Agentes de IA: Qué son, qué pueden hacer y cuál será su papel en la educación

Los agentes de inteligencia artificial (IA) son sistemas diseñados para percibir su entorno, tomar decisiones autónomas y ejecutar tareas sin intervención humana constante. A diferencia de las herramientas tradicionales, estos programas funcionan como entidades adaptativas capaces de aprender y evolucionar. En el ámbito educativo, su potencial se manifiesta en su rol como tutores virtuales, brindando acompañamiento personalizado, promoviendo el aprendizaje colaborativo y optimizando los recursos pedagógicos.
“Pueden personalizar la enseñanza de manera precisa al ajustar el nivel de dificultad y los contenidos según el progreso individual de cada estudiante”, afirma Marcelo Pacheco, director de la carrera de Ingeniería de Sistemas en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).
La capacidad de los agentes de IA para adaptarse y responder a contextos variados se basa en su arquitectura: sensores que interpretan el entorno, actuadores que ejecutan acciones, sistemas de toma de decisiones y mecanismos de aprendizaje continuo. Esta estructura permite que no sólo resuelvan tareas, sino que se mejoren a sí mismos con el tiempo, volviéndose herramientas altamente eficaces para la enseñanza y el aprendizaje.
Francisco J. Mayorga, presidente de la Red de Inteligencia Artificial Latinoamericana (RIAL), resalta el impacto transformador de los agentes en las aulas.
“Pueden ser programados, entrenados y personalizados para realizar múltiples tareas a través de comandos de voz o escritos, lo que puede generar dinámicas muy poderosas en la educación”, sostiene.
Durante su participación en el V Foro Internacional de Innovación Educativa (FIIE 2024), organizado por Unifranz, Mayorga presentó una propuesta pedagógica innovadora basada en agentes entrenados por los propios estudiantes.
Su metodología consiste en dividir a los estudiantes en grupos, asignarles un tema específico y pedirles que entrenen un agente de IA con la información relevante. Cada grupo enriquece a su agente, que luego actúa como tutor temático, apoyando a otros estudiantes. Este enfoque no solo favorece el aprendizaje compartido, sino que fortalece competencias como el trabajo colaborativo, la investigación y la presentación oral.
“De esta manera cumplimos con el cometido de fortalecer el conocimiento, enseñar una destreza y desarrollar habilidades blandas, como hablar en público y trabajar en grupo”, remarca Mayorga.
Por su parte, Pacheco destaca que los tutores virtuales ya están transformando la experiencia educativa. Basados en algoritmos de aprendizaje automático y procesamiento del lenguaje natural, estos sistemas pueden identificar áreas de dificultad y ofrecer recursos personalizados.
“En la Universidad de Melbourne, por ejemplo, un tutor virtual de ciencias de datos ajusta la dificultad de los ejercicios y sugiere materiales adicionales según el desempeño de cada alumno”, explica.
Este tipo de soluciones tecnológicas permite que cada estudiante avance a su propio ritmo, lo que mejora la eficiencia del aprendizaje y reduce la frustración. Además, en programas de educación en línea, los tutores virtuales ya se utilizan para detectar rápidamente debilidades en el rendimiento del estudiante y proponer ejercicios de refuerzo, ajustando el contenido al nivel de comprensión individual.
Más allá del aula tradicional, los agentes de IA también permiten una interacción continua. Pacheco cita el ejemplo de “Jill Watson”, un tutor virtual desarrollado en la Universidad de Georgia, que responde consultas de estudiantes en un curso de inteligencia artificial, ofreciendo respuestas en tiempo real gracias al uso de procesamiento de lenguaje natural. Este tipo de soporte 24/7 es especialmente valioso en materias como matemáticas y ciencias, donde resolver dudas de forma inmediata resulta clave para el avance académico.
Para los docentes, los agentes de IA también representan una ventaja significativa. En instituciones como el Tecnológico de Monterrey, se utilizan tutores virtuales para realizar tareas administrativas, como el seguimiento de entregas y la corrección automática de ejercicios. Esto permite que los profesores se concentren en actividades pedagógicas de mayor impacto, mejorando la calidad de la enseñanza.
Mayorga también subraya el potencial de los agentes para fomentar la hiperpersonalización del conocimiento. “Es posible crear agentes para cada asignatura, o incluso para una carrera completa, integrando información específica del área y de la propia institución”, indica. Esta capacidad de adaptar los agentes a contextos y necesidades particulares abre la puerta a una educación verdaderamente personalizada.
Además de su impacto pedagógico, los agentes de IA pueden ser un recurso clave para democratizar el acceso a la educación. Al estar disponibles en cualquier momento y lugar, superan barreras geográficas, temporales y de disponibilidad docente. Su aplicación es especialmente útil en contextos donde los recursos humanos son limitados, facilitando el acceso a una educación de calidad en entornos desfavorecidos.
En definitiva, los agentes de inteligencia artificial representan un avance significativo en el uso de tecnología educativa. Su implementación no solo mejora la experiencia de aprendizaje, sino que redefine el rol del estudiante y del docente en el proceso formativo. Con enfoques innovadores como los propuestos por Mayorga y el respaldo de experiencias como las compartidas por Pacheco, la educación se encamina hacia un modelo más flexible, equitativo y eficiente, en el que la tecnología actúa como aliada del aprendizaje humano.