Innovación educativa al servicio del desarrollo sostenible

Innovación educativa al servicio del desarrollo sostenible

Por Manuel Folimeno

Jóvenes preparados y educados para que impacten sus realidades, que usen la tecnología a favor del medio ambiente y de las causas sociales y económicas son algunos de los objetivos de la innovación educativa, a fin de alcanzar el desarrollo sostenible en la región.

La forma de enseñar en las escuelas y universidades es dinámica y cambia con el pasar del tiempo. Durante los últimos años, este cambio se ha acelerado gracias a la introducción de las nuevas tecnologías, pero también ha cambiado la manera en que se educa a los niños y niñas que pasaron de ser tratados como un grupo de alumnos pasivos, que sólo escuchan al profesor como única persona activa, sino de un aprendizaje colectivo y colaborativo, en el que todas las personas son activas. 

La innovación educativa es un proceso que implica un cambio en la enseñanza. Se basa en cuatro elementos fundamentales: las personas, el conocimiento, los procesos y la tecnología. Si no se consideran los cuatro elementos es probable que la innovación educativa no tenga el éxito esperado. 

“La innovación educativa se debe poner en práctica desde diferentes aristas que implican el uso de la tecnología, una propuesta didáctica y pedagógica que mueva a los procesos y personas dentro de las instituciones. Parte por dar una nueva mirada y estructura al proceso de aprendizaje enseñanza”, explica Clara Luisa Solórzano, jefa de Enseñanza y Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz

Solórzano agrega que para que la innovación educativa sea efectiva se deben plantear opciones metodológicas que promuevan la solución de problemas reales del entorno y la vida misma. “Y es a través de estas formas novedosas de aprender donde es posible que los estudiantes impacten en sus realidades, impulsando iniciativas de protección al medio ambiente, soluciones que permitan un uso razonable de los recursos naturales y económicos para incentivar el desarrollo sostenible de los países y regiones”, agrega.

Educación y desarrollo

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) define al desarrollo sostenible como la “satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. 

Emerge como el principio rector para el desarrollo mundial a largo plazo. Consta de tres pilares: el desarrollo económico, el desarrollo social y la protección del medio ambiente.

La educación y la innovación educativa están incluidos entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU.

Este objetivo busca lograr una educación inclusiva y de calidad para todos y se basa en la firme convicción de que la educación es uno de los motores más poderosos y probados para garantizar el desarrollo sostenible. 

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con este fin, el objetivo busca asegurar que todas las niñas y niños completen su educación primaria y secundaria gratuita para 2030. También aspira a proporcionar acceso igualitario a formación técnica asequible y eliminar las disparidades de género e ingresos, además de lograr el acceso universal a educación superior de calidad.

En este sentido, Solórzano indica que la innovación educativa busca que los estudiantes participen de manera creativa y responsable en el mundo como ciudadanos que se comprometen a nivel personal con el desarrollo sostenible y trabajen, en conjunto, con la sociedad para promover una cultura de prosperidad y un desarrollo cultural y tecnológico, de la mano con el desarrollo del ser humano. 

Por otra parte, indica que, para los docentes, el mayor desafío es desaprender prácticas obsoletas de enseñanza, para involucrarse en cambiar la mentalidad de sus estudiantes con el propósito de que sean profesionales que respondan a los retos de vivir en un mundo complejo, volátil y con mucha incertidumbre. 

Para lograr esto, señala la experta, se necesitan políticas públicas que permitan y estimulen la innovación educativa, y eliminen barreras que restringen la adopción de prácticas avanzadas en educación. 

“En Bolivia, los proyectos de innovación educativa se han dirigido más que nada, hacia el uso de la tecnología en el proceso educativo y coordinar esfuerzos para desarrollar proyectos entre entidades educacionales y gobierno nacional, municipal o departamental. La transformación en la forma de enseñar y aprender, conlleva que los docentes y estudiantes deben trabajar en el desarrollo de competencias humanas y profesionales que involucren soluciones sostenibles sociales, ambientales y económicas”, puntualiza la psicopedagoga. 

Por otra parte, la experta indica que en la región se pueden obtener buenas prácticas de innovación en el Tecnológico de Monterrey, en cuanto a la puesta en marcha de pedagogías emergentes, usos de tecnologías en la labor educativa, así como de la Universidad Javeriana de Colombia, que aplica la necesaria relación de las carreras y los procesos de formación con las necesidades cambiantes del entorno laboral y productivo.

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