Qué tan peligrosa es una intoxicación por inhalación y cómo reconocer sus síntomas

Por Lily Zurita Zelada

El pasado fin de semana, un evento deportivo escolar estuvo a punto de convertirse en una tragedia en un colegio de Cochabamba, luego de que 33 estudiantes y una madre de familia sufrieran una intoxicación. Aunque las causas aún se están investigando, autoridades de salud presumen que el incidente podría estar relacionado con el uso de manillas fosforescentes durante una actividad nocturna organizada por el colegio.

La intoxicación por inhalación es una de las formas más peligrosas de envenenamiento, por su rapidez, su invisibilidad y la gravedad de sus efectos en el organismo, sostiene Daniel Pinto, director de la carrera de Bioquímica y Farmacia de Unifranz.

“Una intoxicación ocurre cuando una sustancia tóxica —ya sea química, biológica o física— ingresa al cuerpo humano y altera su funcionamiento normal. La intoxicación por inhalación es especialmente grave porque los pulmones tienen una gran capacidad de absorción. En segundos, una sustancia peligrosa puede entrar en el torrente sanguíneo y comenzar a causar estragos en órganos vitales”, advierte Pinto.

Las vías por las que se produce una intoxicación son diversas, pero cuando el tóxico ingresa por el sistema respiratorio, la urgencia médica se multiplica.

Las fuentes más comunes de este tipo de intoxicación incluyen humo de incendios, gases industriales, vapores químicos, productos de limpieza mal combinados o utilizados en espacios cerrados, e incluso situaciones tan insospechadas como la ruptura masiva de manillas fluorescentes.

Gases invisibles, daño real

Los síntomas de una intoxicación por inhalación son variados y pueden confundirse con otros malestares. Entre ellos se encuentran la dificultad para respirar, tos persistente, irritación en la garganta, los ojos y la nariz, mareos, dolor de cabeza, náuseas, vómitos y, en casos más graves, pérdida del conocimiento. 

“Uno de los signos más alarmantes es la coloración azulada en los labios o las uñas, lo que indica que el cuerpo está dejando de recibir oxígeno adecuadamente”, explica Pinto.

Los daños en el organismo, si no se actúa con rapidez, pueden ser severos. En el sistema respiratorio puede producirse broncoespasmo, edema pulmonar o asfixia; a nivel neurológico, pueden aparecer convulsiones o pérdida de conciencia; y también se han reportado arritmias y fallos multiorgánicos como consecuencia de la intoxicación.

“Una persona puede entrar en colapso en minutos si está expuesta a gases como el monóxido de carbono o vapores tóxicos sin ventilación. Por eso, siempre que se sospeche de una intoxicación, lo primero es salir al aire libre y buscar ayuda médica inmediata”, recomienda.

¿Y si ocurre en casa?

Aunque los casos más graves suelen estar relacionados con accidentes industriales o incendios, el riesgo también está presente en el hogar. La combinación de productos como cloro y amoníaco, por ejemplo, puede generar cloramina, un gas que causa irritación severa y puede provocar edema pulmonar. 

“El hogar puede ser una trampa si no se toman precauciones. Siempre hay que leer etiquetas, evitar mezclas peligrosas y asegurarse de que el lugar esté bien ventilado”, advierte el experto.

Ante una emergencia, hay algunas acciones básicas que pueden ayudar, aunque nunca deben sustituir la atención médica profesional. “Lo primero es abandonar la zona contaminada. Si la persona está consciente, puede hacerse un lavado nasal con solución salina, o recurrir a inhalaciones de vapor con plantas como eucalipto, siempre y cuando no se trate de una intoxicación por agentes corrosivos”, sugiere Pinto.

Además, recomienda mantenerse hidratado para facilitar la eliminación de toxinas, pero advierte que métodos como el uso de carbón activado “no son útiles en intoxicaciones por inhalación y pueden generar falsas seguridades. Siempre debe consultarse a un profesional”.

¿Se puede prevenir una intoxicación por inhalación?

Sí. Y la prevención es, sin duda, la mejor medicina. El uso de mascarillas adecuadas —como las N95 para partículas o máscaras de gas para sustancias químicas—, trabajar en espacios bien ventilados y conocer los riesgos de cada producto son prácticas clave. 

Pinto recomienda evitar la automedicación y los remedios caseros sin base científica, ya que “algunos pueden empeorar el cuadro clínico. Por ejemplo, inhalar vinagre tras una intoxicación por cloro agrava la irritación de las vías respiratorias”.

También desmitifica algunas creencias urbanas. Una de ellas es el supuesto riesgo grave de las manillas fluorescentes. “En general, estas contienen sustancias de baja toxicidad como peróxido de hidrógeno y dietil ftalato. El riesgo real aparece si se rompen en gran cantidad dentro de un espacio cerrado, donde podrían causar irritación respiratoria leve o molestias en la piel”.

En cambio, las verdaderas amenazas para intoxicaciones masivas por inhalación provienen de situaciones como fugas de gases industriales —cloro, amoníaco, cianuro—, incendios con liberación de monóxido de carbono y cianuro, o incluso el uso de armas químicas en contextos extremos.

Un problema de salud pública

Más allá de lo individual, la intoxicación por inhalación es un desafío para los sistemas de salud y las políticas públicas. En ciudades con alta contaminación del aire o zonas industriales, los riesgos aumentan. 

Pinto señala que “la falta de educación sobre el manejo de sustancias químicas y la ausencia de protocolos claros en empresas y hogares incrementan la vulnerabilidad de la población” e insiste en que “la educación preventiva es clave para reducir los casos. Debemos enseñar desde las escuelas cómo actuar ante una intoxicación, qué productos no deben mezclarse y cómo usar equipos de protección. Esto puede salvar vidas”.

La realidad es clara. El aire que respiramos puede convertirse en una amenaza si no tomamos conciencia de los riesgos que nos rodean. Entender qué es una intoxicación por inhalación, reconocer sus síntomas, saber cómo actuar y, sobre todo, cómo prevenirla, es parte de una cultura de salud y seguridad que debemos asumir cuanto antes.

“La vida puede depender de segundos, y en esos segundos, el conocimiento puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia”, concluye el académico.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *