Los vínculos emocionales saludables se nutren del apego afectivo

Los vínculos emocionales saludables se nutren del apego afectivo

El apego es un vínculo afectivo que se forma entre dos individuos, desde los primeros momentos de vida. Un ejemplo de este sentimiento se observa en la relación existente entre unos padres y el recién nacido. Su función es asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad.

El apego es un término que se utiliza en el campo de la psicología para explicar el vínculo emocional especial que se desarrolla desde el nacimiento y que desempeña un papel fundamental en el desarrollo de los seres humanos y en cómo se relacionan con los demás a lo largo de sus vidas.

Sergio nació hace poco más de cuatro meses y estableció un vínculo especial con su mamá. Luego de dormir, cuando despierta, lo primero que hace es buscarla con la mirada. También balbucea o ríe cuando ella le hace mimos o cosquillas y llora cuando se aleja de su vista más tiempo del debido. Su madre representa la figura de apego que construyó desde su primer día.

La directora de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, Patricia Angulo, asegura que el apego se construye a través de interacciones repetidas  y significativas con los cuidadores principales. 

“Estas interacciones nos brindan una sensación de seguridad y confianza en el mundo que nos rodea. Un apego seguro nos permite explorar y enfrentar desafíos con valentía, sabiendo que tenemos una base de apoyo sólida a la cual regresar en momentos de necesidad”, indica la psicóloga.

El apego desarrolla la autoestima saludable

Un apego seguro se caracteriza por la disponibilidad y receptividad emocional del cuidador. Cuando los cuidadores responden a las necesidades (del bebé o del niño, por ejemplo) con atención y sensibilidad, esas personas se sienten amadas, valoradas y comprendidas.

“Esta experiencia de apego seguro nos ayuda a desarrollar una autoestima saludable, habilidades sociales y emocionales, y nos permite establecer relaciones sólidas en el futuro”, agrega la académica.

Sin embargo, el apego también puede ser inseguro. Si los cuidadores no pueden proporcionar consistentemente el cuidado y la atención necesaria, ese bebé o niño podría desarrollar un apego inseguro.

Esta forma de apego se manifiesta de diferentes formas: algunos pueden volverse ansiosos y preocupados por el abandono, mientras que otros pueden volverse evitativos y reacios a establecer vínculos emocionales profundos.

Estos patrones de apego inseguro pueden afectar las relaciones a lo largo de la vida, creando desafíos en la intimidad, la confianza y la autoestima.

Relaciones más seguras 

Sin embargo, el apego no es estático. A medida que las personas crecen, tienen la capacidad de desarrollar relaciones más seguras y saludables porque su entorno va creciendo hacia los hermanos, abuelos, tíos, primos, amigos u otras relaciones sentimentales.

“La conciencia de nuestros patrones de apego y la búsqueda de apoyo y terapia pueden ser herramientas valiosas para sanar y fortalecer nuestros vínculos emocionales”, puntualiza.

Tipos de apego

John Bowlby (1907-1990), psiquiatra y psicoanalista infantil, estudió los efectos de la relación entre el cuidador principal y el menor. Su estudio identifica cuatro tipos de apego.

El apego seguro se caracteriza por la confianza del niño cuando se sabe cuidado. Se siente querido, aceptado y valorado. Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos e interactúan de manera confiada con el entorno.  

Por apego ansioso y ambivalente se alude a un contexto en el cual el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad. Ocurre en circunstancias de ausencia temporal o prolongada de los cuidadores. Las emociones más frecuentes en este tipo de apego, son el miedo y la angustia exacerbada ante las separaciones.

Una variable se refiere al apego evitativo. En este caso, los bebés presentan distintas conductas de distanciamiento porque sus cuidadores no generaron suficiente seguridad. Estos menores viven sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los demás y por lo mismo evitan las relaciones de intimidad.

Finalmente, el psicólogo alude a un apego desorganizado caracterizado por los casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la pérdida de confianza en su cuidador, que ha asumido conductas negligentes o inseguras.  

Todos los seres humanos, por naturaleza, buscan conexión con sus similares. “Comprender el poder del apego nos permite ser más compasivos con nosotros mismos y con los demás, y nos brinda la oportunidad de construir relaciones más cercanas, amorosas y significativas”, finaliza la académica.

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