo dejó una frase inmortal: “Compatriotas, yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie la podrá apagar”. Esa tea sigue ardiendo en la memoria de los paceños y simboliza hoy un nuevo fuego: el del desarrollo económico, productivo y sostenible.

Desde entonces, La Paz no ha dejado de evolucionar. Fundada inicialmente en Laja en 1548 y trasladada poco después al valle del Choqueyapu por razones estratégicas, geográficas y económicas, la ciudad se consolidó como núcleo vital del altiplano boliviano. Hoy, a 3.600 metros de altura, es sede de gobierno, centro financiero del país y uno de los principales polos económicos de Bolivia.

Potencial económico paceño

La Paz no solo guarda una historia heroica. Es, en palabras del economista y docente de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, Félix Orlando López Alarcón, un pilar fundamental de la economía nacional: “Con casi tres millones de habitantes, el departamento aporta en promedio un 24% del PIB nacional. Las principales actividades son la industria manufacturera, la banca, la administración pública, el comercio, la agricultura y el turismo”.

La Paz aporta cerca del 27% al PIB boliviano, con un valor nominal que superó los 12.400 millones de dólares en 2023, según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE). Además, en 2024 exportó más de 248 productos por más de 1.100 millones de dólares, destacando el oro, estaño, café y artículos de joyería. Y lo que es más prometedor: el departamento concentra el 29% del turismo nacional, con destinos emblemáticos como el lago Titicaca, Tiwanaku, los Yungas y la vibrante ciudad de La Paz.

La Marcha al Norte y la apuesta industrial

Para Gonzalo Morales, presidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI), el futuro de La Paz es eminentemente industrial, y la clave está en el norte. “La Marcha al Norte es una visión estratégica que permitiría expandir las industrias hacia la Amazonía paceña, una región con más de 20 millones de hectáreas de potencial agroproductivo”.

Morales señala que las ventajas geográficas del departamento —que incluye altiplano, valles, yungas y tierras bajas— ofrecen condiciones ideales para una amplia gama de industrias, desde agroalimentaria hasta biotecnología. Además, La Paz es un centro logístico privilegiado por su conexión natural con el sur del Perú, el norte chileno y el occidente boliviano, lo que facilita el comercio hacia el Pacífico.

Una mención aparte merece El Alto, ciudad hermana y fundamental en esta visión. Por su altitud, clima y proximidad a los puertos del Pacífico, Morales la define como un “freezer natural” ideal para la agroindustria y otras actividades manufactureras.

Inversión, turismo y talento humano

La reciente inversión de más de Bs 2.600 millones en 36 nuevas plantas industriales —entre ellas una piscícola en el Titicaca, una frutícola en Chuma y otra de transformación de cereales en Viacha— confirma la apuesta por dinamizar la producción local. El café de Caranavi, con certificación orgánica y creciente demanda en Japón, Alemania y EE.UU., es solo una muestra del potencial paceño en productos con valor agregado.

“El turismo también es clave. La accidentada geografía paceña, junto con su historia, cultura y gastronomía, hacen de La Paz una ciudad de visita obligada. Hoy se perfila incluso como capital gastronómica de la región”, añade López.

La Paz, además, es sede de las principales instituciones bancarias y financieras del país: el 90% de los bancos tiene su casa matriz en la Hoyada. Su capital humano destaca por su formación: según datos del INE, más del 70% de la población cuenta con vivienda propia y más del 95% tiene acceso a servicios básicos. La cobertura educativa y el talento joven posicionan al departamento como un centro de innovación, ideal para industrias basadas en conocimiento, tecnología e inteligencia artificial.

Desafíos de una metrópoli resiliente

A pesar de su dinamismo, La Paz enfrenta grandes desafíos. La economía informal supera el 80%, la tasa de desempleo ronda el 3,7% y la ciudad se acerca a sus límites de crecimiento urbano. Las movilizaciones sociales, frecuentes por su condición de sede de gobierno, también generan incertidumbre para los inversores.

Frente a este panorama, el desarrollo integral de La Paz exige una articulación entre el Estado, la empresa privada y la academia. “Se necesita una estrategia compartida que permita un crecimiento estructural, no solo coyuntural. Hay que priorizar infraestructura, salud, caminos, agua y servicios, sin olvidar la inversión en sectores emergentes como la economía naranja, el turismo, la gastronomía y la tecnología”, afirma López.

Las universidades, en este marco, deben ser generadoras de propuestas y conocimiento. “Desde la academia se deben elaborar proyectos de ciudad inteligente, saludable y sostenible. La Paz debe pensarse desde sus múltiples dimensiones: social, económica, ambiental y cultural”.

El legado continúa

Cada 16 de julio, los paceños no sólo celebran una fecha histórica. Reafirman una identidad forjada en la lucha, la diversidad y la esperanza. Desde la encendida simbólica de la tea hasta los desfiles escolares, los actos conmemorativos no sólo rememoran a Murillo, sino que renuevan un compromiso colectivo con el porvenir.

A 216 años de su gesta libertaria, La Paz no solo honra su pasado heroico. Proyecta un futuro ambicioso: industrial, verde, turístico, tecnológico y resiliente. La tea sigue encendida, iluminando el camino hacia un desarrollo más justo, sostenible y próspero para todos sus habitantes.

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