Por Manuel Filomeno
La historia de la inteligencia artificial (IA) es mucho más larga y compleja de lo que aparenta ser, desde su conceptualización en los años 50, pasando por los primeros modelos de lenguaje, las respuestas automáticas, las redes neuronales, hasta el Deep Learning y los chatbots conversacionales presentados en el último quinquenio, su desarrollo ha pasado por numerosas fases y avances que rivalizan con la ciencia ficción.
Sin embargo, el camino por recorrer aún es muy largo para que podamos contar con una IA que iguale o supere a la mente humana, llegando a la singularidad, el momento en que su pensamiento se haga completamente autónomo.
“Lo que tenemos hoy, son modelos especializados de IA, inteligencias que son muy buenas para cumplir con tareas específicas (buscar patrones, traducir textos, reconocer rostros, crear bajo ciertas instrucciones). Sin embargo, el gran salto se dará cuando llegue la IA general, la cual tendrá la suficiente autonomía y capacidad para actuar por sí sola, cuando llegue lo que llamamos ‘singularidad tecnológica’”, explica Sergio Valenzuela, docente de la carrera de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
El concepto de “singularidad tecnológica” se sostiene en la idea de que la historia humana se está acercando a un momento en el cual los humanos serán superados por máquinas artificialmente inteligentes o inteligencia biológica cognitivamente mejorada, o ambas, según la definición del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Según esta teoría, los sistemas desarrollados por los humanos ganarán la capacidad de mejorarse a sí mismos recursivamente, creando una línea de desarrollo autónoma que excedería las limitaciones del pensamiento humano.
La pirámide de la IA
OpenAI, desarrolladora de ChatGPT y empresa líder en el desarrollo de la IA, creó un sistema de clasificación de cinco niveles que sigue el progreso de la inteligencia artificial hasta alcanzar el desarrollo completo de la IA general, el cual abarca desde las tecnologías disponibles hasta aquellas que se encuentran aún en el horizonte.
Estos son todos los niveles que comprende la pirámide de OpenAI:
Nivel 1: Chatbots conversacionales
En la base de la pirámide tecnológica se encuentran los chatbots conversacionales contemporáneos. Estos avanzados sistemas han sido diseñados para interactuar con los usuarios mediante el uso del lenguaje natural, emulando una conversación humana fluida y coherente.
Gracias a su capacidad para comprender contextos complejos y generar respuestas relevantes, estos chatbots no sólo proporcionan información precisa, sino que también ofrecen una experiencia de usuario mejorada. Esta tecnología es fundamental en diversas aplicaciones, desde el servicio al cliente hasta la asistencia personalizada, demostrando su versatilidad y eficacia en la vida cotidiana y en entornos profesionales.
Nivel 2: Resolución de problemas a nivel humano
En el segundo nivel se encuentra la capacidad de la IA para resolver problemas con un enfoque similar al humano, sin necesidad de recurrir a herramientas externas.
En este ámbito, la IA es capaz de llevar a cabo tareas complejas que tradicionalmente requerirían la intervención directa de una persona. Por ejemplo, puede analizar grandes volúmenes de datos para identificar patrones y tendencias, tomar decisiones estratégicas basadas en dicha información e incluso realizar diagnósticos en el campo de la Medicina con una precisión sorprendente.
Esta capacidad permite a la inteligencia artificial asumir roles cada vez más sofisticados y críticos, contribuyendo significativamente a mejorar la eficiencia y efectividad en una amplia gama de sectores, desde la atención sanitaria hasta la gestión empresarial.
Nivel 3: Agentes autónomos
En el tercer nivel de la pirámide tecnológica, los sistemas evolucionan hacia agentes autónomos, capaces de operar de manera independiente durante periodos prolongados y gestionar múltiples tareas con gran eficiencia.
Estos avanzados agentes de IA no sólo ejecutan acciones complejas, sino que también toman decisiones informadas sin la necesidad de supervisión constante. Por ejemplo, en el ámbito industrial, estos sistemas pueden supervisar y optimizar procesos de producción, anticipar y resolver problemas antes de que se conviertan en fallos graves y coordinarse con otros sistemas para mantener un flujo de trabajo armonioso.
Esta capacidad de autogestión y toma de decisiones convierte a los agentes autónomos en una herramienta poderosa, aumentando la productividad y liberando a los humanos para que se concentren en tareas más estratégicas y creativas.
Nivel 4: Descubrimientos científicos y creatividad
En el cuarto nivel de la pirámide tecnológica, la inteligencia artificial alcanza su máximo potencial al desarrollar la capacidad de realizar descubrimientos científicos y generar ideas originales.
En este nivel avanzado, la IA no se limita a seguir instrucciones preestablecidas, sino que también posee la habilidad de innovar y crear soluciones novedosas a problemas complejos. Por ejemplo, en el ámbito de la investigación científica, la IA puede analizar grandes conjuntos de datos para identificar patrones ocultos, formular hipótesis y realizar experimentos virtuales para validar sus teorías. Además, en campos como el diseño y la ingeniería, la IA puede concebir nuevos productos y optimizar procesos de manera creativa, aportando enfoques que los humanos podrían pasar por alto.
Esta capacidad para la innovación y la creatividad posiciona a la inteligencia artificial no sólo como una herramienta de apoyo, sino como un socio activo en el avance del conocimiento y la tecnología.
Nivel 5: Operaciones complejas
En el nivel más avanzado de la pirámide tecnológica, la inteligencia artificial asume la capacidad de dirigir operaciones complejas. En este estadio, la IA puede gestionar y coordinar múltiples sistemas y procesos, actuando como una entidad organizativa integral.
Por ejemplo, en el sector empresarial, una IA de este calibre podría supervisar todas las funciones de una empresa, desde la logística y la producción hasta la gestión de recursos humanos y la estrategia de mercado. En el ámbito de la salud, podría coordinar el funcionamiento de un hospital entero, optimizando la asignación de personal, la gestión de pacientes y la distribución de recursos médicos.
Esta capacidad para integrar y orquestar una amplia variedad de tareas permite a la inteligencia artificial no sólo mejorar la eficiencia operativa, sino también responder de manera proactiva a los cambios y desafíos del entorno, convirtiéndose en un verdadero cerebro organizativo.
¿Cuándo llegará la singularidad?
De acuerdo con Valenzuela, hasta hace algunos años, se esperaba que la singularidad llegaría hasta 2050; sin embargo, a raíz de la pandemia y el acelerado desarrollo que han tenido las tecnologías relacionadas a la IA, esta brecha se acortó en 15 años.
“Con la pandemia, hubo mucho impulso y la brecha se acortó en 15 años. Se estima que el 2035 ya deberíamos tener la IA general, que va a ser autónoma en su pensamiento y, quién sabe, hasta sentir por sí mismo”, dice.