Por Lily Zurita
Aunque la era digital ha brindado innumerables avances tecnológicos, hay algo especial en el acto de escribir a mano que va más allá de simplemente plasmar palabras en papel.
Si bien los primeros registros de escritura a mano, con jeroglíficos adaptados, datan de hace 4000 años, aproximadamente, y que la primera escritura con alfabeto se ubica en 1850 A.C., esta forma de expresión ha influido en la historia de la humanidad.
Ya sea con símbolos, letras o signos, a lo largo de siglos, el ser humano expresó sus sentimientos y emociones; y dejó a la posteridad formas de vivir que de otras maneras hubiera sido difícil mantener en la cultura colectiva.
Además, la forma de escribir, redactar correctamente y sin faltas de ortografía refleja nuestra personalidad y la importancia que le damos a que los demás entiendan lo que expresamos en un papel.
Clara Solórzano, jefa de Enseñanza Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, explica que uno de los aspectos más importantes de escribir a mano tiene que ver con la retención de información en la memoria a largo plazo.
“Permite que se organice mejor el pensamiento. Además, se ha asociado al aumento de la capacidad de generar nuevas ideas al escribirlas manualmente, en comparación con lo que sucede cuando se escribe en un teclado”, puntualiza.
Aunque aún no se comprende completamente el porqué de este fenómeno, parece que el acto físico de trazar letras y palabras con la mano desencadena procesos mentales que fortalecen la conexión entre lo que se escribe y la memoria. Esta asociación entre escritura y memoria no solo facilita el aprendizaje, sino que también contribuye a una mejor organización del pensamiento.
“Es como si el proceso más íntimo y laborioso de la escritura manual permitiera al cerebro explorar nuevos caminos y conexiones que no serían tan accesibles de otra manera”, dice la pedagoga.
Sin embargo, el valor de la escritura a mano va más allá de los beneficios cognitivos. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha utilizado la escritura manual como una forma de expresar sus pensamientos, dejando huella imborrable de sus vidas, creencias y experiencias, enriqueciendo así su legado cultural.
Qué pasa en el cerebro cuando escribimos a mano
Solórzano explica que escribir a mano activa fundamentalmente las áreas motora, visual y cognitiva del cerebro. Cuando esto ocurre se ponen en movimiento las redes neuronales por lo que aumenta nuestra capacidad intelectual.
“También es de vital importancia en la evolución de la motricidad fina en los niños pues permite que el mecanismo cerebral que controla los movimientos voluntarios, aislados y especializados del cuerpo se active mientras realizan ejercicios de coordinación mano-ojo y de manejar la coordinación de los dedos que hacen pinza para sostener el lápiz o el bolígrafo”, puntualiza.
Beneficios de escribir a mano
El escribir a mano aporta varios beneficios al ser humano. Solórzano menciona los siguientes:
● Activa la memoria semántica, porque al escribir, además de pensar en la palabra, debemos usar todo el conocimiento que tenemos de cómo trazar los rasgos de las letras, recordar las reglas de acentuación y que esté bien empleado el significado dentro del texto que se construye.
● Ayuda a las personas nerviosas o con ansiedad porque al escribir se centran más en la claridad, ortografía y la expresión de las ideas que en lo que les produce ansiedad.
● Permite procesar la información y ponerla en nuestras propias palabras, lo que mejora la comprensión lectora.
● Facilita el pensamiento sistémico porque permite poner en papel mapas y esquemas conceptuales y apreciar mejor las relaciones entre los elementos y su jerarquía en el orden de los sistemas.
● Retrasa la aparición de enfermedades como la demencia senil o el Alzheimer.
● Permite concentrar la atención.
● Estimula funciones ejecutivas del cerebro, como la planificación o la flexibilidad.
“Permite desarrollar la metacognición porque al escribir conceptos implica comprenderlos y no estudiarlos o memorizar nada más. La escritura exige establecer relaciones entre significados, varios conceptos y muestra el conocimiento previo de quien escribe”, explica.
Fomentar la escritura manual entre estudiantes
Nativo digital, Matías asegura que, desde que salió bachiller, escribe ya muy poco a mano y que cuando lo hace, le duelen sus dedos y la muñeca.
“Los apuntes en la ‘U’ los hago en mi laptop, los trabajos prácticos también. Converso con varios de mis amigos por WhatsApp o por otros chats en los que interactuamos”, comenta.
Al respecto, Solórzano sostiene que se debe retomar la motivación de los estudiantes para escribir a mano y plantea que ellos (los jóvenes) vean en la práctica de la escritura una forma muy personal de expresión, que pueden dejar plasmada en un diario o enviarse cartas a su yo del futuro.
“También pueden participar en clubes de escritores principiantes, ya que compartir ideas con otros enriquece la interacción social y el repensar formas de escribir sobre un tema. Además, pueden hacer ejercicios que permitan visualizar la caligrafía como una huella digital para que otros visualicen lo que pensamos”, manifiesta.
Escribir a mano, finalmente, no es simplemente una técnica de escritura, sino una herramienta poderosa para el pensamiento, la creatividad y la expresión personal, reflexiona la académica.
“A medida que avanzamos en la era digital, no debemos perder de vista el valor intrínseco de este acto aparentemente simple, que nos conecta con nuestra historia y nos ayuda a dar forma a nuestro futuro”, concluye.