Intercambio estudiantil: Un billete de ida y dos mundos por aprender

Por Leny Chuquimia

Mientras unos universitarios cierran maletas con nervios y expectativas, otros regresan a casa con la sensación de no volver del todo. El intercambio estudiantil es un billete de ida que conecta dos mundos, el de quienes parten por primera vez y el de quienes vuelven transformados por la experiencia. 

“Salir al mundo no es sólo cambiar de país o de universidad, es atreverse a crecer, a mirarse desde otros conceptos, a cuestionarse y aprender de formas distintas. Cada desafío, logro y dificultad es parte del proceso de formación como profesionales y ciudadanos globales con mirada más amplia, humana y consciente”, explica Eva Foronda, decana académica de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz). 

Resalta que estudiar en el extranjero deja aprendizajes que van más allá del aula y que no se dejan cuando uno regresa al país de origen. Nuevas miradas, hábitos distintos y acentos  delatan que algo cambia. 

El crecimiento de la movilidad estudiantil

La movilidad estudiantil a nivel global ha crecido de manera sostenida en las últimas décadas. Según datos del Instituto de Estadística de la UNESCO, el número de universitarios que cursan estudios fuera de su país se triplicó entre 2000 y 2020, pasando de alrededor de 2,1 millones a 6,3 millones en todo el mundo, un aumento del 198% en dos décadas. 

Sin embargo, en comparación con otras regiones del mundo, América Latina y el Caribe sigue teniendo niveles de movilidad estudiantil relativamente bajos, sólo alrededor del 1% de los estudiantes de educación superior de la región estudia fuera de su país, una proporción menor que en otras áreas del planeta. 

“Este fue mi sueño desde que estuve en la secundaria. Siempre quise hacer un semestre de intercambió en el extranjero como parte de mis estudios”, afirma Randy Rivera Albitres, estudiante de la Universidad Señor de Sapian del Perú, que eligió realizar su intercambio en Bolivia, en Unifranz.

Llegó a Bolivia hace seis meses y ahora se prepara para retornar a su país de origen. En su maleta no solo lleva sus pertenencias personales, lleva recuerdos y nuevas habilidades generadas en su semestre como estudiante extranjero. 

“Me voy con el aprendizaje de que cada país es un mundo diferente y que uno tiene que saber adaptarse y aprender, para lograrlo hay que abrir la mente”, sostiene.

Randy es uno de los pocos estudiantes que elige un país de su región para realizar el intercambio. Por lo general los estudiantes latinoamericanos que se movilizan eligen permanecer en países fuera de su entorno. De los alumnos que migran para estudiar,  una parte importante se dirige a Norteamérica y Europa Occidental, según el portal de la Red Educativa Mundial.

 Bolivia y la movilidad regional

Aunque representa un porcentaje menor, no quiere decir que el interés por la internacionalización en la educación no vaya en aumento. El acceso a la educación superior en América Latina ha experimentado un crecimiento importante. La matrícula de estudiantes pasó de 11,5 millones en 2000 a cerca de 30 millones en 2024. 

Bolivia no escapa a esta realidad. De acuerdo datos del Censo de Población y Vivienda  2024, en el país el 34.2% de las mujeres y el 32,5% de los varones acceden a educación superior, ambos porcentajes superan los registrados en el Censo 2001, cuando sólo el 15.7% de las mujeres y un 18.7% de los hombres alcanzaban dicho nivel de estudios.

Este avance también impulsa el interés por la internacionalización y la movilidad estudiantil, aunque aún persisten desafíos estructurales. Muchas políticas educativas priorizan el enviar estudiantes al extranjero por sobre recibir estudiantes de otros países. 

“Iré a México a realizar mi intercambio estudiantil”, señala Jade Choque Chavez, estudiante de Ingeniería de Sistemas en Unifranz. Por un semestre será parte de los estudiantes de Guadalajara. “La parte cultural es algo que me parece muy interesante. Siento intriga de saber cómo serán los estudios allá y cómo me ayudará a desarrollar mis estudios y mi vida personal”, sostiene.

Unifranz y la internacionalización

No existen cifras oficiales completas y comparables sobre el número total de estudiantes bolivianos que estudian en el extranjero o de extranjeros en Bolivia en todas las modalidades de intercambio. Sin embargo, sí se observa que las universidades impulsan programas de movilidad universitaria, convenios bilaterales e iniciativas regionales. Unifranz es una de las instituciones líderes en este trabajo.

En Unifranz la internacionalización es uno de los pilares fundamentales, por lo que se motiva a los estudiantes a ser parte de los programas de intercambio estudiantil. ya sea de forma presencial o en su versión virtual. Se realizan clases espejo y las opciones de doble titulación. 

“Estoy en la carrera de Ingeniería Comercial, me voy a Colombia con el programa de doble titulación con la UDI (Universidad de Investigación y Desarrollo). Durante este semestre llevé tres materias virtuales de allá y ahora me toca ir a hacer las materias presenciales”, señala Joel Ramos Paucara, estudiante de Unifranz.

Ramos es parte de la primera generación de estudiantes con doble titulación en la Sede La Paz de Unifranz. Junto a dos de sus compañeros optaron por este programa para extender sus conocimientos y garantizar que su profesión sea reconocida en Bolivia y en Colombia. Ya no piensan en un mercado laboral centralizado, sino en uno global.

Joel es parte de los 20 estudiantes de Unifranz La Paz que preparan sus maletas para partir rumbo a otros países. Su partida coincide con el retorno a sus países de cinco estudiantes extranjeros que confiaron en Unifranz  para estudiar por un semestre.

“Retorno a casa contenta y llevándome la mejor de las experiencias. Para mi carrera, que tiene que ver con los negocios, fue fundamental ver otra realidad de cómo se maneja el dinero y cómo se emprende. pero también me llevo el cariño con el que me trataron”, señala Karina Rosero Sandoval, estudiante de la UDI en Colombia que estudió en Unifranz.  

Historias que conectan ida y vuelta

La movilidad estudiantil no es solo una estadística; son experiencias personales con efectos duraderos. Para quienes parten, estudiar en otro país representa conocer nuevas metodologías, idiomas y culturas que —más allá de lo académico— moldean valores, confianza y redes internacionales. Para quienes retornan, esa experiencia se traduce en nuevas perspectivas que a menudo desafían su sentido de pertenencia, expectativas profesionales y la forma de concebir su lugar en su propio país.

Así, la movilidad universitaria se ha convertido en una herramienta clave no solo para la formación técnica, sino para el desarrollo de competencias globales y una visión más amplia del mundo, un fenómeno que está en crecimiento en América Latina y que Bolivia y otros países buscan fortalecer a través de políticas, alianzas y programas que hagan posible que más estudiantes salgan de su país y vuelvan con historias que transforman sus vidas.

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