Por Guiomara Calle
Esa sensación de despertar agitado, con el corazón latiendo rápido, hace que las personas se pregunten más de una vez ¿por qué soñar con cosas tan inquietantes? ¿qué las causa? Y, sobre todo, ¿pueden evitarse? Las pesadillas están más conectadas de lo que se cree con el estrés, la ansiedad y las preocupaciones diarias.
De acuerdo con Ingrid Morales, docente de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, las pesadillas no son simples imágenes sin sentido, pues la mayoría de ellas, al igual que todos los sueños, reflejan la forma en la que el cerebro lidia con la tensión y la ansiedad del día a día. Explica que el estrés, los miedos y hasta experiencias traumáticas, incluso si son noticias impactantes, pueden desencadenarlas.
Para Félix Soto, también docente de Psicología de Unifranz, las pesadillas están estrechamente ligadas con lo que él llama “restos diurnos”. “Muchas veces lo que vivimos durante el día, ya sea un trauma, miedo o una situación desagradable, queda impreso en nuestra memoria. Esto puede aparecer en nuestros sueños en forma de pesadilla, con una carga afectiva negativa”, señala.
El estrés y la ansiedad son dos de los mayores culpables detrás de estas experiencias nocturnas perturbadoras. Morales menciona que vivir un evento altamente estresante afecta la calidad del sueño. “Nuestro cerebro, intentando procesar todo lo que ha vivido, puede generar pesadillas como una forma de manejar esa situación”.
Las personas con altos niveles de estrés y ansiedad tienen a menudo sus defensas bajas, lo que las hace más vulnerables a experimentar pesadillas porque la preocupación constante y el sobrepensar las cosas pueden alterar la mente y esto se refleja en el sueño, causando pesadillas, afirma Soto.
La frecuencia de pesadillas es una alerta
Pero, ¿qué impacto tienen estas pesadillas en la vida diaria? Ambos expertos coinciden en que, cuando las pesadillas son esporádicas, no representan un problema serio. Sin embargo, si se vuelven frecuentes, pueden afectar la calidad del sueño y, en consecuencia, la rutina diaria.
“Las personas que padecen trastornos de pesadillas a menudo se despiertan irritadas, tienen problemas de concentración y toman decisiones de manera más lenta. Todo esto puede afectar su día a día”, advierte Morales.
Aunque no existe una fórmula mágica para evitar las pesadillas, hay ciertos hábitos que pueden ayudar a reducirlas. La “higiene del sueño”, como la llama Morales, es clave. “Hacer ejercicio al menos dos horas antes de dormir, evitar comidas pesadas justo antes de acostarse y hablar sobre las cosas que te angustian pueden marcar la diferencia”, sugiere.
Soto, por su parte, recalca la importancia de trabajar en los traumas o situaciones que podrían estar detrás de las pesadillas de la mano de un psicólogo, de ser necesario, a través de la terapia, pues en estas sesiones se puede identificar qué relación tienen estas pesadillas con la vida de la persona y cómo abordarlas.
Para aquellos que solo experimentan pesadillas ocasionalmente, los expertos recomiendan prestar atención a los hábitos de vida y las situaciones del entorno que podrían estar afectando el sueño de manera secundaria. “No podemos garantizar que alguien nunca vuelva a tener pesadillas, pero sí podemos trabajar para aliviarlas”, menciona el psicólogo.
Las pesadillas más frecuentes
Precisamente, el Instituto Central de Salud Mental en Mannheim y la Universidad de Friburgo, ambas de Alemania, revelaron las pesadillas más frecuentes tras realizar un reciente estudio:
- Fracaso: Con un 18% de prevalencia, el fracaso fue la pesadilla más frecuente. Está relacionado con dificultades o imposibilidades para lograr el éxito.
- Accidentes: Con un 15% de prevalencia, los participantes mencionaron sueños donde se ahogaban, siniestros vehiculares, resbalones, caídas, entre otros.
- Enfermedad y muerte: Con una prevalencia del 12%, los voluntarios indicaron soñar con enfermedades, afecciones, inquietudes de salud o fallecimiento de un ser querido.
- Preocupación: Con prevalencia del 6%, las personas mencionaron soñar que algo anda mal sin saber qué es, generando incomodidad.
- Agresión física: Que incluye soñar con situaciones de amenazas, ataques directos, agresiones y otro tipo de contextos abrumadores.
Al final del día, o más bien de la noche, las personas tienen pesadillas de vez en cuando. Y aunque pueden ser perturbadoras, lo bueno es que hay formas de manejarlas y, en muchos casos, prevenirlas.