Más allá de un sello: cómo la acreditación internacional transforma la vida de los estudiantes 

Por Lily Zurita Zelada

Imagen Unifranz

La acreditación internacional no solo garantiza calidad educativa; abre puertas al mundo, potencia el perfil profesional de los egresados y redefine el alma de una universidad. Para estudiantes bolivianos, este reconocimiento trasciende lo académico y se convierte en una oportunidad para competir globalmente, adaptarse a nuevas culturas y construir un futuro con visión internacional.

En una coyuntura donde la educación se mide no solo por títulos, sino por la capacidad de sus egresados para adaptarse, innovar y liderar, la acreditación internacional se proyecta como un verdadero catalizador del cambio, según Reinaldo Cifuentes, coordinador general de la Red de Administradores Universitarios (RAUI América).

“Este proceso no solo mejora la calidad institucional, sino que obliga a repensar los modelos académicos y administrativos desde una dimensión global”, destaca el experto internacional.

En el contexto boliviano, universidades como la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, que apuestan por procesos de acreditación internacional en áreas clave como Medicina u Odontología, están dando pasos firmes hacia un modelo educativo competitivo, orientado a la excelencia y la proyección internacional de sus egresados.

“Someterse a una acreditación internacional obliga a las universidades a mirarse en el espejo de estándares globales”, señala Cifuentes, “eso implica revisar la gobernanza institucional, los proyectos académicos, el bienestar estudiantil y la vinculación con el medio. Todo se eleva”.

Cifuentes moderará el panel de expertos “Acreditación y políticas públicas: Hacia modelos de evaluación innovadores para la educación del futuro” del VI Foro Internacional de Innovación Educativa (FIIE 2025), que se celebrará el 3 y 4 de julio en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. El evento, organizado por Unifranz, congregará a expertos internacionales en innovación educativa con un enfoque especial sobre la educación del futuro.

Elevar la vara institucional y proyectar la docencia internacional

Según Cifuentes, uno de los principales impactos es que las universidades se ven forzadas a repensar cómo enseñan, a quiénes enseñan y desde qué contexto cultural lo hacen. 

“No es lo mismo enseñar a estudiantes bolivianos que a mexicanos, por ejemplo. No porque sean distintos, sino porque hay tamices culturales que deben considerarse, desde lo ético hasta lo sociocultural. La docencia debe adaptarse a ese contexto internacional”, explica.

Esta reflexión se convierte en un punto clave para el desarrollo de competencias blandas en los estudiantes, como la empatía intercultural, la capacidad de comunicación global y el trabajo colaborativo internacional, que hoy en día son altamente valoradas por las empresas.

Acreditación como sello de valor

Más allá de lo académico, la acreditación internacional actúa como un sello de marca para las universidades y sus egresados. 

Cifuentes explica que “eleva la imagen institucional y, por ende, la marca de valor que los estudiantes llevan cuando egresan. En mercados laborales tan competitivos como los actuales, ese sello puede marcar la diferencia entre ser uno más o ser el elegido”.

Esto es particularmente relevante en Bolivia, donde los procesos de acreditación, como los del sistema Arcu-Sur, brindan reconocimiento binacional o multinacional, facilitando la homologación de títulos en países como Argentina, Uruguay, Paraguay o Brasil. 

“No todos los países tienen esta ventaja. Bolivia, en ese sentido, está dando un paso importante”, recalca el experto.

Competencias que cruzan fronteras

Estudiar en una universidad con acreditación internacional también potencia la movilidad estudiantil, un factor clave en la formación de profesionales con mentalidad global. Ya sea a través de programas presenciales o de intercambio virtual, como los que se han masificado tras la pandemia, los estudiantes adquieren nuevas perspectivas y habilidades que los preparan para un mundo interconectado.

“La movilidad ya no solo implica subirse a un avión. También se da desde prácticas digitales. Este tipo de internacionalización matizada está transformando la forma de aprender y enseñar en América Latina”, reflexiona Cifuentes.

Estas experiencias permiten a los estudiantes aprender nuevos idiomas, desarrollar competencias digitales, interactuar con otras culturas y comprender realidades complejas desde una mirada global, atributos esenciales en cualquier profesional del siglo XXI.

Internacionalización y alma institucional

En palabras de Cifuentes, la acreditación internacional tiene una dimensión más profunda que trasciende lo técnico. “Define el alma de una universidad. Una institución que se somete a este proceso está diciendo al mundo que cree en la mejora continua, en la transparencia, en la calidad y en la pertinencia social de su enseñanza”.

Para los estudiantes, esto se traduce en una formación más completa, integral y contextualizada, que no solo los prepara para insertarse en el mundo laboral, sino para liderarlo con responsabilidad y visión.

“Este sello distintivo ayuda a los estudiantes a lograr competencias blandas, capacidades de adaptarse, de trabajar con otros, de crecer. Es un valor añadido que impacta directamente en su futuro profesional”, afirma.

Competitividad profesional

Los egresados de universidades con acreditación internacional no solo son mejores estudiantes, sino también mejores profesionales. Con un perfil más robusto, una mentalidad abierta y una red de contactos internacional, acceden a mejores oportunidades laborales y a una mayor proyección en sus carreras.

En definitiva, la acreditación internacional impacta en la calidad educativa porque la obliga a renovarse constantemente, a responder a estándares cada vez más exigentes y a preparar estudiantes no solo para su país, sino para el mundo.

“Desde los ámbitos académico, sociocultural y de marketing, la acreditación internacional se convierte en una inversión estratégica. No solo construye prestigio institucional, sino que multiplica las oportunidades de quienes deciden formarse en esas universidades”, concluye Cifuentes.

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Lily Zurita Zelada

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