El internado rotatorio: la prueba de fuego para los médicos en formación

By Paula Beatriz Cahuasa

Por Lily Zurita y Beatriz Cahuasa

Janaisa D. Barbosa creía imposible que, algún día, estaría usando un estetoscopio en lugar de una pizarra. Nacida en Minas Gerais, Brasil, su vida había transcurrido entre libros y aulas, enseñando a otros a construir su futuro, mientras el suyo parecía cada vez más lejano. Su mayor sueño era estudiar Medicina, pero en Brasil, con dos hijos a su cargo y los costos elevados de la carrera, esa meta parecía inalcanzable. Sin embargo, la vida le mostró una oportunidad en un lugar inesperado: Bolivia.

«Investigué mucho antes de decidirme. Sabía que no podía dar un paso tan grande sin garantías. Escuché sobre Unifranz y su acreditación del Mercosur. Me di cuenta de que aquí, mi sueño podría hacerse realidad», recuerda la hoy interna de la carrera de Medicina de la  Universidad Franz Tamayo.

Con el corazón dividido entre la incertidumbre y la esperanza, empacó su vida en maletas, tomó a sus hijos de la mano y cruzó fronteras en busca de un nuevo comienzo. Los primeros días no fueron fáciles. Adaptarse a un nuevo país, un nuevo idioma y la exigencia académica de la carrera demandaba de ella más de lo que imaginaba. Pero no estaba sola.

«Desde el principio, tuve apoyo. Mis profesores y la coordinación de la carrera de Medicina siempre entendieron mi situación como madre soltera. Me dieron el soporte que necesitaba para no rendirme», cuenta con emoción. Hoy, Janaisa está en la recta final. Logró acceder a su internado rotatorio en la Clínica Los Ángeles —uno de los socios formadores con los que cuenta Unifranz en Cochabamba— donde cada día confirma que tomó la decisión correcta.

Conscientes de la importancia del internado rotatorio en la formación de los futuros médicos, Unifranz ha establecido alianzas con los hospitales más prestigiosos de Bolivia y la región, permitiendo que sus estudiantes realicen su formación práctica y refuercen el enfoque de «aprender haciendo», asegura Jimmy Venegas, Decano Académico de la Facultad de Ciencias de la Salud en Unifranz.

El internado rotatorio es una etapa clave para los futuros médicos. En este periodo, los estudiantes aplican en un entorno real los conocimientos adquiridos en la universidad. No solo es una fase de aprendizaje técnico, sino también una prueba de resistencia física y emocional.

Una formación integral

Para los internos, cada día trae nuevos desafíos. Luis Mauricio Rosas Meneses, otro futuro médico de Unifranz, inicia su turno a las cinco de la tarde en la misma clínica. A esa hora, junto con sus compañeros, es asignado a un servicio específico. Puede ser ginecología, cirugía, emergencias o apoyo en diversas áreas. Su jornada se extiende hasta las siete de la mañana del día siguiente. Es un ritmo extenuante, pero necesario para su formación.

“La mayoría del tiempo tenemos pacientes que pueden ingresar en cualquier momento, así que tenemos que estar atentos a esas necesidades y urgencias”, explica el joven internista.

Recuerda una paciente crítica que llegó a emergencias con insuficiencia respiratoria aguda. “Estábamos correteando de aquí para allá con laboratorios, estudios de imagen e internación para poder subirla a piso”, relata.

Esta fase también es decisiva para definir el futuro profesional de los estudiantes. Luis, por ejemplo, siente una creciente inclinación por la cirugía general y la cirugía plástica. Su compañera Maricielo Yanira Mejía Gómez también está reevaluando su camino hacia la especialidad a puertas de graduarse. “Cuando entré, pensaba especializarme en pediatría. Ahora que estoy rotando por distintas especialidades, creo que me quedaré con cirugía”, comparte.

Respaldo de una institución

Para enfrentar estos desafíos, el apoyo de la universidad es esencial. Maricielo destaca que Unifranz ha sido fundamental no solo en su formación académica, sino también en el apoyo emocional, un factor clave al postular al internado.

“El apoyo psicológico estaba enfocado en poder llevarnos bien con los compañeros, en saber sobrellevar los problemas dentro del hospital, cómo hablar con el paciente y manejar el estrés”, comenta.

La visión de los especialistas

El internado rotatorio no sería posible sin la guía de los médicos especialistas, quienes desempeñan un papel fundamental en la formación de los internos. José Miguel Condori, jefe de Enseñanza de la Clínica Los Ángeles, donde el grupo de estudiantes realiza su internado, destaca que esta etapa es crucial para que los estudiantes adquieran habilidades y destrezas.

“Es una obligación dentro de la formación de cada estudiante de Medicina. En esta fase, el interno demuestra su preparación y, al mismo tiempo, adquiere conocimientos que le permitirán elegir una especialidad”, señala.

Los especialistas también actúan como docentes asistenciales, enseñando desde técnicas quirúrgicas hasta estrategias para el trato con los pacientes.

“El docente asistencial es la mano derecha del interno. Es quien ofrece, enseña e inculca, evaluándolo constantemente en su proceso de formación”, explica Condori Barroso, mientras interactúa con quienes cumplen su sexto año de formación.

El internado rotatorio también permite a los estudiantes enfrentar situaciones médicas reales. “Cuando se enfrentan a un paro cardiorrespiratorio en emergencias, los internos colaboran con el médico en la reanimación del paciente. Ya no se trata de simulaciones con maniquíes, sino de una experiencia real”, indica el especialista.

Luis Canedo, médico traumatólogo y director de la Clínica Los Ángeles, aclara que el internado rotatorio es una transición entre ser alumno y médico. 

“Para nosotros es importante la formación de todos estos médicos, porque mejoramos. Lo más probable es que nosotros también seamos pacientes de estos médicos que se están formando en la actualidad”, reflexiona.

Un paso determinante en la carrera médica

El internado rotatorio es la antesala a la vida profesional de los futuros médicos. Para Luis Mauricio Rosas, ser un médico interno significa “adquirir competencias adecuadas, conocimientos y, sobre todo, desarrollar la parte humana que nos inculcan desde el primer semestre”.

En tanto, la historia de Janaisa es un testimonio de que los sueños, por más imposibles que parezcan, pueden hacerse realidad si uno se atreve a buscarlos.

«Espero que otros brasileños que comparten este sueño se den cuenta de que sí es posible. No es fácil, pero tampoco imposible. Si yo lo logré, cualquiera que realmente lo desee también puede hacerlo», afirma.

Para Venegas, el internado rotatorio es una etapa crucial en la formación médica, donde los futuros profesionales aplican sus conocimientos en situaciones reales y definen sus preferencias. La experiencia se enriquece con la colaboración de hospitales de renombre y el apoyo de prestigiosos médicos especialistas.

Estas experiencias destacan que la formación en Bolivia no solo es accesible, sino también de alta calidad, respaldada por un sólido ecosistema de aprendizaje. Es un mensaje alentador que invita a soñar en grande y dar el primer paso, sabiendo que, con esfuerzo y compromiso, cualquier meta es alcanzable.

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