Mente brillante: ¿Cómo estimular y potenciar el cerebro de tu hijo?

Por Aldo Juan Peralta Lemus

Cada niño es único, por lo que las actividades deben adaptarse a sus intereses y ritmo de desarrollo.

El desarrollo cognitivo es el proceso mediante el cual los niños adquieren, procesan y utilizan el conocimiento para entender el mundo que los rodea. Este proceso implica adquirir habilidades fundamentales como la memoria, la atención, el razonamiento, la resolución de problemas y el lenguaje. Fomentar este desarrollo desde las primeras etapas de la vida no solo mejora el rendimiento escolar, sino que también fortalece la capacidad de adaptación, la creatividad y la inteligencia emocional.

Matías Mercado, docente de Psicología en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), afirma que el desarrollo cognitivo es un proceso continuo que ocurre en niños, adolescentes y adultos. Sin embargo, destaca que en la infancia este desarrollo es especialmente notable, ya que los cambios pueden observarse no solo de un año a otro, sino incluso de mes en mes.

“La clave para el desarrollo cognitivo es la estimulación, y más aún, la estimulación diversa. Eso significa que hay que hacer y tener distintas actividades que estimulen distintas áreas del cerebro, las distintas capacidades en la persona”, destaca el académico.

Cada niño tiene su propio ritmo de crecimiento, pero existen estrategias que padres, cuidadores y educadores pueden aplicar para estimular su capacidad mental de manera saludable y eficaz. Los primeros cinco años de vida son fundamentales, ya que el cerebro infantil es especialmente receptivo a los estímulos. En esta etapa se forman millones de conexiones neuronales que sentarán las bases del aprendizaje futuro.

El desarrollo cognitivo en la infancia se construye a través de la interacción con el entorno y el apoyo social. Un estudio del National Institute of Child Health and Human Development sostiene que el cerebro de los niños es altamente plástico hasta los siete u ocho años, lo que permite un aprendizaje acelerado mediante estímulos variados.

Las interacciones diarias, como hablar, cantar, jugar y leer en voz alta, tienen un impacto significativo. La estimulación no se trata de acelerar el aprendizaje, sino de ofrecer experiencias variadas que despierten la curiosidad y favorezcan el desarrollo integral de los infantes. El juego, por ejemplo, es una herramienta poderosa: a través de él, el niño aprende a explorar, imitar, planear, resolver y tomar decisiones.

Según la American Academy of Pediatrics (AAP), en relación con el juego estructurado y no estructurado, el juego fomenta la creatividad, la resolución de problemas y la autorregulación. Cuando los niños juegan sin estructuras rígidas —también llamado juego libre— desarrollan su imaginación, experimentan roles sociales, enfrentan desafíos y fortalecen su pensamiento simbólico. Juguetes como bloques, rompecabezas, plastilina o disfraces estimulan distintas áreas cognitivas.

Por otro lado, el juego estructurado ofrece numerosos beneficios para el desarrollo infantil, incluyendo mejoras en habilidades cognitivas, como la atención y la concentración; sociales, por ejemplo, el trabajo en equipo o la cooperación; y emocionales, ya que fortalece la autoestima y fomenta la disciplina. A través de actividades con reglas y objetivos claros, los niños aprenden a seguir instrucciones, resolver problemas, colaborar y desarrollar la autodisciplina. Algunos juegos útiles son el dominó, los rompecabezas o los deportes.

“La clave es ofrecerles a los niños distintas actividades, porque un año estarán interesados en hacer deporte, y al otro, estarán interesados en arte. No es para todos, pero a los que les guste hacer cualquier arte —ya sea bailar, tocar un instrumento o pintar— será una explosión cognitiva que estimulará distintas áreas de los dos hemisferios del cerebro, y que necesita distintas capacidades para hacerlo de buena manera. Los niños tienen el tiempo y también el interés de probar distintas áreas, entonces eso les ayuda mucho”, sostiene Mercado.

Estrategias prácticas con ejemplos

  • – Estimulación del lenguaje y la comunicación: Leer cuentos diariamente a niños desde los 6 meses hasta los 5 años mejora el vocabulario y la comprensión. Promover conversaciones ricas haciendo preguntas abiertas durante actividades cotidianas.
  • – Fomentar el pensamiento lógico y la resolución de problemas: Desde los 2 años, los puzzles simples (de 10 a 20 piezas) desarrollan la percepción espacial, junto a juegos de clasificación de objetos por color, forma o tamaño.
  • – Promoción de la creatividad y la imaginación: Actividades como pintar, modelar con plastilina o construir con bloques desarrollan la motricidad fina y el pensamiento creativo. Animarlos a crear cuentos mejora la narrativa y el pensamiento abstracto.
  • – Desarrollo de la memoria y la atención: Usar cartas de memoria (memory match) para niños desde los 3 años, y jugar a emparejar imágenes de animales o frutas. Actividades como escuchar un sonido (una campana) y describirlo fomentan la atención plena.
  • – Uso de tecnología de forma controlada: Algunas aplicaciones educativas, como Khan Academy Kids o Duolingo Kids, ofrecen actividades interactivas para aprender matemáticas, lectura o idiomas. Se recomienda utilizarlas un máximo de 30 minutos por día.

Cada niño es único, por lo que las actividades deben adaptarse a sus intereses y ritmo de desarrollo. Para ello, es recomendable observar sus preferencias y ajustar las estrategias para una mejor aplicación.

“Cada vez que estemos en una actividad, hay que estar presentes con ellos, hay que prestar atención. Ellos tienen que estar atentos, tienen que estar en esa actividad. Por eso no es bueno juntar varias actividades, sino separarlas. Es bueno permitirle al niño decir qué es lo importante, que exprese su propio criterio, para saber qué le ha gustado o no le ha gustado, desarrollarlo y tener esta capacidad de atención profunda sobre algún tema, y que pueda mantenerla”, explica Mercado.

Los niños aprenden más por lo que viven que por lo que se les dice. Por eso, los adultos tienen un papel decisivo: modelar hábitos, generar ambientes estimulantes, mostrar entusiasmo por aprender y acompañar con paciencia y afecto cada paso de su desarrollo. Es fundamental brindar un apoyo constante y celebrar los progresos de los niños y niñas, porque eso nutre su autoestima y consolida las bases para una mente activa, flexible y capaz de enfrentar los retos del futuro con confianza.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *