Unifranz y Mondragón gestan prototipos que redefinen la educación en Bolivia

A medida que el conocimiento se transforma aceleradamente y la inteligencia artificial impone nuevos paradigmas, la transformación de la educación superior se vuelve una necesidad impostergable. Bajo esta premisa, una alianza estratégica entre Mondragón Unibertsitatea, del País Vasco (España), y la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en Bolivia, apuesta por la innovación educativa desde el compromiso, la experiencia compartida y, sobre todo, el ser humano como eje central del aprendizaje.
Fruto de esta colaboración internacional, cuatro prototipos disruptivos se han gestado y comienzan a tomar forma en Unifranz, marcando un antes y un después en el modelo educativo nacional. Esta iniciativa pionera responde a la necesidad de repensar no sólo cómo se enseña a aprender, sino cómo se forma a las personas para afrontar los desafíos del presente y el futuro.
“Nosotros estamos inmersos en una experiencia de intercambio entre dos universidades que han hecho una apuesta importante por la innovación educativa”, afirma Arantza Ozaeta, docente investigadora de Mondragón Unibertsitatea, quien junto a Mikel Etxaburu, acompaña la presentación de los prototipos en un taller de especialización en estrategias de facilitación para el cambio en instituciones educativas, dirigido a expertos de Unifranz en la ciudad de Cochabamba.
Esta colaboración comenzó en octubre de 2024, con una visita inicial desde Mondragón para compartir metodologías, dinámicas y experiencias prácticas de transformación educativa. Desde entonces, el proceso ha incluido acompañamiento constante, asesoramiento técnico y un viaje de inspiración a España, donde representantes de Unifranz pudieron conocer de cerca las estrategias más avanzadas en innovación pedagógica.
“Ha sido un proceso de gran impacto para los que han participado. Han visto experiencias de primera línea y todas esas ideas se han incorporado a los prototipos que han realizado”, asegura Ozaeta.
Cuatro prototipos que miran al futuro
Los resultados de esta cooperación internacional se traducen en cuatro prototipos que, según Ozaeta, “van a impactar directamente en el desarrollo del modelo educativo de Unifranz”. Cada uno responde a una tendencia global en educación y a una necesidad específica del entorno boliviano:
- Modelo de persona como eje del aprendizaje: “Nos define y nos compromete como universidad”, resalta la experta. Se ha logrado establecer cuándo y dónde medir los rasgos que Unifranz aspira a formar: explorador creativo, innovador disruptivo, ser íntegro y ciudadano universal. Ya no es una declaración de intenciones, sino un componente estructural del modelo formativo, que se integra a la memoria de carrera
- Memoria de carrera: se constituye en la base para el rediseño de la oferta académica. Es una nueva forma de pensar el currículum, alineado con las necesidades sociales, el modelo de persona y las metodologías activas.
- Microcredenciales: responde a la convicción institucional de que la educación debe ser continua, flexible y significativa a lo largo de la vida. Se ha creado una estructura institucional que permite reconocer aprendizajes en trayectorias diversas y que habilitan nuevas formas de acceder al conocimiento.
- Ecosistema de innovación: propone un modelo de trabajo con actores clave del entorno. La universidad desde esta mirada genera soluciones reales con impacto directo en el tejido social y productivo.
El vicerrector académico nacional de Unifranz, Erick Gustavo Montaño, destaca que estos prototipos permiten escalar la oferta formativa con claridad y propósito.
“Es una forma de escalar nuestra oferta formativa especificando e identificando claramente cuál es la propuesta de valor que tiene Unifranz en función al modelo educativo que ha generado. A partir de ello, a través de microcredenciales, vamos a certificar habilidades blandas y estas habilidades blandas van a incorporarse en el currículum”, explica.
Además, resalta que la implementación de los prototipos contempla una profunda interacción con el entorno real.
“La integración con el entorno cobra fuerza a través del ecosistema de innovación, un modelo de trabajo colaborativo que busca abrir la universidad al mundo real: escuchar, colaborar y, sobre todo, generar soluciones concretas y pertinentes a las necesidades del sector productivo y empresarial”, asegura.
