Síndrome de desgaste por empatía: cuando enfermamos por problemas ajenos

Síndrome de desgaste por empatía: cuando enfermamos por problemas ajenos

 

Carmiña Roca, odontóloga, comparte que su empatía a menudo la lleva a involucrarse demasiado con personas en dificultades, lo que le ha causado depresión. Realiza un voluntariado anual en comunidades apartadas para atender la salud bucal, donde escucha las necesidades de la población. 

En su último viaje a Inca Pampa, conoció a un anciano con una grave infección en el pie, que no recibió atención médica por falta de identificación. Aunque el grupo de voluntarios logró curarlo, el anciano necesitaba seguimiento y cuidados adicionales para evitar una posible amputación.

Carmiña decidió quedarse más tiempo para ayudar en la recuperación del anciano, ya que le resultaba complicado movilizarlo y él vivía solo. Durante ese tiempo, experimentó una mezcla de satisfacción por poder ayudar, preocupación por su estado y una profunda tristeza.

 “Por un lado fue gratificante ayudarlo, pero  también me generó mucha preocupación imaginar cómo estaría él cuando yo ya no pueda acompañarlo. Mis obligaciones me ponen un límite y días después tuve que regresar a mi trabajo en la ciudad, y en todo el trayecto sentí rabia e impotencia de no poder hacer más por él. Me costó recuperarme de la depresión en la que estaba, mientras intentaba seguir pendiente de su salud a distancia”, recuerda Carmiña.

La situación de Carmiña describe las características del Síndrome de Desgaste por Empatía (SDE), que la docente de Unifranz define como emociones, pensamientos y conductas que son el resultado de empatizar profundamente con las situaciones dolorosas y traumáticas que viven otras personas. Esta condición es bastante recurrente en salubristas, psicólogos, trabajadores sociales, voluntarios y todo aquel que trabaje en torno al sufrimiento de un individuo.

La especialista aclara que no solo está relacionado con la profesión o el oficio, sino también con ciertas personalidades, como la alta sensibilidad y la dependencia. “Las personas que tienen estas características son quienes habitualmente van a querer ayudar a otros a resolver sus problemas, incluso con acciones que pueden estar alejadas de lo que realmente les concierne”.

¿Cómo identificar el Síndrome de Desgaste por Empatía?

Montoya señala que las primeras señales del Síndrome de Desgaste por Empatía (SDE) incluyen desgano y distanciamiento del entorno, incluso de la familia. También se manifiesta a través de pensamientos obsesivos sobre situaciones ajenas, así como sobrecarga emocional, irritabilidad, impotencia, ansiedad, culpa, insomnio y dificultades de concentración.

“El síndrome es común en personas del área de salud que cuidan a enfermos con cáncer terminal y que empiezan a desarrollar los mismos síntomas de la enfermedad pese a no tener fisiológicamente el indicio, pero sí lo sienten y es porque se identifican de manera profunda con la persona que está sufriendo, desde sus emociones, sus pensamientos, sus acciones, eso es el Síndrome de Desgaste por Empatía”, menciona la psicóloga.

Pero existen también síntomas físicos que se manifiestan en forma de dolor de cabeza, aumento o disminución de peso, náuseas y mareos. Montoya alerta que debido a que este tipo de síndrome aún no es muy conocido por la población y que son más los síntomas relacionados a salud mental que física, las personas piensan que pueden controlarlo sin ayuda, cuando existen tres tipos de intervenciones.

El abordaje terapéutico

 Se trabaja desde la psicología de la salud y desde la medicina conductual en torno a una intervención primaria, secundaria y terciaria. La primera es sobre todo psicoeducación y consiste en informar y orientar a las personas sobre los riesgos de desarrollar este síndrome y cuáles son sus síntomas. “La intervención primaria es precisamente admitir que nos está pasando esto, que existe este síndrome y que está presente en la mayoría de personas que tiene contacto con otra en situación vulnerable”, explica la psicóloga.

La intervención secundaria es tomar directamente a psicoterapia para hablar sobre esto, de tal modo que el especialista halle un tratamiento adecuado. Y la terciaria es más comunitaria, se da cuando la persona busca una red de apoyo social con otras personas que atraviesan lo mismo y se puedan entender.

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