Cómo la vitamina D fortalece el sistema inmune y protege el bienestar emocional

Por Lily Zurita Zelada

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Por Jorge López

La exposición al sol es un factor clave para la salud, no solo por su efecto en la síntesis de vitamina D, sino también por su influencia en el estado de ánimo y en la capacidad defensiva del organismo. La falta de contacto con la luz natural, cada vez más frecuente en la vida urbana, está relacionada con mayor riesgo de depresión, fatiga y debilitamiento del sistema inmunitario, afectando la calidad de vida de manera silenciosa.

“Es común que la deficiencia de vitamina D pase desapercibida, pero sus efectos son amplios; influye en el ánimo, la concentración y la capacidad del cuerpo para responder a infecciones. Por eso es fundamental integrar la exposición al sol de forma segura en la rutina diaria”, explica Andrea Jessica Roca, docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

La vitamina D se produce principalmente en la piel mediante la exposición a los rayos ultravioleta del sol y cumple funciones esenciales en la absorción de calcio y fósforo, fundamentales para mantener huesos fuertes. Su influencia alcanza además al sistema inmunitario, contribuyendo a la regulación de glóbulos blancos y a la reducción de procesos inflamatorios crónicos, lo que protege al organismo frente a virus y bacterias.

“Los estudios han demostrado que la deficiencia de vitamina D está asociada con un mayor riesgo de depresión, especialmente en personas con poca exposición al sol. Mantener niveles adecuados puede mejorar la producción de serotonina y otros neurotransmisores clave para el bienestar emocional”, indica en un artículo Mayo Clinic, de Estados Unidos.

Además, la deficiencia de este nutriente está vinculada con un incremento de marcadores inflamatorios como TNF-α e IL-6, lo que favorece estados proinflamatorios que afectan tanto la salud física como mental. La combinación de bajo sol y hábitos sedentarios agrava la vulnerabilidad, especialmente en adultos mayores y personas con enfermedades crónicas, aumentando la susceptibilidad a infecciones.

“La vitamina D regula la respuesta del sistema inmune, ayudando a reducir la inflamación crónica y mejorando la capacidad del organismo para enfrentar infecciones. Su déficit puede generar desequilibrios que van más allá de los huesos, afectando directamente la resistencia ante enfermedades comunes”, añade Roca.  

Para mantener niveles adecuados de manera natural y segura, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda las siguientes acciones simples:

  • Exposición moderada al sol: Dedicar entre 10 y 20 minutos diarios, preferiblemente en la mañana o al final de la tarde, evitando las horas de mayor radiación.
  • Dieta rica en vitamina D: Incluir pescados grasos, huevos, lácteos fortificados y alimentos enriquecidos.
  • Protección cutánea: Aplicar protector solar después de la exposición inicial para prevenir daños en la piel.
  • Suplementación supervisada: Consultar a un profesional de la salud para suplementar vitamina D en climas con poca luz solar o en personas con riesgo de déficit.

La relación entre luz solar y bienestar mental se evidencia en el trastorno afectivo estacional, frecuente en países con inviernos prolongados y baja luz natural. La exposición a la luz mejora la producción de neurotransmisores que regulan el ánimo y ayuda a reducir la ansiedad y la irritabilidad, demostrando que la luz no solo fortalece huesos y defensas, sino también la estabilidad emocional.

“La exposición moderada al sol es una estrategia sencilla pero eficaz para prevenir la depresión y mejorar la respuesta inmunitaria. Integrar la luz natural en la rutina diaria puede ser tan importante como la alimentación o el ejercicio físico”, concluye la docente de Medicina.

Incorporar hábitos que aumenten la exposición solar de forma segura puede marcar una diferencia notable en la calidad de vida. Caminar al aire libre, abrir ventanas para recibir luz natural o realizar actividades en parques no solo mejora el sistema inmunológico, sino que también contribuye a la sensación de bienestar y reduce la vulnerabilidad emocional.

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