Liderazgo: no sólo una virtud, sino requisito para alcanzar el éxito

Liderazgo: no sólo una virtud, sino requisito para alcanzar el éxito

A diferencia del pasado, los liderazgos, hoy en día, ya no son una habilidad excepcional o privilegio de unos cuantos. Se ha convertido en un requisito, casi imprescindible, para el éxito en un mercado laboral cada vez más competitivo.

Las capacidades instaladas en una persona pasan por un entrenamiento en liderazgo que permita tener más y mejores herramientas para el manejo técnico de una empresa, una actividad, un grupo social o el propio grupo familiar.

José Luis Harb, psicoterapeuta, sexólogo, conferencista internacional, escritor, coach y speaker en el workshop “Liderazgo, gestión emocional y resolución de conflictos” organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, asegura que “en un mundo tan competitivo, hiperconectado, con gran movilidad social, laboral y tecnológica, el liderazgo es un requisito y una necesidad para el éxito, ya no sólo una virtud”.

Un buen líder es capaz de hacer frente a todo lo que sea necesario, trabajar para lograrlo y afrontar sus posibles consecuencias, sean éstas positivas o negativas.

“Un verdadero líder tiene la confianza para estar solo, el coraje para tomar decisiones difíciles y la compasión para escuchar las necesidades de los demás. Él no se propone ser un líder, sino que se convierte en uno debido a sus acciones y la integridad de su intención”, decía Douglas MacArthur, general estadounidense más conocido por haber liderado las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial.

Características del liderazgo

Son muchos factores que hacen sinergia en torno a la personalidad de un líder. No obstante, las fundamentales e imprescindibles son empatía, resiliencia, asertividad y actitud sostenida.

Según Harb, “las cualidades personales son relativas ante las que son aprendidas, estas últimas forman parte de las herramientas de gestión y son más eficaces”.

En tanto, la Escuela Europea de Excelencia indica que las características del liderazgo se resumen en:

  • Habilidad de utilizar el poder de forma eficiente y responsable. El líder debe saber redireccionar el poder, sin abusar del mismo y usándolo con responsabilidad. Si actúa de forma autoritaria se estará equivocando y perderá su posición.
  • Habilidad de comprender que todos los seres humanos tienen distintas motivaciones. Las fuerzas motivadoras de una persona pueden variar con la ocasión y la situación. El líder debe entender las formas de actuar de un empleado y sus circunstancias. Por tanto, debe prever diferentes tipos de motivación acordes a cada una de las situaciones para conseguir la estabilidad de su grupo.
  • Habilidad de inspirar. Para saber qué es el liderazgo hay que entender que la capacidad de inspirar es algo esencial en un líder. Éste debe inspirar a los miembros del grupo al que dirige. Al hablar de inspirar nos referimos al ejemplo que da como referencia a los demás.
  • Habilidad de actuar de manera que exista un clima que invite a responder y suscitar las motivaciones. El entorno o clima laboral es un aspecto muy relevante, por este motivo el líder debe ocuparse de mantenerlo en equilibrio y como fuente de motivación.

Para Harb, hipnoterapeuta clínico certificado y Life Coach, especializado en Mindfulness y Gestión Emocional, el líder no nace ni se hace, sino que es la representación de un equilibrio entre condiciones innatas y procesos de aprendizajes.

“Es cierto que hay condiciones predispuestas, pero también el aprendizaje juega un rol fundamental. Cuántas personas con condiciones naturales y sin un entrenamiento y oportunidad no lograron éxito”, explica.

¿Existen los antilíderes?

Liderazgo y antiliderazgo son dos caras de una misma moneda, según el speaker internacional.

“Los líderes que no se renuevan, que no desconcentran su poder, que no distribuyen responsabilidades y no permiten el desarrollo organizacional, se convierte rápidamente en antilíder, porque frenan obstaculizan y rezagan la evolución de los procesos”, sostiene.

En tanto, para Martha Guerri, CEO y gestora de contenidos de Psicoactiva.com, un buen líder se define como aquella persona capaz de influir positivamente en los demás. “Por oposición, estaría el antilíder, aquella persona que no logra conectar con su equipo y por tanto no consigue ni la cohesión en el mismo ni llegar a ningún objetivo importante.

La psicóloga menciona como principales características del antilíder la soberbia, el incumplimiento, el temor o inseguridad, la falta de energía, el miedo al riesgo, la falta de honestidad, la falta de visión, el egoísmo, el autoritarismo o el creerse un “iluminado”.

José Luis Harb, psicoterapeuta, sexólogo, conferencista internacional, escritor, coach y speaker en el workshop “Liderazgo, gestión emocional y resolución de conflictos”, organizado por Unifranz.

Gestión de las emociones

Las emociones y la gestión de las mismas, son parte fundamental del liderazgo moderno. Un líder que no controla sus emociones no es un líder propiamente dicho, según Harb.

“Cuántos líderes con excelentes cualidades son discapacitados emocionales. El manejo de nuestra psicoafectividad es prioritario. No podemos pretender liderar cuando necesitamos auxilios emocionales. Eso lo podemos ver en el ambiente de la política, en todo lugar y en todo contexto, con líderes de conductas autocráticas, ensimismadas y patéticas”, dice el coach internacional.

Asimismo, un buen líder está obligado a resolver conflictos. Si adquiere habilidades técnicas en resolución de conflictos estará más capacitado para gestionar problemas y, por tanto, tendrá un mayor reconocimiento y crecimiento personal y social.

El actual desarrollo de las redes sociales y las tecnologías han incentivado aún más el uso de la oratoria, no sólo para fines académicos o políticos, sino fundamentalmente para liderar equipos de trabajo.

José Luis Harb reflexiona en torno a que, actualmente, no sólo son los auditorios o los escenarios convencionales donde se usa la oratoria porque “la buena oratoria, la calidad expresiva, las habilidades de persuasión y el carisma, se han convertido en un valor agregado para cualquier persona que quiera liderar organizacionalmente”.

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