Modos de aprendizaje de las IA, aliados clave para la enseñanza personalizada y crítica

Por Manuel Joao Filomeno Nuñez

La inteligencia artificial (IA) no solo está cambiando cómo buscamos información, sino también cómo aprendemos. Plataformas como Gemini, de Google, y ChatGPT, de OpenAI, han incorporado modos educativos —Aprendizaje guiado y Estudio, respectivamente— que ponen el foco en un acompañamiento activo, fomentando la comprensión profunda y el pensamiento crítico. Más que simples asistentes, se han convertido en tutores virtuales que adaptan la enseñanza al ritmo y necesidades de cada estudiante.

“Estos modos pueden personalizar la enseñanza de manera precisa al ajustar el nivel de dificultad y los contenidos según el progreso individual de cada estudiante”, explica Marcelo Pacheco, director de la carrera de Ingeniería de Sistemas en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz. Esta personalización, añade, permite reducir la frustración y mejorar la eficiencia en el aprendizaje.

Los nuevos modos de los populares modelos de IA no se limitan a dar respuestas, sino que analizan el desempeño del alumno para recomendar materiales específicos, ejercicios adicionales o recursos multimedia. En la Universidad de Melbourne, por ejemplo, modelos similares de un curso de ciencias de datos ajusta el nivel de complejidad en tiempo real y ofrece videos explicativos cuando detecta patrones de dificultad.

El modo Aprendizaje guiado de Gemini lleva esta filosofía más lejos, actuando como un “compañero de aprendizaje” que plantea preguntas escalonadas, explica conceptos paso a paso e integra imágenes, diagramas, videos y cuestionarios interactivos. Además, permite crear tarjetas de estudio y guías personalizadas según los resultados de evaluaciones o el material de clase.

El modo Estudio de ChatGPT, por su parte, se centra en guiar al alumno a través del proceso de razonamiento. En lugar de resolverle el problema, le ofrece pistas, enfoques alternativos y correcciones en tiempo real. Así, se estimula la reflexión, la resolución de problemas y la autonomía intelectual, contrarrestando el uso pasivo de la IA como herramienta para “copiar” tareas.

Este cambio de enfoque tiene implicaciones importantes:

  • Fomenta habilidades cognitivas complejas, como el análisis, la síntesis y la evaluación.
  • Ofrece soporte 24/7, superando las limitaciones del horario docente.
  • Refuerza la motivación, al adaptar la dificultad al progreso real del estudiante.

Francisco J. Mayorga, presidente de la Red de Inteligencia Artificial Latinoamericana (RIAL), subraya además el potencial de estos agentes inteligentes —una evolución de los tutores virtuales— para el aprendizaje colaborativo. Estos agentes pueden entrenarse para cubrir temas específicos, y los estudiantes, organizados en grupos, pueden nutrirlos de información y luego compartir ese conocimiento con sus compañeros. “Así, fortalecemos el conocimiento, enseñamos destrezas y desarrollamos habilidades blandas como el trabajo en equipo y la comunicación”, explica.

Este tipo de herramientas democratiza el acceso a una educación de calidad, especialmente en contextos con recursos limitados o enseñanza a distancia. Al estar siempre disponibles y adaptarse a distintos niveles, los tutores virtuales con IA aseguran que más personas puedan aprender a su propio ritmo, sin importar su ubicación o condiciones previas.

No obstante, Pacheco advierte que su efectividad depende de una integración pedagógica estratégica. El tutor virtual debe complementar, no reemplazar, la guía del docente. “La tecnología es potente, pero el valor surge cuando se combina con un diseño educativo sólido”, apunta.

En un momento en que la educación enfrenta el reto de mantener el interés de los estudiantes y formar pensamiento crítico, los modos Aprendizaje guiado y Estudio ofrecen un camino claro: usar la IA no para sustituir el esfuerzo intelectual, sino para potenciarlo. Al poner al alumno en el centro y ofrecerle herramientas personalizadas, estos tutores virtuales reafirman que la verdadera innovación no está en la novedad tecnológica, sino en su capacidad para transformar la forma en que aprendemos.

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