Por Lily Zurita
El rol del docente en la educación superior ha evolucionado en las últimas décadas y ha pasado de ser netamente activo y protagónico en el proceso formativo, al de guía y mentor que facilita la construcción del aprendizaje en el estudiante.
Sin embargo, no ha sido nada fácil lidiar con más de un siglo de permanencia de la educación tradicional, incluyendo procesos de formación mediante capacitaciones, talleres, cursos, seguimientos y acompañamiento personalizado.
Sara Yoshino Otsuka, jefa de Enseñanza Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, indica que este proceso, además de exhortar y motivar a cambiar su rol protagónico a uno de facilitador, obligó al docente a cambiar su metodología de enseñanza magistral a una metodología activa preparando actividades, recursos e instrumentos de evaluación que faciliten el aprendizaje, con la consiguiente obligación de disponer de tiempo, recursos y mucha paciencia.
“Me atrevo a afirmar que hasta hoy continúan manteniéndose las clases magistrales como principal forma de enseñanza por parte de algunos docentes. Incluso, en algunas instituciones de educación superior es su constante pedagógica”, puntualiza la psicopedagoga.
En tanto, Xavier Aragay, experto español en gestión del cambio e innovación educativa en universidades y redes de escuela y asesor educativo de Unifranz, sostiene que el boom tecnológico desafía a los docentes a renovar su función y reprogramar el proceso de aprendizaje para no quedar obsoletos.
“La nueva educación combina lo mejor del profesional (docente), su conocimiento, medios, las neurociencias, la pedagogía, la tecnología, aprender haciendo, con sus habilidades para la vida, como el liderazgo, la flexibilidad, la motivación, paciencia, persuasión, capacidad de resolución de problemas, y el trabajo en equipo”, asegura.
Los tiempos han cambiado. Los jóvenes de hoy ya no son los estudiantes de la educación superior tradicional y la educación superior es una responsabilidad compartida entre el estudiante, el docente y la institución. Los éxitos y fracasos se dividen entre todos.
“Servir a los estudiantes que tenemos, no a los que nos gustaría tener es el desafío que docentes e instituciones tienen que asumir, y que aún les cuesta entender ya que siguen enfocados en un perfil que a ellos les parece más entendible (…), dice por su parte Guy Haug, experto europeo en evaluación y desarrollo de universidades y sistemas de educación superior.
Este jueves 5 de octubre se celebra el Día Mundial del Docente, una fecha definida por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para reflexionar en torno a los derechos y responsabilidades del personal docente, su formación inicial y perfeccionamiento, la contratación, el empleo y las condiciones de enseñanza y aprendizaje.
“Es un día para celebrar cómo los y las docentes están transformando la educación, para reflexionar sobre el apoyo que necesitan para desplegar plenamente su talento y vocación, y para repensar el camino que queda por delante con respecto a la profesión a nivel mundial”, indica la Unesco, a propósito de esta fecha.
Yoshino Otsuka asegura que, en esta época tan cambiante y desafiante, los docentes deben preocuparse por continuar aprendiendo, actualizarse no sólo en aspectos propios de su profesión sino en temas pedagógicos.
“Si bien la docencia es ejercida por vocación, la considero una profesión más; por tanto, requiere de formación, capacitación y actualización permanente”, dice la psicopedagoga.
Las nuevas tecnologías, la globalización, la crisis económica mundial y, por supuesto, la pandemia, han planteado una serie de dificultades a los docentes. Yoshino menciona cuatro:
- Limitado nivel académico con el que ingresan los estudiantes bachilleres
- Limitados hábitos de lectura y comprensión lectora en la mayoría de estudiantes en educación superior
- Baja señal de Internet en las aulas para integrar las TICs
- Casos frecuentes de estudiantes con desequilibrios emocionales e incluso patologías de salud mental
En este contexto, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una aliada, ya que -según la académica- puede llegar a ser un apoyo en el proceso de enseñanza-aprendizaje siempre y cuando se la utilice con pertinencia pedagógica.
Para llegar a este criterio es necesario conocer, comprender y saber usar las diversas herramientas de la IA.
Por ejemplo, en el caso del Chat GPT, lo importante es “aplicarlo en el momento adecuado y explicando a los estudiantes para qué y cómo utilizarlo, de esa manera aprenden a plantear preguntas y recoger información para complementar un trabajo”, dice la docente universitaria.
Otra herramienta es el Rubrik que es utilizado para diseñar instrumentos de evaluación. Es muy ventajoso en el quehacer docente porque, de forma rápida, le ayuda a construir el instrumento de evaluación y adaptarlo a las particularidades de lo que se pretende evaluar.
Habilidades que tiene que tener un docente universitario
La educación es un camino para la transformación social. Los docentes acompañan a las personas durante las etapas más vulnerables de su vida, por lo que deben poseer determinadas habilidades que les ayudará a dejar una impronta positiva en sus educandos, tales como.
- Habilidades comunicativas para una comunicación asertiva y horizontal
- Habilidades pedagógico-didácticas para planificar, gestionar y mediar el aprendizaje, proponer experiencias significativas de aprendizaje, desarrollar un proceso de evaluación coherente y justo, gestionar el aula y grupo-clase, retroalimentar de manera permanente, coordinación multidisciplinar a través de proyectos conjuntos
- Habilidades tecnológicas para el uso y manejo de herramientas tecnológicas
- Experiencia en el ejercicio de su profesión para compartir vivencias con sus estudiantes y no enseñar sólo desde la teoría
- Habilidades sociales, tales como la empatía, tolerancia, formulación de preguntas, inteligencia emocional, trabajo en equipo, motivador.
Hoy, los docentes están desafiados a continuar trabajando por la transformación de la educación en el país.
“Aportemos con un granito de arena, actualizando nuestra forma de enseñar. No sigamos alargando tantos siglos de memorización, repetición y evaluación basada en exámenes. Si queremos un mundo y una Bolivia mejor para las generaciones venideras, está en nuestras manos la formación de los profesionales del futuro”, reflexiona la académica.