Más que un proveedor, un pilar: la importancia del padre en la vida de sus hijos

Luis tiene 19 años y cuando habla de su papá, sus ojos reflejan admiración y gratitud. «Lo que significa mi papá para mí… es mi ejemplo, más que todo. Es lo que quiero ser de grande. Me ha enseñado a cuidar a la gente, a proteger a mi familia, a dar todo por los que amo. Es la persona que más quiero en el mundo».
Sus palabras revelan el profundo impacto que una figura paterna puede tener en la vida de un hijo, no solo en su infancia, sino también en la construcción de su identidad y valores.
La presencia de un padre en la crianza de los hijos tiene un papel fundamental en el desarrollo emocional y social de estos, según Liudmila Loayza, directora de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
«La figura del padre es muy importante en el desarrollo del ser humano porque el padre siempre demarca un principio de autoridad en la familia», indica. Esta función de guía no sólo establece límites y normas, sino que también brinda seguridad emocional y apoyo a los niños y adolescentes en su crecimiento.
Cada 19 de marzo, Bolivia celebra el Día del Padre, una fecha especial dedicada a honrar su rol fundamental en la familia y reconocer el amor incondicional, la guía y el compromiso que brindan a sus hijos.
El padre como referente de normas y valores
Desde temprana edad, los niños aprenden a diferenciar entre lo correcto e incorrecto a través de la guía de sus padres. En este sentido, el rol del padre se convierte en un pilar en la formación de la identidad y la autonomía de los hijos.
«Nosotros, los seres humanos, nos movemos en una sociedad llena de normas. Las normas nos dicen qué podemos hacer y qué no. Es la figura del padre, quien en la primera infancia nos va determinando cómo debemos ser, qué es bueno para la sociedad o qué es bueno para la familia», explica Loayza.
Pero más allá del establecimiento de normas, el padre también es un modelo a seguir. La psicóloga indica que los hijos buscan agradar a sus padres según los preceptos y demandas que ellos tienen.
A medida que crecen, los hijos adoptan patrones de conducta observados en su entorno familiar. «Las conductas para relacionarse con los demás son tal y cual han aprendido de sus padres. Caminan igual que sus padres, contestan de la misma manera y tienen la misma forma de defender sus derechos».
La ausencia paterna y su impacto emocional
En el mundo, a nivel general, las estructuras familiares han cambiado y desde hace varias décadas, muchas madres asumen el doble rol de padre y madre.
«Hay familias monoparentales donde el padre está ausente y la madre tiene que asumir esta figura de ser padre y madre a la vez. Ellas también, con este discernimiento que les da su misma naturaleza maternal, hacen que los hijos se puedan desarrollar con normalidad», explica Loayza. Sin embargo, en estos casos, la clave está en el amor y el respeto que priman en la crianza.
La ausencia del padre no siempre implica un desequilibrio emocional en los hijos. No es una regla, dice Loayza, porque los hijos pueden desarrollarse tranquilamente bien sin la presencia del padre. No obstante, cuando la separación ocurre en un contexto traumático, los efectos pueden ser más marcados.
«Si la desintegración familiar se hubiera dado por un evento traumático, porque el padre fue infiel o fue botado de la casa, y la madre no quiere que lo vean, sí va a perjudicar el desarrollo normal de los hijos», explica la académica.
En estos casos, la relación con la figura paterna puede influir en futuras relaciones interpersonales, particularmente en el caso de las hijas. «Las mujeres tienen como figura del padre también a la figura de la pareja. Ellas van a tratar de buscar a alguien que no se parezca al papá, pero en realidad es posible que sí se parezca porque es la única relación de amor que han tenido cuando eran pequeñas», puntualiza.
La presencia activa del padre y sus beneficios
Para Loayza, no basta con que el padre esté presente físicamente en la vida de los hijos; el vínculo emocional es fundamental. «No se trata solamente de estar ahí o proveer recursos al hogar o para los hijos. Tiene que haber una presencia activa, aunque no esté casado o no viva con los mismos hijos».
La interacción cotidiana, el acompañamiento en las etapas de crecimiento y la coherencia en la crianza son elementos esenciales para que la presencia del padre sea significativa.
«Lo ideal es que cuando ocurre una ruptura marital, los padres siempre tengan una buena relación para que ambos formen un equipo para ayudar a crecer a los hijos. Ambos deben hablar casi lo mismo y disciplinar, premiar y elogiar de la misma manera», añade la experta. Cuando hay una crianza en conjunto, a pesar de la separación, los niños pueden desarrollarse en un ambiente más estable emocionalmente.
El cariño de Luis por su papá refleja el impacto positivo de un padre presente y comprometido. «Gracias por todo lo que me has enseñado, por todo lo que me has dado, por los valores que me has inculcado en mi vida. Gracias por inspirarme en todo lo que hago», dice el joven con voz firme. Cada una de sus palabras reafirman el poder que tiene la figura paterna en la construcción de personas seguras, empáticas y resilientes.
La presencia activa y el ejemplo de un padre pueden marcar la diferencia en la vida de un hijo. Y como Luis, muchos jóvenes encuentran en su padre no solo un guía, sino un verdadero modelo de vida.