Bolivia y sus 200 años: un país que mira hacia el futuro desde la capital política más alta

Por Antonio Ortega

Una vista de la ciudad de La Paz, la urbe es la capital más alta del mundo y se encuentra sobre los 3.600 metros de altura.

El 6 de agosto de 2025 Bolivia conmemora dos siglos de independencia. Doscientos años de historia marcan un hito fundamental, no solo para la memoria colectiva del país, sino también como una oportunidad para reflexionar sobre lo que hemos sido, lo que somos y, sobre todo, lo que aspiramos a construir. En este aniversario tan significativo, una característica geográfica resalta con fuerza simbólica: Bolivia alberga la sede de gobierno más alta del planeta, y desde esas alturas también proyecta su visión de futuro.

Ubicada a 3.640 metros sobre el nivel del mar, La Paz ostenta el título de capital administrativa más elevada del mundo. Más que un dato curioso, esta altitud encierra un profundo significado. Desde las cumbres andinas, Bolivia ha sido testigo de luchas por la libertad, transformaciones sociales históricas y una riqueza cultural que se mantiene viva como uno de los mayores orgullos del país.

La ciudad de La Paz, en articulación con El Alto y otras regiones del altiplano, ha forjado una identidad resiliente, profundamente multicultural y con una mirada siempre abierta al cambio. En el contexto del Bicentenario, la sede de gobierno se convierte no solo en el centro político de la nación, sino también en uno de los espacios más relevantes para la reflexión colectiva y el impulso de los grandes proyectos nacionales del futuro.

Y es que no cualquiera puede vivir en la conocida Ciudad Maravilla. Se necesita determinación, fuerza de voluntad y, en muchos casos, una fortaleza física particular para transitar sus empinadas calles, cargadas de historia y simbolismo. Así lo explica el doctor Froilán Mamani:

“Lo más resaltante es que, en la altura, la saturación de oxígeno de una persona sana es de entre 88 y 92%. Este valor es importante si se considera que, a nivel del mar, la saturación de oxígeno es de entre 95 y 100%. Es decir, vivir en La Paz implica tener pulmones más fuertes y, también, una voluntad más firme», sentencia el médico Froilán Mamani, quien dicta clases en Unifranz.

200 años de historia… y el futuro por delante

Más allá de la altitud y las condiciones físicas que exige, La Paz representa un territorio donde se escribió gran parte del pasado boliviano, se define el presente y, sin duda, se proyecta el futuro. El Bicentenario no es simplemente una celebración conmemorativa; es, sobre todo, una invitación a redefinir el modelo de país que queremos. Desde lo alto de sus cordilleras, Bolivia se enfrenta a desafíos urgentes como la equidad social, la sostenibilidad ambiental, la transformación digital y un desarrollo económico que incluya a todos.

En esta etapa decisiva, la educación cobra un papel central. La Universidad Franz Tamayo, Unifranz La Paz, responde a este llamado con firmeza y compromiso. Está llamada a formar a los líderes que tomarán las decisiones más importantes del siglo XXI: profesionales con sólidos conocimientos técnicos, pensamiento crítico, visión global y sensibilidad social.

Las nuevas generaciones, protagonistas del presente y constructoras del futuro, enfrentan hoy el reto de continuar edificando un país más justo, innovador y solidario. Desde la academia, los estudiantes bolivianos ya están haciendo su parte: lideran investigaciones, impulsan proyectos sociales, se forman en programas internacionales y desarrollan emprendimientos tecnológicos que están comenzando a cambiar vidas y comunidades.

Desde la capital más alta del mundo, Bolivia no solo recuerda su independencia: reafirma su voluntad de seguir avanzando. A 200 años de su nacimiento como república, el país celebra su historia con orgullo, pero sobre todo mira hacia adelante con esperanza. La altitud de La Paz no es solo una condición geográfica, es también una metáfora de la fortaleza, la resistencia y la visión con la que Bolivia enfrenta su tercer siglo.

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