Los trastornos alimentarios pueden tratarse, aunque no se puedan curar

Los trastornos alimentarios pueden tratarse, aunque no se puedan curar

“Somos constantemente bombardeados por imágenes de perfección, en las redes, en los medios”, dice Rebecca, una joven de 36 años, sobreviviente de la anorexia y que vive con el trastorno desde su adolescencia.

Rebecca cuenta que estuvo a punto de morir en, al menos, dos ocasiones y que, si bien ahora está bien, sabe que probablemente nunca estará curada.

“Esto es algo que se carga de por vida, no solo las secuelas físicas, sino también las heridas mentales, pero el tratamiento me salvó la vida”, revela la joven, quien se siente más segura y saludable, tras años de terapia psicológica, psiquiátrica y ayuda médica.

De acuerdo con Tatiana Montoya, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, los trastornos de la conducta alimentaria son patologías mentales graves, biológicamente influenciadas, incurables, pero tratables.

“Son trastornos graves que pueden llevar a un riesgo de muerte, por ende, los familiares del paciente tienen que buscar ayuda médica, psicológica y psiquiátrica para ellos. No olvidemos que éste es un trastorno crónico que no se cura, se puede controlar pero que puede tener crisis que necesiten atención de emergencia e internación”, explica.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos trastornos se presentan con comportamientos alimentarios anormales, acompañados por una distorsión en la percepción de la imagen corporal, una preocupación excesiva por el peso y por la comida.

Estos comportamientos alimentarios persistentes pueden afectar y deteriorar significativamente la salud física, mental y el funcionamiento psicosocial de quienes los padecen y, en casos extremos, pueden llegar a provocar la muerte, siendo las causas más frecuentes el suicidio o la desnutrición.

Los trastornos de la conducta alimentaria más comunes son la anorexia y la bulimia, pero existen otros como la vigorexia (ejercicio compulsivo combinado con dieta para hacer músculo), ortorexia (obsesión por la comida saludable), diabulimia (omisión de la insulina para bajar de peso), adicción a la comida (se consideraría como una adicción al deseo intenso hacia algunos alimentos en concreto) y la obesidad.

“La anorexia, específicamente, tiene que ver con esta restricción y rechazo a mantener el peso igual o por encima del mínimo normal, considerando la edad y la talla. Tiene que ver con este miedo a ganar peso y está alteración que tiene la persona de verse siempre gorda, aunque esté muy delgada y hace dieta mucho tiempo. En cuanto a la anorexia nerviosa de tipo restrictivo, estas personas han tenido, en los tres últimos meses dietas muy restrictivas, mucho ejercicio físico y ayunos, han perdido mucho peso por debajo de los normal”, dice la experta.

Por su parte, Montoya explica que la bulimia nerviosa tiene que ver con episodios recurrentes de atracones, que se caracterizan por la ingestión de una gran cantidad de alimentos, aproximadamente, por dos horas, de una cantidad superior a lo que la mayoría de las personas podrían ingerir en ese periodo de tiempo. Estas personas tienen una sensación de falta de control sobre lo que está ingiriendo. Esta sensación de que no puede dejar de comer o controlar lo que se ingiere o la cantidad que se ingiere.

“Posterior a esto, tiene comportamientos compensatorios inapropiados y recurrentes para evitar el aumento de peso, como el vómito autoprovocado, el uso incorrecto de laxantes diuréticos u otros medicamentos, el ayuno o el ejercicio excesivo”, agrega.

Tratamientos

Los psicólogos, con su entrenamiento y conocimientos pueden guiar el proceso de recuperación de las personas que sufren de estos trastornos desde la psicoterapia, la terapia cognitivo-conductual o los enfoques sistémicos.

Montoya indica que los tratamientos disponibles para estos trastornos de conducta son inter, multi y transdisciplinarios, ya que estas enfermedades conllevan riesgo de muerte.

“Tenemos que tomar en cuenta, en principio, tratamientos médicos. Esas personas sufren de ansiedad y depresión, entonces hay que tratarlos en ese sentido. También para el control de los impulsos es importante trabajar al nivel psicoterapéutico y de terapia ocupacional”, indica la académica.

En el caso del nivel psicoterapéutico se recomienda trabajar la terapia cognitivo-conductual y el enfoque sistémico.

“La terapia cognitiva-conductual trabaja a través de autorregistros, donde el psicólogo puede ver el diario vivir de estas personas y cuáles son los pensamientos irracionales y distorsiones cognitivas que tienen de manera constante. Estos son pensamientos que dan vueltas en su cabeza, la ansiedad que tiene y la autoculpabilización que ellos experimentan sobre estos pensamientos irracionales que tienen en cuanto a su autoimagen y la percepción que tienen de sí mismos”, dice.

La psicóloga agrega que estos pensamientos irracionales son pensamientos que hay que trabajarlos a diario y cambiarlos para que los pacientes puedan cambiar la autopercepción de sí mismos y cambiar el significado que tiene estas conductas en relación a la privación de la alimentación y el vómito y las otras conductas restrictivas y purgativas de esa manera se cambian estas conductas y se cambian también las emociones. 

Respecto al enfoque sistémico, éste tiene que involucrar a la familia, actuando sobre la manera en que éstos se relacionan con el paciente.

“Los padres tienen que permitir la conformación de la identidad de los adolescentes y no meterse en esta conformación de identidad, permitir la desvinculación y el proceso de independización e identificación de las adolescentes. Así ellas van a adueñarse de su cuerpo, de su propia vida y de sus propias decisiones para lograr tener una identidad propia con valores y decisiones en cuanto a un proyecto de vida propio y gustos en cuanto a su vida futura”, señala la psicóloga.

Estos enfoques deben estar acompañados por el soporte médico para tratar las consecuencias físicas de estos trastornos.

unifranz
La terapia cognitiva-conductual trabaja a través de autorregistros

Prevención

Para Montoya, es necesario que los familiares y amigos deben estar preparados para identificar los cambios en las conductas de sus seres queridos para detectar los síntomas.

Los familiares pueden, por ejemplo, identificar las dietas que comienzan a hacer, el rechazo a ciertos tipos de alimentos que pueden tener más calorías, algunas actitudes de aislamiento, cambios en el estado de ánimo, el alejarse también de las amistades, el aumento obsesivo de horas de estudio, actividades o ejercicios, cambios de hábitos respecto de la comida, el no querer compartir los tiempos de comida con la familia, cambios en los rituales a la hora de comer, cortar trozos muy pequeños en la comida, jugar con la comida para distraer el resto, saciarse muy pronto, obsesionarse en la idea de adelgazar, insatisfacción con su aspecto físico, en cuanto a su peso, uso de medicamentos para evitar el hambre, laxantes y diuréticos, ausencia o retraso en la menstruación, atrofia muscular, pérdida de masa muscular, presión baja, caries dentales por los ácidos que producen los vómitos, piel amarilla, estado de ánimo bajo, entre otros.

“La familia tiene que estar pendiente de esto y entender que éste es un trastorno grave que puede llevar a un riesgo de muerte, por ende, tiene que llevar a su familiar a un psiquiatra, a un psicólogo, a un centro donde hay diferentes profesionales para que se pueda atender”, agrega.

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