Unifranz lidera debate sobre políticas públicas para fortalecer la economía creativa en Bolivia

La Universidad Franz Tamayo, Unifranz, clausuró el viernes 12 de septiembre, en El Alto, el III Foro Internacional de Economía Creativa, un espacio que puso en el centro del debate público las estrategias y políticas públicas necesarias para impulsar un sector clave en la diversificación económica de Bolivia. Expertos, emprendedores, gestores culturales y autoridades coincidieron en que la economía creativa se perfila como alternativa sostenible al modelo extractivista y como motor de inclusión, innovación y desarrollo territorial.
“Se han superado las expectativas, no solamente por el perfil de quienes han asistido como expertos, sino también por la participación de autoridades municipales y del sector privado, que ahora tienen más herramientas para generar políticas y agilizar procesos para quienes desean emprender”, afirmó Eve Gómez, vicerrectora de Unifranz El Alto.
Para la académica, el impacto del foro va más allá del intercambio de experiencias: busca que las conclusiones se traduzcan en decisiones concretas dentro de la llamada “triple hélice” —academia, empresa y Estado—, con el fin de consolidar un ecosistema creativo robusto.
El foro dejó claro que la creatividad no es un accesorio, sino un recurso estratégico que requiere planificación, datos y políticas públicas para materializarse. Los participantes señalaron que Bolivia debe superar la mirada extractivista y comenzar a invertir en su talento humano, patrimonio cultural e innovación tecnológica. La creatividad, además de generar valor económico, también fortalece la cohesión social y promueve la sostenibilidad, temas que atravesaron cada uno de los paneles.
En esa línea, Sumaya Prado, gerente general de Gustu Gastronomía, enfatizó la necesidad de que la innovación no pierda de vista sus raíces. “Es importante visibilizar los esfuerzos de economía creativa para sembrar un nuevo horizonte de desarrollo sostenible en Bolivia. Tenemos toda la riqueza, los productos y el talento para ocupar un sitial de honor dentro de la gastronomía mundial”.
Para la gestora, la clave está en mirar hacia adentro, revalorizar la biodiversidad y reconocer la labor de los productores que sostienen las cadenas alimentarias.
La sostenibilidad, en este ámbito, no se limita al cuidado ambiental, sino también a la justicia social y al respeto al productor. Prado fue contundente al señalar que el cambio comienza con un acto cultural de consumo: dejar de menospreciar lo boliviano.
“Cuando pedimos rebaja al productor o no valoramos su trabajo, le estamos restando futuro al país. La sostenibilidad requiere que aprendamos a respetar lo que tenemos y a consumir con orgullo nuestros productos”, sostuvo.
La mirada empresarial también tuvo un espacio central en el foro. Para Gabriel Ágreda, director ejecutivo de Innovación Bebidas SRL, el desafío principal de emprender en Bolivia está en la constancia y la planificación.
“Tener un modelo de negocios es realmente el mapa que nos va a decir qué queremos hacer y cómo lo vamos a hacer. Si no existe esa planificación, es muy difícil que un emprendimiento salga adelante en un país tan hostil como Bolivia”.
Ágreda explicó que los modelos deben ser flexibles, capaces de evolucionar según las oportunidades y cambios del mercado, pero siempre con una base sólida que garantice sostenibilidad.
La visión cultural estuvo representada por Patricia García, actriz, directora teatral y gestora cultural, quien destacó que los foros cumplen un rol social y político.
“A través de espacios como este podemos escuchar experiencias, generar preguntas y visibilizar lo que somos como país, más allá de nuestras burbujas. La ciudad de El Alto está reconfigurando una nueva identidad, integrando lo global y lo local en un proceso creativo transformador”, afirmó.
García también resaltó que la academia debe asumir un papel más activo, revisando sus procesos y adaptándose a las demandas de los jóvenes que buscan insertarse en un mercado cambiante.
Los paneles del foro
Durante dos jornadas, el evento abordó distintos ángulos de la economía creativa. En el panel “Emprendimiento y modelos de negocio”, los participantes mostraron cómo la gastronomía y las bebidas bolivianas pueden competir a nivel global sin perder identidad. La innovación tecnológica, la colaboración entre emprendedores y la articulación con productores fueron destacados como claves para la sostenibilidad de este sector.
En el panel “Innovación y construcción de identidad en la creatividad local”, artistas, muralistas y diseñadores coincidieron en que la creación cultural no solo genera belleza, sino también cohesión social y sentido de pertenencia. Allí se subrayó que la innovación no siempre significa romper con el pasado, sino reinterpretar tradiciones vivas, como la estética de la chola paceña o las festividades patronales, para proyectarlas en clave contemporánea.
El debate “Economía creativa como motor de desarrollo sostenible” amplió la mirada hacia el impacto macroeconómico del sector, destacando el rol del turismo cultural y digital como fuentes de empleo, y la necesidad de que las políticas públicas fortalezcan la cadena de valor. Los panelistas coincidieron en que, para avanzar, se requiere superar los prejuicios sobre la rentabilidad cultural, diversificar las fuentes de financiamiento y construir alianzas entre Estado, empresa y sociedad civil.
La conclusión general fue que Bolivia dispone de los recursos, pero necesita voluntad política, investigación y articulación institucional para convertir la economía creativa en un pilar de desarrollo sostenible. En ese camino, la academia se perfila como un actor fundamental para generar datos, formar talento y acompañar al sector privado en la innovación.
Al cerrar el foro, la vicerrectora de Unifranz El Alto insistió en que la economía creativa es una oportunidad única
“La economía creativa es una mina de oro abierta en el talento de nuestros jóvenes y la oportunidad que genera la innovación. Unifranz ha mostrado su compromiso en ser parte activa de este proceso, articulando academia, empresa y Estado para construir un desarrollo sostenible”, indicó.
Con esa declaración, esta Casa de Estudios Superiores ratificó su papel como puente entre la creatividad y las políticas públicas, demostrando que la educación superior también puede ser un motor del cambio económico y social.