Unifranz apuesta por jóvenes que transforman esfuerzo en oportunidades

Por Antonio Ortega

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“Estudiar y trabajar al mismo tiempo no es fácil, pero es lo que tengo que hacer si quiero construir el futuro que sueño”. Con esa frase, Paula Camila Venegas Farrachol —estudiante de Psicología en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz La Paz— resume el espíritu de miles de jóvenes bolivianos que, pese a las dificultades, no se rinden.

Paula cursa sus estudios universitarios mientras trabaja. Además, forma parte de un programa de beca institucional, lo que implica mantener un alto rendimiento académico. Pero para ella, la beca es mucho más que un apoyo económico.

“Me obliga a exigirme más, a mantenerme enfocada, a desarrollar habilidades como la disciplina, la organización y la responsabilidad. Cada día es un reto, pero también una oportunidad de crecer”, indica la estudiante Paula.

Mientras algunos ven obstáculos, ella ve un camino. Combinar clases con empleo le permite no solo aportar a su hogar, sino también adquirir experiencia, construir una red de contactos y forjar el carácter con el que sueña enfrentar su futuro profesional. “Todo esto lo hago porque quiero tener más oportunidades, pero también porque quiero llegar con más experiencia cuando me toque dar el siguiente paso”, afirma con convicción.

Historias como la suya se replican en todo el país, especialmente en un contexto desafiante como el actual. Bolivia atraviesa una compleja crisis económica y social, pero también cuenta con un capital invaluable: su juventud. Hoy, uno de cada cinco bolivianos tiene entre 15 y 24 años, y los menores de 29 representan cerca del 28 % de la población. Este dato no es solo una cifra, es una señal clara de hacia dónde debemos mirar si queremos construir un país con futuro.

Erick Vía, director de la carrera de Administración de Empresas en Unifranz, lo dice sin rodeos: “La educación es la inversión más poderosa que podemos hacer. Nos permite formar ciudadanos críticos, éticos y técnicamente preparados para impulsar un país más justo y resiliente”.

Desde su perspectiva, apostar por los jóvenes no es solo una política educativa, sino una estrategia de desarrollo. La educación impulsa la innovación, promueve el emprendimiento y fortalece el aparato productivo. Pero, además, cumple una función social urgente: reducir desigualdades, romper ciclos de pobreza y abrir caminos donde antes solo había muros.

En ese contexto, el rol de la Fundación Unifranz resulta clave. Pilar Hidalgo, directora de la Fundación, explica: “La importancia de las becas en Unifranz radica en su capacidad para transformar vidas, especialmente para aquellos estudiantes que combinan sus estudios con el trabajo. En un contexto donde el acceso a la educación superior puede representar un desafío económico, las becas se convierten en una herramienta fundamental para promover la igualdad de oportunidades y fomentar el desarrollo humano integral”.

Más allá del alivio financiero, la Fundación Unifranz impulsa valores que trascienden las aulas: la responsabilidad, la solidaridad y el compromiso social. Los programas de becas se complementan con iniciativas de voluntariado, proyectos solidarios y actividades de liderazgo, donde los estudiantes aprenden a retribuir a la sociedad desde su formación.

Como señala Hidalgo, “en Unifranz, el programa de becas refleja el compromiso institucional con valores como la responsabilidad, la solidaridad y la honestidad. Además, a través de iniciativas como las que apoyan a los voluntarios y proyectos solidarios, se fomenta en los becarios un espíritu de compromiso social y liderazgo”.

Este enfoque integral permite que los estudiantes no solo avancen en lo académico, sino también en su crecimiento personal y profesional. Además de las becas, Unifranz ofrece otros beneficios como el acompañamiento psicopedagógico, programas de empleabilidad, prácticas preprofesionales, intercambios internacionales, asesoramiento vocacional, talleres de habilidades blandas y desarrollo de competencias digitales. Jóvenes como Paula se convierten así en símbolo de esperanza. Su constancia, esfuerzo y compromiso son prueba de que el país sí tiene con qué salir adelante. Porque detrás de cada joven que estudia y trabaja con determinación, hay una promesa de futuro. Y porque cuando la educación se convierte en impulso de vida, los sueños dejan de ser imposibles.

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