Medicina tradicional & ciencia universitaria: una conjunción en marcha

Por Lily Zurita Zelada

#image_title

En un laboratorio donde el extracto de plantas se mezcla con la precisión de la ciencia, decenas de jóvenes cambian su forma de ver los medicamentos. Con la mirada en la industria farmacéutica, pero de la mano de la naturaleza, investigan las hierbas tradicionales para usarlas en resfríos, ansiedad o problemas bucales, para unir el conocimiento ancestral con el método científico.

En este sentido, un conjunto de proyectos son desarrollados por los estudiantes de Unifranz para juntar  la riqueza de los saberes tradicionales sobre plantas medicinales, la búsqueda de nuevos insumos naturales y el filtro científico. Buscan generar alternativas terapéuticas naturales, seguras y potencialmente accesibles.

El hilo conductor es claro: aprovechar especies vegetales conocidas en la medicina tradicional —como menta, romero, llantén, matico y toronjil— y transformarlas, mediante técnicas farmacéuticas, en enjuagues bucales, ungüentos, jarabes o extractos con aplicación concreta en problemas de salud comunes.

Este enfoque no surge de la improvisación. Detrás de cada iniciativa hay diseño metodológico, pruebas de laboratorio, evaluación organoléptica y controles de estabilidad. A ello se suma un énfasis constante en la seguridad del producto final, algo clave cuando se trabaja con aplicaciones sobre la salud humana.

Clamentol — enjuague bucal natural

Veintinueve estudiantes de las carreras de Enfermería, Bioquímica y Farmacia, y Odontología trabajaron juntos en el desarrollo de un enjuague bucal elaborado a partir de clavo de olor y menta. El proyecto no se limitó a una formulación artesanal, sino que incluyó pruebas in vitro para evaluar la actividad antimicrobiana y ensayos en voluntarios bajo protocolos controlados, con grupos placebo y comparativos.

Los resultados fueron alentadores: el producto mostró una actividad superior frente a bacterias orales patógenas, además de contribuir a la reducción de sangrado gingival y halitosis. Pero el proyecto no quedó restringido al laboratorio. Como parte de una intervención comunitaria, los estudiantes elaboraron 50 litros de enjuague que fueron entregados a escolares de una unidad educativa, donde se registró disminución de placa dental y buena aceptación por parte de los usuarios.

Alivium — ungüento de menta y romero contra resfríos

Otro grupo de estudiantes formuló Alivium como un ungüento elaborado a partir de menta y romero, dos plantas ampliamente utilizadas en la medicina tradicional por sus propiedades terapéuticas. El proyecto se centró en lograr una formulación que fuera segura para la piel, evaluando parámetros como pH, acidez y estabilidad.

Las pruebas realizadas sugieren que el producto presenta propiedades antiinflamatorias, analgésicas, descongestionantes y antisépticas, lo que lo convierte en una alternativa interesante para aliviar síntomas del resfriado común como la congestión nasal o la irritación de garganta. 

Resfriplantago — jarabe de llantén para resfriados

Con base en el llantén, una planta conocida por sus propiedades expectorantes y antimicrobianas, los estudiantes desarrollaron un jarabe destinado a combatir síntomas del resfriado común. El proceso incluyó maceración hidroalcohólica, filtrado y evaporación, con el objetivo de concentrar los compuestos activos en una formulación estable.

Además de las evaluaciones físico-químicas, el jarabe fue sometido a pruebas organolépticas, verificando olor, sabor y textura. Los resultados mostraron un producto bien tolerado, estable en el tiempo y con bajo riesgo de reacciones adversas. Resfriplantago se posiciona así como una alternativa natural viable frente a mucolíticos y jarabes industriales, especialmente en contextos donde el acceso a medicamentos es limitado.

Ansiolitex — jarabe de toronjil para manejar la ansiedad

En El Alto, un grupo de estudiantes abordó una problemática menos visible pero cada vez más frecuente: los trastornos de ansiedad. A partir del toronjil, una planta reconocida por sus efectos relajantes, desarrollaron un jarabe orientado a aliviar síntomas leves de estrés y nerviosismo.

El proyecto se construyó con responsabilidad ética, dejando claro que el producto no reemplaza terapias psicológicas ni tratamientos médicos, sino que puede funcionar como complemento. Ansiolitex representa un paso importante hacia una botica natural que no solo se ocupa del cuerpo, sino también del bienestar emocional, ampliando el alcance de la fitoterapia hacia la salud mental.

Ungüento de matico y malva — remedio tópico natural contra resfríos

Otro proyecto rescató el uso del matico, considerado una planta medicinal emblemática en Bolivia, combinándolo con malva para crear un ungüento contra síntomas del resfriado común. El proceso incluyó maceración en aceite, selección de excipientes naturales como cera de abeja y control de parámetros básicos de calidad.

Voluntarios que probaron el ungüento reportaron alivio en la congestión nasal y sensación de bienestar general. El formato tópico facilita su aplicación doméstica y lo convierte en una alternativa práctica, especialmente en regiones donde se valora el uso de remedios tradicionales.

Más allá del laboratorio: aprendizajes, valores y posibilidades

Estos proyectos no solo producen fórmulas herbales. Reflejan una forma distinta de concebir la formación universitaria, basada en experiencias reales y vínculo con la comunidad. La colaboración entre carreras permite abarcar los problemas de salud desde múltiples perspectivas, mientras que la integración entre tradición y ciencia construye una relación respetuosa con el conocimiento ancestral sin renunciar al rigor académico.

El componente social es otro rasgo decisivo. Los proyectos no están pensados como prototipos aislados, sino como soluciones que podrían aplicarse en poblaciones con recursos limitados, donde los medicamentos industriales no siempre están disponibles. La botica natural aparece, así, como una posible respuesta local a necesidades globales.

¿Qué nos dicen estos proyectos?

Bolivia posee una enorme biodiversidad y una tradición medicinal rica, que durante generaciones ha sido transmitida de manera oral. Los proyectos desarrollados por estudiantes muestran que ese patrimonio puede convertirse en innovación cuando se investiga con método y se valida científicamente.

La fitoterapia deja de ser una práctica relegada al ámbito doméstico para ocupar un espacio legítimo dentro de la educación superior. Las plantas ya no son solo remedios caseros, sino posibles principios activos, objetos de análisis químico y base para el desarrollo farmacéutico.

No se trata únicamente de aprender a formular productos, sino de desarrollar conciencia social, pensamiento científico y respeto por los saberes locales. En un contexto donde el interés por la medicina natural crece, estas experiencias reflejan un modelo educativo que conecta aula, laboratorio y comunidad, proyectando a los estudiantes como agentes de cambio y guardianes de un conocimiento que puede mejorar vidas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *