Glenda Quiroga, la voz de una generación: “Cuando uno ama lo que hace, siempre encuentra la forma de seguir adelante”

Por Antonio Ortega

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En medio de aplausos Glenda Quiroga se prepara para asumir uno de los momentos más simbólicos de su vida académica: ser la valedictora de su generación, la promoción 70 de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz La Paz. Graduada de la carrera de Periodismo, no solo destaca por su excelencia académica, sino por el mensaje profundo que representa su historia: el de aprender a confiar en uno mismo.
“Aprender a confiar en mí misma fue lo más difícil. A veces dudaba de si era lo suficientemente buena o si estaba en el camino correcto. Pero con el tiempo entendí que la pasión es una brújula muy poderosa, y que cuando uno ama lo que hace, siempre encuentra la forma de seguir adelante”, reflexiona.
Para Glenda, ser la valedictora no es un reconocimiento individual, sino una oportunidad de representar a todos sus compañeros. “Es un gran honor. No lo veo como un premio personal, sino como una voz que representa muchas historias de esfuerzo, lucha y sueños. Cada uno de nosotros tiene un camino único que merece ser contado”, afirma.
Su paso por la universidad fue una transformación profunda, no solo académica, sino también personal. “Estudiar Periodismo fue una aventura que superó todas mis expectativas. Al comenzar la carrera, sabía que me gustaba contar historias, pero no imaginaba cuánto me transformaría, tanto a nivel personal como profesional. Con cada trabajo, cada cobertura y cada clase, fui construyendo una mirada crítica y humana hacia todo lo que me rodea”, cuenta.
Uno de los momentos más decisivos para ella fueron las prácticas profesionales. “Uno de los momentos más importantes en mi formación académica fueron las prácticas profesionales en un canal de televisión. Fue ahí donde entendí de verdad lo que implica estar en un entorno laboral real: el ritmo, las exigencias, el trabajo en equipo y más. Todo esto me enseñó que el periodismo no se aprende sólo con la teoría, sino en la acción, en el terreno, en ese ‘cara a cara’ con la realidad que te obliga a crecer”, recuerda.
Glenda también valora el enfoque actualizado de su formación.

“Valoro mucho cómo la carrera se adaptó a esta nueva era digital. Aprendimos a usar herramientas tecnológicas, narrar en distintos formatos y aprovechar las redes sociales sin perder los valores que guían a nuestro oficio. Hoy sé que el periodismo puede y debe reinventarse, pero siempre con ética, responsabilidad y compromiso”, subraya.

A lo largo de su formación, reconoce la influencia de educadores que marcaron su rumbo. “Sí, hubo docentes que no solo enseñaron contenidos, sino que me recordaron por qué elegí esta carrera. Fueron faros que me guiaron en los momentos de duda”, destaca.
El trayecto no estuvo exento de sacrificios. La valedictora admite que equilibrar la vida personal, los estudios y otras responsabilidades no fue fácil. “Pero prioricé lo que realmente me movía. Hubo días caóticos, claro, pero cuando algo te apasiona, le das un espacio en tu vida, aunque tengas que inventarlo”, dice entre risas.
Con la mirada puesta en el futuro, se imagina ejerciendo un periodismo con propósito. “Me gustaría trabajar donde pueda hacer periodismo que me permita estar cerca de la gente y contar historias reales. Me imagino un futuro donde pueda seguir aprendiendo, pero también aportando con lo que soy y lo que sé”.
Concluye con una convicción que la acompaña desde el primer día: “Si algo me queda claro después de estos años, es que, como decía Gabriel García Márquez, este es ‘el mejor oficio del mundo’, sobre todo cuando se ejerce con amor. Porque no se trata solo de informar, sino de entender a los otros, escuchar con empatía y narrar con responsabilidad. Ser periodista es estar al servicio de la verdad, aunque incomode”.
Desde la dirección de la carrera, el orgullo es evidente. Jannett Jacobs, responsable de Periodismo, expresa: “Glenda representa lo mejor de nuestra formación: compromiso, sensibilidad, pensamiento crítico y amor por la verdad. Su crecimiento a lo largo de estos años ha sido admirable, y verla hoy es un testimonio de lo que el periodismo ético y humano puede lograr cuando nace desde la vocación auténtica”.
Hoy, Glenda no solo se gradúa, también inspira. Su historia no es solo la de una estudiante destacada, sino la de una joven que, con pasión, ética y determinación, se convierte en símbolo de esperanza para una nueva generación de periodistas.

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