Insuficiencia venosa: la enfermedad silenciosa que cambia vidas pero que podemos prevenir

Por Lily Zurita Zelada

Popularmente, la insuficiencia venosa es más conocida como "várice"

María, de 42 años, trabaja más de 8 horas al día de pie en una tienda. Durante meses, comenzó a sentir pesadez y dolor en las piernas, acompañados de hinchazón al final de cada jornada. Pensó que era solo cansancio, pero una visita al médico cambió su perspectiva: fue diagnosticada con insuficiencia venosa, una enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo y que, cuando no se trata, puede tener consecuencias graves.

“La insuficiencia venosa es una condición patológica caracterizada por una alteración en el retorno venoso, secundaria a incompetencia valvular, obstrucción venosa o ambas, que produce hipertensión venosa sostenida y manifestaciones clínicas como edema, cambios cutáneos y úlceras en las extremidades inferiores”, explica Álvaro Dennis Canchari Quilo, médico cirujano y docente de Medicina en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

En palabras simples, la insuficiencia venosa —conocida popularmente por la aparición de várices— ocurre cuando las venas de las piernas no logran llevar la sangre de vuelta al corazón de forma eficiente. Las válvulas que regulan este retorno sanguíneo se debilitan o pierden elasticidad, generando acumulación de sangre, presión y dilatación en las venas.

Sin cifras exactas, se estima que esta condición afecta a un porcentaje significativo de la población. Se calcula que entre el 30 y el 40 por ciento de la población mundial tiene várices en algún grado, una de las manifestaciones de la insuficiencia venosa. En México, por ejemplo, esta enfermedad es un problema de salud común, pero mayor en los adultos de más de 60 años de edad, porque la padece entre el 70 y 80 por ciento. 

Una enfermedad común pero subestimada

Canchari señala que muchas personas ven las várices solo como un problema estético, pero esta visión es errónea. 

“La insuficiencia venosa afecta la calidad de vida, limita la movilidad y, en casos avanzados, puede provocar úlceras venosas dolorosas y de difícil cicatrización. Esto implica mayor riesgo de infecciones, ausentismo laboral y un impacto considerable en el sistema de salud”, advierte.

Los síntomas más frecuentes incluyen: pesadez y cansancio en las piernas, dolor o sensación de ardor, hinchazón (edema), especialmente al final del día, aparición progresiva de várices, calambres nocturnos o cambios en la piel, como pigmentación o dermatitis, entre otros.

¿Por qué aparece la insuficiencia venosa?

La enfermedad tiene un origen multifactorial. Entre los factores de riesgo, Canchari destaca la genética, la obesidad, el embarazo, los cambios hormonales y los trabajos que requieren estar de pie o sentado por períodos prolongados. 

“El sedentarismo y el sobrepeso son detonantes silenciosos. Una persona que pasa gran parte del día sin moverse está favoreciendo la presión venosa en las piernas, lo que acelera el deterioro de las válvulas”, explica.

La edad también juega un papel importante: el riesgo aumenta con los años, especialmente en mujeres, aunque los hombres no están exentos de padecerla.

Una enfermedad que no debe ignorarse

¿Es peligrosa? La respuesta de Canchari es clara: “Sí, puede ser peligrosa si no se trata a tiempo. Aunque no siempre compromete la vida, puede evolucionar a complicaciones graves como trombosis venosa profunda o úlceras crónicas”.

Estas complicaciones no solo afectan la salud física, sino también la emocional. Muchas personas dejan de realizar actividades sociales por la incomodidad o vergüenza de mostrar sus piernas, lo que puede derivar en problemas de autoestima o depresión.

Tratamientos y control de la insuficiencia venosa

El tratamiento de esta enfermedad varía según el grado de avance. En las fases iniciales, se recomienda adoptar una serie de medidas que ayudan a controlar los síntomas y prevenir su progresión. Entre las principales acciones se encuentran los cambios en el estilo de vida, como mantener un peso saludable, practicar actividad física de manera regular —ya sea caminar, nadar o andar en bicicleta— y evitar permanecer demasiado tiempo de pie o sentado, ya que esto puede agravar la condición.

Asimismo, se aconseja elevar las piernas durante los momentos de descanso para facilitar el retorno venoso. El uso de medias de compresión también es beneficioso, ya que contribuye a reducir la hinchazón y mejora la circulación sanguínea en las extremidades. En algunos casos, el tratamiento puede complementarse con medicamentos flebotónicos, los cuales fortalecen las paredes de las venas y ayudan a aliviar los síntomas.

“En casos severos, existen alternativas quirúrgicas o procedimientos mínimamente invasivos como tratamientos endovenosos con láser o esclerosis. Pero lo más importante es no esperar a que la enfermedad avance para buscar atención médica”, aclara el especialista y docente en Unifranz.

La insuficiencia venosa ha cobrado más relevancia mediática después de que figuras públicas, incluyendo líderes mundiales como el presidente de Estados Unidos Donald Trump, reconocieran padecerla. 

“Cuando una persona influyente habla de su enfermedad, se genera conciencia global. La insuficiencia venosa es muy común, pero a menudo subestimada porque sus primeros síntomas son leves”, señala Canchari.

Esta visibilidad contribuye a que más personas consulten a tiempo y entiendan que no se trata solo de un problema estético, sino de una enfermedad crónica que requiere un manejo integral.

Prevención: el mejor tratamiento

“La insuficiencia venosa es prevenible y tratable si se detecta a tiempo. No debemos esperar a que aparezcan várices avanzadas o úlceras. La prevención es fundamental, especialmente en personas con factores de riesgo”, enfatiza Canchari.

Algunas recomendaciones preventivas incluyen: caminar al menos 30 minutos al día; evitar ropa muy ajustada que dificulte la circulación; mantenerse hidratado; realizar pausas activas si se trabaja mucho tiempo de pie o sentado y usar medias de compresión si existe predisposición familiar.

“No esperemos a que aparezcan várices o úlceras. Consultar a tiempo evita complicaciones que pueden afectar de por vida. La prevención comienza por cuidar de nosotros mismos y de nuestra familia”, concluye el médico y docente en la Universidad Franz Tamayo.

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