Formar personas, no solo profesionales
Uno de los pilares de esta transformación es el “modelo de persona”, una propuesta que invita a las universidades a preguntarse cuál debe ser su verdadero rol en la sociedad actual. Para Ozaeta, el gran desafío está en formar seres humanos integrales, no solo técnicos competentes.
“Formar en competencias es necesario, pero no suficiente. El conocimiento y su forma de generarse ha cambiado muchísimo, y cambiará aún más con la inteligencia artificial. Por eso, necesitamos desarrollar otro tipo de competencias, más humanas”, explica la experta española.
En esa línea, Unifranz ha optado por integrar a su modelo educativo cuatro dimensiones fundamentales: el innovador disruptivo, el creador, el ser íntegro y el ciudadano universal. Rasgos que permiten responder no solo a las demandas del mercado laboral, sino también a los desafíos éticos, sociales y culturales del siglo XXI.
Montaño, por su parte, puntualiza que para Unifranz las habilidades blandas son parte de la formación del futuro profesional.
“En ese sentido, junto con el proyecto de memoria de carrera que estamos trabajando, hemos visto la relevancia de que estas características se formen transversalmente en todas las asignaturas, pero sobre todo en las experiencias educativas que definimos en las tipologías de experiencia de aprendizaje”, señala.
Esta transformación, según el académico, no es improvisada, sino producto de un proceso meticuloso y colectivo entre dos universidades que trabajan en la transformación educativa.
“Este es un proceso de más de un año, un proceso que ha tenido muchas interacciones, ha requerido la participación de nuestros líderes, de nuestros profesores, junto con el acompañamiento permanente de los mentores de Mondragón”, sostiene.
A partir de ese trabajo cooperativo, reflexiones y metodología basada en design thinking, “lo que hemos hecho, en el encuentro de Cochabamba, es validar estos prototipos e integrarlos en la oferta académica y curricular que tenemos como universidad para incidir positivamente en el entorno”, acota el vicerrector académico de Unifranz.
Innovación educativa
Para Unifranz, la innovación educativa es un compromiso transformador que rompe con las limitaciones de las prácticas tradicionales para redefinir el aprendizaje como un proceso adaptable, inclusivo y profundo. Es una revolución en la que la tecnología, la creatividad, y el pensamiento crítico no son accesorios, sino el núcleo que articula un aprendizaje colaborativo y personalizado.
La verdadera innovación no solo mejora los métodos existentes, sino que reestructura las bases del sistema educativo, desafiando roles establecidos, replanteando el objetivo mismo de la educación y cultivando agentes de cambio comprometidos con una sociedad sostenible y equitativa.
En este sentido, cada parte del entorno educativo, desde el aprendizaje hasta la administración, se reconfigura continuamente en un entorno de cambio constante, donde cada persona no solo participa, sino que encarna y vive la innovación como una responsabilidad hacia el futuro.
Aprender haciendo, transformar compartiendo
Esta experiencia no es un proyecto aislado, sino parte de una estrategia más amplia que posiciona a Unifranz como referente en innovación educativa en Bolivia y la región. La universidad ha asumido el compromiso de transformar la educación desde dentro, con acciones concretas y alianzas estratégicas que trascienden lo simbólico para tener impacto real en las aulas y en la vida de los estudiantes.
En tiempos donde el conocimiento se vuelve obsoleto con rapidez, donde el futuro del trabajo exige creatividad, adaptabilidad y conciencia social, el verdadero valor de una universidad no está solo en los títulos que otorga, sino en las personas que forma.
La alianza con Mondragón Unibertsitatea no solo representa un hito institucional, sino una puerta abierta a nuevas maneras de pensar, hacer y sentir la educación, en un esfuerzo colaborativo que mira hacia un futuro donde las universidades no sólo transmiten conocimiento, sino también inspiran transformación social.
“Las universidades que estamos intentando hacer otras ingenierías dentro de la innovación educativa necesitamos trabajar en red. Y lo que está ocurriendo aquí, en Bolivia, es una señal de esperanza para toda América Latina”, concluye Ozaeta.