Inclusión plena: un reto que exige la participación de todos

En la actualidad, la inclusión plena de las personas con discapacidad sigue siendo un desafío pendiente en muchos ámbitos de la sociedad. A pesar de los avances en leyes y políticas públicas, las barreras físicas, sociales y culturales persisten, limitando el acceso equitativo a derechos fundamentales como la educación, la salud, el empleo y la participación social. Ante esta realidad, la ayuda con enfoques multidisciplinarios se presenta como una herramienta clave para construir sociedades más inclusivas, justas y accesibles.
“La inclusión no es un privilegio, es un derecho humano básico. Un derecho que empieza por la detección temprana, continúa con el acompañamiento profesional y se fortalece con una sociedad que derribe barreras físicas, sociales y culturales”, sostiene Liudmila Loayza, directora de la carrera de Psicología en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
La discapacidad no debe entenderse sólo desde una perspectiva. Más bien, debe abordarse como un fenómeno complejo que involucra factores físicos, psicológicos, sociales, culturales y económicos. La inclusión integral de las personas con discapacidad implica la participación activa y coordinada de diversos sectores profesionales. “Una discapacidad no solo toma a un área como la fisioterapia, la psicología, o la fonoaudiología, afecta a muchas áreas”, sostiene Benedetta Polentes, fisioterapeuta voluntaria proveniente de Italia.
Cada disciplina aporta conocimientos, herramientas y estrategias específicas para derribar barreras. Por ejemplo, desde la arquitectura y la ingeniería, se promueve la accesibilidad física mediante el diseño de espacios sin obstáculos, rampas adecuadas, señalización inclusiva y sistemas de transporte accesible. La tecnología, por su parte, ofrece soluciones como softwares de asistencia, dispositivos de comunicación aumentativa y alternativa, aplicaciones móviles y sistemas de voz que permiten la autonomía de las personas con discapacidad.
“Las personas con discapacidad tienen los mismos derechos que nosotros, además pueden hacer todo lo que la gente sin discapacidad hace como encontrar trabajo, tener una familia , hacer deporte, solamente de una manera diferente. Entonces tenemos que buscar la justa estrategia para incluirlos más en la vida cotidiana que las personas también hacemos”, destaca Polentes.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) subraya la necesidad de enfoques multidisciplinarios para abordar desigualdades en salud. La institución internacional propone la colaboración entre profesionales médicos, organizaciones de personas con discapacidad y gobiernos para mejorar la accesibilidad.
Otro ejemplo es el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) que promueve modelos educativos inclusivos que involucran a docentes, psicólogos, familias y autoridades educativas para adaptar entornos escolares a estudiantes con discapacidad. Estas personas enfrentan barreras en salud, educación y empleo, que se reducen mediante políticas inclusivas y adaptaciones tecnológicas.
“No se trata solo de incluir al otro en el entorno común, sino de incluirnos nosotros al mundo de esa persona. Comprender sus desafíos, acompañar sus procesos y respetar sus tiempos. Sólo así podremos realmente hablar de empatía e inclusión real”, sostiene Loayza, la académica de Unifranz.
Para Matilde Fantoni, fonoaudióloga y también voluntaria italiana, sostiene que el proceso de inclusión comienza desde la infancia y es fundamental garantizar desde los primeros años de vida para que estas personas lleven una vida lo más plena y autónoma posible. “Detectar a tiempo (señales de alerta) permite iniciar terapias adecuadas lo antes posible, y eso marca una gran diferencia en la calidad de vida del niño”
Los enfoques multidisciplinarios para la inclusión de personas con discapacidad se centran en la colaboración de diversos profesionales y sectores para eliminar barreras y promover la participación plena en la sociedad. Tiene principios fundamentales como:
– Colaboración intersectorial: Involucra a profesionales de salud, educación, trabajo social, tecnología y urbanismo, entre los habituales, para asegurar soluciones integrales.
– Participación activa: Promueve la consulta a las personas con discapacidad, y sus organizaciones, en el diseño e implementación de programas de apoyo.
– Capacitación continua: Permite la formación de profesionales y comunidades en temas de accesibilidad, diversidad y eliminación de prejuicios.
– Adaptaciones contextuales: consideran factores como el entorno (rural o urbano), género y tipo de discapacidad.
La inclusión no es responsabilidad de un solo actor. Requiere un trabajo articulado, donde los gobiernos, la academia, la empresa privada, las organizaciones sociales y la ciudadanía en general asuman un compromiso real. La cooperación multidisciplinaria permite abordar la discapacidad desde diferentes ángulos, con miradas complementarias, construyendo soluciones más efectivas y sostenibles.
“Es clave capacitar a todos los sectores para conocer las características de las personas con discapacidad y evitar actitudes discriminatorias. Hay que construir una sociedad donde todos participemos en igualdad de condiciones”, sostiene Alberto Salamanca, director de la carrera de Derecho de la Unifranz.
Incluir es reconocer la diversidad humana como un valor, no como una limitación. Es crear sociedades donde todas las personas, sin importar sus condiciones, puedan desarrollarse plenamente, participar activamente y ejercer sus derechos en igualdad de condiciones. Solo con enfoques multidisciplinarios será posible avanzar hacia ese objetivo común de justicia, equidad y dignidad para todos.