En la búsqueda constante de fortalecer los lazos entre el ámbito académico y el mundo laboral, la formación dual emerge como un modelo educativo innovador y enriquecedor para el futuro de la educación superior. Establece un puente sólido entre la academia y el mundo laboral. Al mismo tiempo, brinda oportunidades de crecimiento personal y profesional para los estudiantes.
Para Jon Altuna, vicerrector de la Universidad de Mondragón (España) y coordinador de la Alianza Universitaria Europea EU4DUAL, la formación dual se concibe como un proceso de aprendizaje que integra de manera efectiva la teoría con la práctica, fusionando el entorno académico con el ambiente laboral de las entidades colaboradoras.
Este modelo de colaboración, que trasciende el tradicional esquema empresa-universidad, involucra a diversas entidades, desde el sector público hasta entidades sociales, que se convierten en agentes formadores.
“Es un modelo de colaboración entre la universidad y las entidades colaboradoras. No es una empresa (…). Se caracteriza por una fuerte integración del aprendizaje que sucede tanto en el entorno académico como el entorno de la entidad colaboradora”, asegura Altuna.
El académico participó en el “V Foro Internacional de Innovación Educativa: El futuro de la educación, reflexiones desde Bolivia para Latinoamérica”, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en Santa Cruz de la Sierra.
Esta sinergia entre la universidad y las entidades colaboradoras no solo enriquece el proceso educativo, sino que también contribuye a la adaptación de la academia a las demandas cambiantes del mercado laboral.
La formación dual representa un reconocimiento de que el aprendizaje no se limita únicamente al entorno universitario, sino que puede tener lugar en la sociedad y en las entidades colaboradoras. Es un complemento al aprendizaje formal, permitiendo a los estudiantes experimentar de primera mano los desafíos y dinámicas del mundo laboral mientras adquieren conocimientos académicos.
“Entendemos que la formación dual es uno de los elementos cruciales de cara al futuro. La simbiosis entre lo que está sucediendo en el mundo real y el futuro del trabajo y cómo van evolucionando las profesiones y los sectores económicos y sociales está perfectamente conectado con la universidad”, agrega el experto en educación dual.
Uno de los aspectos más destacados de la formación dual es su capacidad para acortar el llamado «gap formativo» entre la teoría y la práctica. Proporciona a los estudiantes una visión más realista de su futura profesión.
Además de ofrecer oportunidades de autofinanciamiento, la formación dual se erige como una vía alternativa de acceso a la universidad y de inclusión social para colectivos que históricamente han enfrentado barreras en el acceso a la educación superior.
Los estudiantes que participan en programas de formación dual resaltan el impacto positivo en su desarrollo personal, destacando el crecimiento y la madurez alcanzados a través de esta experiencia única.
Para Altuna, “si hay algo que destacan los estudiantes que participan en la formación dual es que les aporta un desarrollo personal y un crecimiento y madurez que no lo consiguen estando con sus pares dentro del campus universitario”.
Este enfoque transforma el papel de las entidades colaboradoras, que pasan de ser meros receptores de mano de obra a convertirse en agentes activos de formación y desarrollo profesional.
A pesar de sus numerosos beneficios, es importante señalar que aún persisten desafíos en la percepción y adopción de la formación dual por parte de algunas empresas y sectores de la sociedad.
Es fundamental entender que la formación dual no es un gasto, sino una inversión en el capital humano y en el futuro de la sociedad, promoviendo la responsabilidad social empresarial y contribuyendo al desarrollo sostenible.
De la linealidad a la diversidad de caminos
Altuna afirma que la educación se encuentra en un proceso permanente de transformación profunda. Este cambio trasciende la tradicionalidad de la educación lineal para abrazar un enfoque más diverso y flexible: la educación no lineal.
Este nuevo paradigma educativo está marcando un hito en la forma en que concebimos el aprendizaje y prepara a las generaciones futuras para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
La educación lineal, caracterizada por un camino educativo predeterminado y estructurado, ha sido durante mucho tiempo el modelo predominante en la mayoría de los sistemas educativos.
Sin embargo, este enfoque está siendo cuestionado ante las demandas de una sociedad cada vez más dinámica y globalizada. La educación no lineal propone un cambio radical al reconocer y valorar la diversidad de habilidades, intereses y estilos de aprendizaje de los estudiantes.
Según el experto, la educación estaba concebida de forma muy lineal, donde cada etapa tenía su propia cualificación y sus propias etapas, pero que en la actualidad las etapas educativas ya no son tan lineales y progresan de diferentes formas, en donde las titulaciones universitarias ya no cobran sentido para una etapa concreta de la vida, sino a lo largo de la vida.
“El gran cambio en las universidades es que estamos pasando de una educación lineal a una educación a lo largo de la vida y, sobre todo, no lineal donde las trayectorias de aprendizaje ya no están preconcebidas, sino que van a ser muy diversas”, explica.
Este proceso de transición hacia la educación no lineal implica la ruptura de los esquemas tradicionales de enseñanza y aprendizaje. Ya no se trata simplemente de seguir un currículo estándar, sino de ofrecer múltiples vías y oportunidades para que los estudiantes exploren y desarrollen sus talentos de manera personalizada. La tecnología juega un papel crucial en este cambio, al proporcionar herramientas y plataformas que facilitan el acceso a una educación más flexible y adaptada a las necesidades individuales.
Uno de los aspectos más destacados de la educación no lineal es su capacidad para fomentar la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Al permitir a los estudiantes tomar el control de su propio proceso de aprendizaje, se promueve una mayor autonomía y motivación intrínseca. Además, este enfoque prepara a los jóvenes para enfrentar un mundo laboral en constante cambio, donde la capacidad de adaptación y el aprendizaje continuo son fundamentales.
Sin embargo, el camino hacia la educación no lineal no está exento de desafíos. Requiere un cambio de mentalidad tanto por parte de los educadores como de los sistemas educativos en su conjunto.
Altuna señala que es necesario repensar las estructuras y prácticas educativas para garantizar que todos los estudiantes tengan acceso a una educación de calidad y que se respeten sus diferencias individuales.
La transición de la educación lineal a la educación no lineal representa un cambio de paradigma fundamental en el ámbito educativo. Este proceso no solo busca preparar a los estudiantes para el futuro, sino también empoderarlos para ser agentes de cambio en una sociedad en constante transformación.