Turismo y economía creativa: una alianza para el desarrollo sostenible

Por Lily Zurita Zelada

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El turismo ya no se limita a la visita de paisajes y monumentos. Hoy se ha convertido en un motor estratégico para la innovación y la cultura, al conectar a los viajeros con experiencias auténticas que rescatan identidades locales, promueven el talento creativo y generan oportunidades económicas sostenibles. En este cruce entre cultura y desarrollo, la industria turística se perfila como un aliado clave de la economía creativa, capaz de transformar comunidades y proyectar un futuro inclusivo.

“La economía creativa potencia la diversificación del turismo. Aporta frescura e innovación, porque pone en el centro la identidad y la capacidad de generar experiencias únicas para el visitante”, explica Mónica Pacheco, coordinadora del Centro de Investigación, Innovación y Transformación Digital en Turismo (CIINTUR) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Este fue uno de los ejes centrales del III Foro de Economía Creativa de Unifranz, que se realizó en El Alto. El encuentro reunió a expertos nacionales e internacionales para debatir cómo el turismo y la creatividad pueden articularse en la construcción de un desarrollo sostenible.

Pacheco sostiene que el turismo no debe ser visto únicamente como un servicio de consumo, sino como un espacio para la innovación social y cultural. 

“El turismo ha sido reconocido dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) por su carácter multidimensional. Es necesario repensar constantemente su papel en la construcción de un futuro sostenible”, afirma.

Ejemplos concretos muestran cómo esta alianza puede generar valor. “Las misiones jesuíticas de Chiquitos son un claro ejemplo de cómo la oferta turística puede integrar historia y patrimonio. También la gastronomía se ha convertido en un atractivo que trasciende fronteras, con restaurantes como Gustú o Ali Pacha, que incorporan ingredientes locales en propuestas innovadoras, atrayendo turistas que buscan experiencias únicas”, detalla la investigadora.

El turismo comunitario también ilustra esta dinámica. Iniciativas como el albergue ecológico Chalalán, administrado por el pueblo indígena de San José de Uchupiomonas, o el ecoturístico Tomarapi en las faldas del Parque Nacional Sajama, demuestran que los visitantes pueden vivir de cerca las tradiciones, sabores y festividades de las comunidades locales. La ruta del café en Caranavi, donde los viajeros conocen de primera mano el proceso productivo, es otro ejemplo de cómo la creatividad impulsa experiencias auténticas con impacto económico y social.

Sin embargo, Pacheco advierte que aún existen desafíos. “Uno de los más importantes es la falta de investigación sobre el impacto de estas experiencias en comunidades y municipios. También enfrentamos fragmentación entre actores, ausencia de certificaciones y mecanismos claros que integren creatividad, sostenibilidad e innovación en los proyectos turísticos”, señala.

Para ella, la articulación entre turismo y economía creativa abre una doble oportunidad: fortalecer la identidad cultural y al mismo tiempo generar emprendimientos innovadores. 

“La economía creativa aporta valor a la oferta, rescata saberes, patrimonio y formas de hacer que han sido resguardados por las comunidades. Ese valor es lo que diferencia a un destino y lo que lo hace sostenible en el tiempo”, puntualiza.

El III Foro Internacional de Economía Creativa será una plataforma clave para seguir profundizando en estas reflexiones. Con una agenda que incluye conferencias magistrales, paneles, conversatorios y espacios de networking, el evento permitirá visibilizar proyectos, generar alianzas estratégicas y posicionar a Bolivia como referente en la región.

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