Colegios disruptivos transforman el aprendizaje con los estudiantes como protagonistas

By Paula Beatriz Cahuasa

Por Lily Zurita

La tecnología está impulsando innovaciones en diversos ámbitos de la sociedad y la educación no es la excepción. En este contexto, los colegios disruptivos han asumido el liderazgo en la transformación educativa, adaptándose a las nuevas exigencias del siglo XXI.

Ricardo Román, director del colegio Alberto Blest Gana en Chile, reconocido como uno de los 100 mejores colegios del mundo, destaca que los colegios deben reinventarse para convertirse en faros de innovación. Según Román, esto se logra a través de tres pilares fundamentales: espacios dinámicos y alegres, integración tecnológica y educación emocional, donde los estudiantes se convierten en protagonistas activos de su aprendizaje.

“El colegio fue un dispositivo muy eficiente hasta hace 50 años, ya que permitió el surgimiento de la clase media y de los primeros profesionales; pero el mundo ha cambiado, y la escuela se ha vuelto rígida. Debemos transformarla en un espacio mucho más flexible y abierto”, asegura el experto chileno, quien participó en el segundo Foro Internacional de Economía Creativa, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

El experto explica cada una de las características de los colegios disruptivos:

  • Espacios dinámicos y alegres

“El colegio tradicional, lleno de reglas y autoridad, ya no tiene sentido para los estudiantes”, afirma Román. En su opinión, los colegios deben ser lugares donde los jóvenes deseen estar, entornos que fomenten la creatividad y el disfrute. 

Esto implica diseñar espacios que combinen tecnología, música, deportes y juegos para que el aprendizaje ocurra de manera más natural y efectiva.

“El modelo tradicional resulta tedioso y agotador no solo para los estudiantes, sino también para los profesores”, agrega. Los ambientes rígidos y serios han quedado obsoletos. La educación moderna debe incorporar espacios flexibles y abiertos, capaces de adaptarse a las necesidades cambiantes de los alumnos y al ritmo vertiginoso del mundo actual.

  • Incorporación integral de tecnología

En una era marcada por la inteligencia artificial, la neurotecnología y la robótica, la incorporación de tecnología en los colegios es indispensable. 

“La tecnología acelera y profundiza el aprendizaje, pero también prepara a los estudiantes para un mundo tecnológico en constante cambio”, explica Román.

Esta revolución educativa no solo implica utilizar herramientas digitales, sino también enseñar a los estudiantes a aprovecharlas de manera crítica y creativa. De esta forma, los colegios pueden cerrar la brecha entre la educación tradicional y las demandas de la sociedad actual, garantizando que los jóvenes estén preparados para enfrentar los desafíos del futuro.

Román también destaca la velocidad con la que avanzan estas tecnologías. “Estamos en un tsunami de avances: inteligencia artificial, neurotecnología y robótica están cambiando el mundo. Los colegios deben adaptarse rápidamente para no quedar atrás”.

  • Educación emocional y desarrollo humano

La educación emocional se erige como un pilar fundamental de los colegios disruptivos. Román subraya que “la educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, por sus siglas en inglés) sin educación emocional será insuficiente”. Aunque las competencias tecnológicas son esenciales, habilidades como la intuición, la empatía y la creatividad son las que realmente diferenciarán a los seres humanos de las máquinas.

“La inteligencia artificial puede reemplazar muchas funciones técnicas, pero aún no puede replicar la intuición, la empatía ni la creatividad humana”, enfatiza. Por ello, los colegios deben priorizar el desarrollo de estas habilidades, que no solo son esenciales para el crecimiento personal, sino también para construir una sociedad más consciente y empática.

El nuevo rol del profesor

La transformación educativa también exige un cambio en el rol del docente. “El profesor del siglo XXI ya no es el que más sabe, sino quien mejor acompaña, motiva y guía a los estudiantes”, sostiene Román. 

En este nuevo modelo, el maestro se convierte en un mentor que plantea desafíos, protege y fomenta el desarrollo integral de los alumnos.

Román hace hincapié en que los docentes deben centrarse en desarrollar habilidades del carácter, más allá de las meramente técnicas. Esto requiere de una capacitación constante y una mentalidad abierta al cambio, factores clave para implementar una pedagogía que conecte con la realidad de los estudiantes.

Transformar el sistema educativo

Hoy en día, es imprescindible transformar la educación para que los estudiantes puedan enfrentar un contexto global complejo, marcado por crisis políticas, medioambientales y tecnológicas.

Los colegios disruptivos no son solo una posibilidad, sino una necesidad para garantizar que las futuras generaciones estén preparadas para liderar el cambio. Este tipo de instituciones requiere liderazgo directivo, compromiso docente y una pedagogía que coloque a los estudiantes en el centro del aprendizaje.

Las tres claves de un colegio disruptivo marcan el camino hacia una educación transformadora. Como destaca Ricardo Román, la flexibilidad, la creatividad y la empatía son esenciales para adaptarse a los desafíos del siglo XXI. El cambio ya está en marcha, y depende de todos los actores educativos asegurar que los colegios sean espacios donde aprender sea sinónimo de innovar, crecer y liderar el futuro.

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