Leer sin entender: la nueva forma de analfabetismo que preocupa a la educación

Cada vez más jóvenes leen con soltura, pronuncian correctamente y avanzan entre líneas sin dificultad. Pero cuando se les pregunta qué entendieron, el silencio los delata. Saber leer ya no significa comprender. Detrás de este nuevo analfabetismo hay un problema profundo: una educación que enseña a descifrar palabras, pero no a pensar sobre ellas.
“El analfabetismo funcional es una falencia del sistema educativo que por años se ha enfocado solo en enseñar a leer, sin formar el razonamiento y la comprensión que deben acompañar ese proceso, detrás de las letras hay pensamiento crítico, análisis y la capacidad de generar opinión propia, algo que se ha dejado de lado”, explica Eddy Luis Franco, periodista y docente de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Los expertos coinciden en que comprender un texto va mucho más allá de pronunciar palabras. En la era digital, donde la información abunda y el tiempo escasea, la lectura se ha vuelto superficial. Leer ya no es un acto reflexivo, sino una carrera contra el reloj. Y ese ritmo acelerado ha dejado consecuencias visibles en la capacidad de concentración y análisis de los jóvenes.
“Parte de prevenir las dificultades de lectura significa asegurarse desde los primeros años de que todos los niños tengan acceso a libros, que les lean con ellos y que se converse sobre esos libros. También veo el lenguaje académico y su exposición como un componente clave que amplía las habilidades lingüísticas de los niños, contribuyendo tanto a la comprensión lectora exitosa como al dominio del lenguaje oral”, informa Catherine E. Snow, investigadora de lenguaje y alfabetización en la Universidad de Harvard.
La falta de comprensión lectora no solo limita el aprendizaje, sino también la capacidad de discernir lo que es cierto y lo que no. En tiempos donde las redes sociales dictan la agenda pública, interpretar y cuestionar se ha vuelto una habilidad de supervivencia. Sin pensamiento crítico, la verdad se diluye entre titulares, rumores y desinformación.
“El analfabetismo funcional también se refleja en las redes sociales. Muchas personas no comprenden lo que leen ni distinguen entre lo verdadero y lo falso. Falta la capacidad de analizar, de verificar y de pensar críticamente sobre la información que circula, algo fundamental en la era digital”, añade el docente.
Los maestros, frente a este escenario, intentan despertar nuevamente el gusto por la lectura comprensiva. Promueven debates, lecturas colectivas y ejercicios de interpretación. Leer deja de ser una tarea mecánica para convertirse en un proceso de pensamiento. Comprender no es solo entender el texto, sino apropiarse de su sentido y relacionarlo con la vida diaria.
“La comprensión no es algo único: depende de lo que uno lee y por qué lo lee. Si uno puede leer las palabras con fluidez, saber lo que significan, tener conocimiento previo y una motivación para comprender, se acerca mucho más a la verdadera comprensión. Saber leer no basta; importa qué traemos y cómo lo aplicamos al texto”, indica Hugh W. Catts, profesor en la Escuela de Ciencias de la Comunicación y Trastornos del Lenguaje de la Universidad Estatal de Florida.
En el periodismo, este fenómeno adquiere un peso especial. Leer sin comprender puede llevar a difundir información errónea o sin contexto. El periodista, cuya labor depende de la interpretación y el análisis, necesita una lectura crítica para informar con precisión y profundidad. De lo contrario, el oficio pierde su esencia reflexiva.
“En el periodismo, leer sin comprender es un riesgo enorme. Un periodista que no entiende lo que lee ni desarrolla una mirada crítica termina siendo un comunicador superficial. La lectura con análisis y criterio es lo que diferencia a un profesional informado de uno mediocre”, concluye Franco.
El nuevo analfabetismo no se combate con más tecnología ni con clases rápidas de lectura, sino con tiempo, reflexión y una educación que fomente el pensamiento crítico. Leer no es repetir palabras, es comprender el mundo. Solo cuando volvamos a leer con los ojos, la mente y el corazón, dejaremos de ser analfabetos en lo más esencial: entender la vida misma.