¿Puede la inteligencia artificial reemplazar a los docentes?

Por Aldo Juan Peralta Lemus

La irrupción de la inteligencia artificial (IA) y el auge de la producción del contenido educativo en línea están cambiando la forma de enseñanza a nivel global. Estas tecnologías cada día ocupan más terreno en el sector de educación en forma de herramienta y apoyo tanto para estudiantes como para docentes. Sin embargo, una pregunta inquietante cobra fuerza en medio del progreso tecnológico: ¿pueden la IA y las plataformas digitales reemplazar el rol del docente en el aula?

Vanessa Schmidt, docente de la Facultad de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Franz Tamayo sostiene que la comprensión de los contenidos tiene una particularidad especial, porque surge a partir del diálogo y la interacción entre el docente y el estudiante.

“La inteligencia artificial puede imitar patrones y adaptar contenidos, pero le falta algo esencial: la empatía y la intuición humanas. Un docente interpreta gestos, emociones y contextos invisibles para las computadoras y las plataformas virtuales de educación. La pedagogía es también un arte creativo que va más allá del algoritmo; es presencia, inspiración y conexión”, sostiene Schmidt.

El uso de inteligencia artificial (IA) en la educación no es ciencia ficción. Desde plataformas que corrigen exámenes automáticamente hasta asistentes virtuales que responden dudas al instante, el ecosistema educativo vive una revolución silenciosa. Pero más allá de la eficiencia, surge una duda esencial: ¿qué se pierde cuando la figura humana del maestro se diluye en medio de pantallas y algoritmos?

Para algunos defensores de la tecnología, la IA representa una oportunidad única para democratizar la educación. Plataformas como Khan Academy, Duolingo o incluso ChatGPT ofrecen acceso gratuito y personalizado a millones de estudiantes en todo el mundo. Con esta generación de contenido a un click, la enseñanza se vuelve más accesible, flexible y eficiente.

Un punto a favor para la tecnología es que los sistemas de IA tienen la capacidad de adaptarse al ritmo de cada estudiante, ofrecer retroalimentación inmediata y generar contenido a medida, algo que sería muy difícil de lograr con un solo docente en un aula con 30 o más alumnos. Sin embargo, esta eficiencia técnica no siempre se traduce en una experiencia educativa completa.

Por otro lado, el contenido en línea es información (o material multimedia) que está presente en la red. Esto incluye textos, imágenes, videos, audios, infografías, e incluso aplicaciones y juegos que se encuentran en redes sociales, blogs y otras plataformas online o hasta en sitios web específicos como Udemy, Domestika, Open English. El propósito de este contenido en educación es compartir conocimientos, impartir cursos, o brindar recursos educativos, pueden ser gratuitos o cursos de pago.

“El contenido en línea puede personalizar ritmos y estilos de aprendizaje, lo cual es valioso. Las actividades asincrónicas permiten que cada quien trabaje en su propio tiempo y esto democratiza la educación y rompe barreras de distancia y tiempo. Sin embargo, su efectividad depende del acompañamiento humano. La comprensión profunda surge del diálogo, la curiosidad compartida y la capacidad del docente de detectar lo que un estudiante no dice, pero necesita”, destaca Vanessa Schmidt

Según la docente de ingeniería de sistemas y colaboradora en el área de Enseñanza y Aprendizaje de Unifranz, reflexiona que el contenido en línea y los sistemas de IA carecen de sensibilidad emocional. Estos no pueden percibir las sensaciones y reacciones de un alumno cuando está en aula, si se siente intimidado, aburrido o desmotivado. Tampoco tienen la capacidad de generar dinámicas sociales, fomentar el trabajo en equipo o mediar en conflictos dentro del aula.

Un estudio de la Universidad Cornell, sobre si la IA reemplazaría o ayudaría a los docentes en la educación superior y la revolución de la IA en el campo educativo, sostiene que la IA eventualmente puede reemplazar al profesorado, sin embargo, se reconoce y argumenta que los docentes, de carne y hueso, poseen cualidades únicas como el pensamiento crítico, la creatividad y las emociones, tres diferenciales que los hacen irremplazables.

Por otro lado, el mismo estudio sugiere que la integración eficaz de la IA para mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje sin el temor de considerarla un sustituto.

La educación no se limita a los contenidos. Los docentes enseñan a pensar, a cuestionar, a desarrollar habilidades blandas como la empatía, la responsabilidad y el pensamiento crítico. Son modelos de comportamiento, guías en la formación ética y ciudadana de los estudiantes.

En algunos contextos, como zonas rurales o lugares con falta de docentes, el uso de IA puede ser una solución temporal o complementaria. Pero sustituir al maestro por completo podría generar una enseñanza deshumanizada y carente de contexto cultural y emocional.

“El mayor riesgo es deshumanizar el aprendizaje. Se pierde el vínculo afectivo, el pensamiento crítico nutrido en la conversación y la capacidad del docente para despertar vocaciones. La educación sin seres humanos puede volverse eficiente, pero fría, incapaz de formar ciudadanos íntegros y creativos. Además, cada docente evalúa a sus estudiantes en un contexto único de cada región y nivel educativo, por lo que la IA no puede suplantar a las personas”, asegura Schmidt.

Reemplazar al docente no solo sería un error técnico, sino también un retroceso pedagógico. Porque enseñar va mucho más allá de transferir conocimiento: es inspirar, guiar, motivar y transformar. Y eso, hasta ahora, ninguna máquina lo ha logrado con la profundidad de un buen maestro.

La educación del futuro será tecnológica, sin duda. Pero también deberá ser profundamente humana. Porque detrás de cada aprendizaje significativo, hay siempre una persona que supo enseñar.

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