Salud mental juvenil: cómo identificar emociones, gestionar el estrés y construir bienestar

La salud mental en los jóvenes es un aspecto esencial del desarrollo personal, especialmente en una etapa marcada por cambios físicos, emocionales y sociales. La adolescencia y juventud son momentos de gran vulnerabilidad, pero también de oportunidades para construir una base sólida de autoconocimiento y bienestar. Cuidar la mente desde temprana edad permite prevenir trastornos, mejorar la calidad de vida y desarrollar habilidades para enfrentar los desafíos de un mundo cada vez más complejo.
Matías Mercado, psicólogo y docente de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, sostiene que uno de los primeros pasos para proteger la salud mental es reconocer y validar las emociones. Los jóvenes deben aprender a identificar lo que sienten, ponerle nombre y expresarlo de manera saludable.
“Para trabajar sobre nuestras emociones, lo mejor es poder identificarlas. Darnos un pequeño espacio y decir qué es lo que estoy sintiendo. Al ponerles una etiqueta (a las emociones), se convierten en sentimientos, y los sentimientos ya los conocemos y se pueden tratar”, explica Mercado.
La educación emocional es clave. Enseñar a los jóvenes a gestionar la ansiedad, la frustración o la tristeza no significa evitar estos sentimientos, sino aprender a transitarlos sin que se conviertan en barreras. Las técnicas de respiración consciente, la meditación o el mindfulness (es la práctica de prestar atención intencionalmente al momento presente) pueden ser herramientas útiles para recuperar el equilibrio mental y calmar la mente en momentos de tensión.
Dormir bien, comer saludablemente y hacer ejercicio no solo benefician el cuerpo, sino que actúan como pilares del bienestar emocional. Un estudio publicado en Sleep en 2020 demostró que dormir entre siete y nueve horas mejora la regulación emocional y reduce los síntomas de ansiedad en un 25%. La alimentación balanceada, por su parte, influye directamente en la producción de neurotransmisores como la serotonina, vinculados al estado de ánimo.
“Cuando cerramos nuestros ojos, recomiendo ahí hacer una lista de las cosas por las cuales estamos agradecidos, de las situaciones que nos han sido agradables ese día. Esto va a permitir a la mente tener un momento, su pausa en el día, para que pueda analizar. Y a nosotros para darnos cuenta que cada día realmente es importante y tenemos una oportunidad”, explica Mercado.
Reducir el uso excesivo de tecnología, especialmente de redes sociales, es otro factor que puede ayudar a la salud mental juvenil. Establecer límites en el tiempo frente a pantallas, promover actividades al aire libre y fomentar el contacto real con otras personas ayuda a reducir los niveles de ansiedad, aislamiento y comparación social que muchas veces surgen en el entorno digital.
Un estudio de la OMS (Organización Mundial de la Salud), sostiene que uno de cada siete jóvenes (10 a 19 años) experimenta algún trastorno mental, siendo la ansiedad y la depresión los más comunes. El mismo estudio recomienda enseñar a los jóvenes a establecer límites digitales y fomentar interacciones cara a cara.
En ese sentido, fortalecer los vínculos sociales positivos es fundamental. Las amistades sanas, el apoyo familiar y los espacios de diálogo fortalecen la autoestima y actúan como protectores emocionales.
“Una vez que identificamos el sentimiento que más tenemos, ese es nuestro estado de ánimo y trabajar con todas nuestras emociones y sentimientos es clave, porque ninguno de ellos es bueno o malo, sino depende de cómo nos relacionamos con ellos”, añade Mercado.
Asimismo, la autoobservación emocional y el autoconocimiento permiten anticipar señales de alerta. Cambios bruscos en el estado de ánimo, aislamiento, apatía o alteraciones del sueño pueden indicar que algo no está bien. Expresar lo que se siente, ya sea conversando con alguien de confianza o escribiendo, ayuda a procesar las emociones y evitar que se acumulen.
“Para mejorar nuestra salud mental, primero hay que entender un concepto básico, que es sencillo. Si lo que hacemos nos está haciendo daño a nosotros o a otra persona, eso no es saludable mentalmente. Un ejemplo: si después de escuchar noticias nos sentimos cansados, frustrados o más enojados, eso no nos está haciendo bien. Se puede cambiar, se puede mejorar. Para incorporarlo dentro de nuestras rutinas diarias, lo ideal sería tener nuestros filtros personales”, explica Mercado.
No hay que esperar una crisis para acudir a un profesional. La atención psicológica oportuna no solo ayuda a tratar problemas ya presentes, también fortalece herramientas de afrontamiento, autoconciencia y resiliencia. Buscar ayuda debe ser entendido como un acto de responsabilidad y cuidado, no de debilidad.
La salud mental de los jóvenes es una tarea compartida entre familias, educadores, profesionales y la propia juventud. Crear entornos que promuevan el respeto, la empatía y la expresión emocional es invertir en una generación más resiliente, empática y preparada para construir una vida con propósito. Porque cuidar la mente, hoy más que nunca, es cuidar el futuro.