Por Lily Zurita
En la era moderna, el valor de la familia permanece como una luz de estabilidad y afecto en un mar de incertidumbre. La familia, esa unidad primordial que proviene del antiguo concepto de hoguera, trasciende meramente la consanguinidad para convertirse en un crisol de armonía, amor y comprensión.
El hogar no es solo un techo sobre nuestras cabezas; es una hoguera donde nos reunimos para compartir no sólo calor físico, sino también el calor humano que emana del amor y la seguridad que encontramos entre sus paredes. Es en este espacio donde florecen los lazos emocionales, donde cada miembro del sistema familiar encuentra refugio y apoyo en tiempos de necesidad y desafío.
La familia no sólo nutre el corazón, sino también la mente. Es en este entorno seguro y afectuoso donde se desarrollan las habilidades sociales, donde se forjan amistades eternas y se establecen vínculos que perduran a lo largo del tiempo. Se trata de una red de apoyo que nos sostiene en los momentos más difíciles y nos impulsa hacia adelante en nuestra búsqueda de realización personal y emocional.
“El valor de la familia es inmenso y multifacético ya que el hogar proviene de “hoguera” que significa armonía, calor, amor y comprensión. Proporciona un entorno seguro y afectuoso para el desarrollo personal y emocional de sus miembros. Además, es un lugar donde se aprenden habilidades sociales y se establecen vínculos duraderos (…)”, indica James Robles, director de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Aunque la importancia de la familia es universal, su forma y dinámica varían según el contexto cultural y social. Robles agrega que es vital reconocer y respetar esta diversidad para fomentar una convivencia armoniosa entre las personas y las comunidades ya que cada familia tiene sus propias estrategias y técnicas para liderar y gestionar la salud de sus miembros, y es mediante este empoderamiento que florecen los lazos familiares y se fortalece el tejido social.
Declarada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, cada 15 de mayo se celebra el Día Internacional de las Familias, con el objetivo de crear conciencia sobre el papel fundamental de las familias en la educación de los hijos desde la primera infancia, y las oportunidades de aprendizaje permanente que existen para los niños y las niñas y los jóvenes.
“A pesar de que el concepto de familia se ha transformado en las últimas décadas, evolucionando de acuerdo a las tendencias mundiales y los cambios demográficos, las Naciones Unidas consideran que la familia constituye la unidad básica de la sociedad”, asegura el organismo internacional.
La celebración 2024 se centra en sensibilizar sobre el impacto del cambio climático en las familias y el papel que estas pueden desempeñar en la acción por el clima.
Su rol en la educación
La familia también juega un papel educativo primordial, en colaboración con la escuela. Ambas instituciones trabajan en armonía para el desarrollo integral de los individuos.
Para la Red Educa, la familia es el primer agente motivador de aprendizaje, y en él se asientan las primeras bases de enseñanza de todo educando.
“Es importante no olvidar, que aquí se generan los primeros lazos de unión entre niño y aprendizaje en valores, debido a que son motores de referencia para los hijos, modelos a seguir, y generadores de diferentes climas de confianza con respecto a su futuro”, afirma este equipo de profesionales de la educación de España.
Como agentes de socialización para el niño, el aporte de las familias en la educación está marcada por la transmisión de valores y normas, la socialización primaria, el desarrollo de la identidad, la transmisión cultural, el desarrollo de habilidades sociales o el apoyo emocional.
Evolución de la familia
La evolución del concepto de familia ha sido constante a lo largo del tiempo, reflejando la diversidad y complejidad del mundo que habitamos. Hoy en día, existen más de 40 tipos de familias, cada una con su propia estructura y función, todas igualmente valiosas y dignas de reconocimiento.
“El concepto de familia ha evolucionado a lo largo del tiempo y varía significativamente según la cultura, el contexto histórico y las circunstancias sociales. En la actualidad, las familias pueden ser nucleares, extendidas, monoparentales, reconstituidas, ensambladas, padrastral simples o compuestas, también las de nuevos tipos”, indica Robles, para quien la diversidad familiar se reconoce y se valora cada vez más en muchos lugares del mundo.
A pesar de esta diversidad, la familia sigue siendo el primer entorno donde los niños adquieren habilidades sociales, valores éticos y normas de comportamiento. De ahí que las responsabilidades de la familia abarcan el apoyo emocional, la socialización primaria, la transmisión de la herencia cultural y la provisión de cuidados y protección, lo que subraya su papel insustituible en el bienestar y desarrollo integral de sus miembros.
La familia es la unidad fundamental de la sociedad. Es en su seno donde se transmiten valores, se comparten responsabilidades y se forjan los cimientos de un mundo mejor. En un mundo en constante cambio, la familia sigue siendo el ancla que nos mantiene arraigados a lo que realmente importa: el amor, la comprensión y el apoyo mutuo.
A decir de Robles, “la familia es la principal institución responsable de la socialización de los individuos, enseñándoles normas, valores y comportamientos aceptados en la sociedad, es la encargada del proceso de individuación es decir darle estructura de personalidad a los hijos. Además, proporciona estabilidad emocional y económica, lo que contribuye al bienestar general de sus miembros y, en última instancia, de la sociedad en su conjunto”.
Cambio de paradigmas
Aunque la importancia de la familia es universal, su estructura y dinámica pueden variar ampliamente en diferentes contextos culturales y sociales, y desafiar a un cambio necesario de paradigmas a fin de promover un desarrollo social sostenible.
Reconocida como la célula fundamental de la sociedad, la salud de la familia influye directamente en el bienestar de sus miembros y en la estabilidad del tejido social más amplio. Fortalecer familias sanas mediante una educación adecuada es esencial para reducir los riesgos psicosociales y promover el florecimiento de sus integrantes.
“La familia es una unidad fundamental en la sociedad, compuesta por individuos relacionados por lazos de parentesco, ya sea por sangre, matrimonio o adopción. Son todos los que viven bajo el mismo techo que comparten reglas, normas, economía, roles, funciones, sus características incluyen el apoyo mutuo, la crianza y educación de los hijos, la transmisión de valores y tradiciones, así como el compartir responsabilidades y recursos”, finaliza el académico.