Dormir poco destruye el cerebro: así afecta la falta de sueño a tu salud mental y física

Por Lily Zurita Zelada

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Dormir es mucho más que un descanso diario; es un proceso vital que permite al cerebro reparar conexiones neuronales, fijar memorias y mantener el equilibrio del organismo. No dormir lo suficiente, en cambio, interrumpe estas funciones esenciales y abre la puerta a un deterioro progresivo que afecta tanto la salud mental como física.

“El insomnio es un trastorno cuantitativo del sueño que tiene muchas causas, pero lo importante es que es muy perjudicial para nosotros, porque disminuye la cantidad de horas de sueño. Por higiene mental, lo normal debería ser de seis a ocho horas diarias para una persona adulta”, señala Pedro Aramayo, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al insomnio un problema de salud pública que afecta al 40% de la población mundial. No se trata solo de “dormir mal”: es un trastorno que provoca despertares frecuentes, dificultades para conciliar el sueño y sensación constante de fatiga. 

Según Aramayo, esto impacta directamente en el rendimiento, el estado de ánimo y el bienestar general, porque “el insomnio, además de ser un indicador de varias enfermedades, es uno de los factores que más contribuye en el deterioro de la calidad de vida de las personas”.

Los efectos son múltiples. La falta de descanso altera la producción de neurotransmisores como la melatonina y la adenosina, responsables de inducir el sueño. “El insomnio se produce por una alteración biológica de la adenosina o por el déficit de melatonina, que empieza a tener actividad hacia el final de la tarde para inducir lo que va a ser el sueño”, explica el psicólogo.

Además, investigaciones de la Universidad Politécnica de Marche (Italia) revelan que la privación de sueño activa mecanismos autodestructivos en el cerebro: las células gliales, que normalmente eliminan desechos y sinapsis débiles, se vuelven hiperactivas y comienzan a destruir conexiones neuronales esenciales. Incluso una sola noche sin dormir incrementa esta actividad, mientras que el insomnio crónico acelera el deterioro, generando efectos similares al envejecimiento prematuro y aumentando el riesgo de desarrollar Alzheimer o demencia.

Las consecuencias también se sienten en lo cotidiano. Quienes padecen insomnio pueden presentar agotamiento permanente, problemas de concentración, irritabilidad, pérdida de memoria, depresión, ansiedad e incluso alteraciones físicas como pérdida de peso. 

“Si no son tratadas a tiempo, las personas con insomnio pueden tener mayores complicaciones a nivel psicológico”, advierte Aramayo.

En este sentido, dormir entre siete y nueve horas diarias no solo permite mantener una buena memoria y concentración, sino que protege las funciones cerebrales, fortalece el sistema inmunológico y previene trastornos neurológicos a futuro. Los expertos recalcan que el sueño debe ser considerado un pilar de la salud, tan importante como la alimentación balanceada y el ejercicio físico.

Cómo dormir mejor: consejos prácticos

Dormir bien es posible si se adoptan hábitos saludables. La Asociación Argentina de Medicina del Sueño recomienda:

Mantener horarios regulares: acostarse y levantarse siempre a la misma hora ayuda a estabilizar el reloj biológico.

Cuidar el ambiente: dormir en espacios tranquilos, aireados y libres de estímulos favorece el descanso.

Evitar estimulantes: no consumir café, té ni mate después de las 17:00, y suspender pantallas al menos dos horas antes de dormir, ya que la luz azul afecta la producción de melatonina.

Hacer ejercicio con moderación: la actividad física regular mejora el sueño, pero debe realizarse lejos de la hora de acostarse.

Alimentación equilibrada: evitar comidas pesadas cerca de la hora de dormir previene molestias digestivas.

Técnicas de relajación y mindfulness: la respiración profunda, la meditación o el yoga ayudan a reducir la ansiedad.

Terapia cognitivo-conductual (TCC): en casos crónicos, este enfoque ayuda a cambiar hábitos y pensamientos negativos sobre el sueño.

Dormir no es un lujo ni un simple hábito: es una necesidad biológica que sostiene nuestra salud cerebral y emocional. Aramayo advierte que descuidarlo puede tener consecuencias irreversibles. La ciencia lo confirma: dormir poco no solo agota, también destruye al cerebro de a pocos.

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