Experiencia laboral: la brecha que las universidades deben cerrar

Por Manuel Joao Filomeno Nuñez

Ingresar al mercado laboral se ha convertido en un verdadero desafío para los jóvenes profesionales. El Estudio de Competencias Laborales en Bolivia – Marzo 2025, muestra un dato revelador: casi el 50 % de las vacantes exigen entre 1 y 5 años de experiencia previa, un requisito que deja fuera a miles de egresados que buscan su primer empleo formal.

“La exigencia de entre 1 y 5 años de experiencia previa constituye una barrera de entrada estructural que debemos atender de manera coordinada entre Estado, empresas y universidades”, advierte Rafael Vidaurre, coordinador del Observatorio Nacional del Trabajo (ONT), parte del Centro de Pensamiento Estratégico de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, 

El informe, realizado por el ONT, detalla que, además de los jóvenes, este requisito afecta a mujeres en procesos de reinserción laboral y a grupos con trayectorias discontinuas.

La mayoría de las oportunidades laborales se concentran en el nivel operativo (83,7 %), donde predominan empleos de bajo o mediano valor agregado. Esta situación, sumada a la terciarización de la economía, genera un mercado que demanda práctica antes que potencial. 

“Sin mecanismos que faciliten el tránsito de la formación académica al empleo, los egresados seguirán enfrentando dificultades para competir en un mercado que privilegia la práctica sobre el conocimiento teórico”, sostiene Vidaurre.

El desafío también recae en la educación superior. La licenciatura es el nivel más solicitado por los empleadores, pero más del 60 % de los graduados se concentran en áreas como derecho, administración y ciencias sociales, mientras que la demanda técnica e industrial no encuentra suficiente respuesta. 

Marcelo Olguín, gerente de la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (Caneb), señala que “necesitamos que los estudiantes salgan de las aulas e interactúen con el mundo real para complementar sus conocimientos”, resaltando que la práctica sigue siendo el aspecto menos abordado en la formación universitaria.

Vidaurre enfatiza que, si bien las universidades cumplen con transmitir conocimientos, aún falta un puente hacia la práctica. “La educación superior tiende a enfocarse más en la teoría que en la práctica. La integración de pasantías, proyectos colaborativos con empresas y programas de aprendizaje basado en la experiencia es clave para preparar mejor a los estudiantes para sus futuras carreras”.

Aprender haciendo: la clave para el debut profesional

El enfoque de “aprender haciendo” surge como alternativa para reducir la brecha de experiencia. La evidencia muestra que los estudiantes que adquieren práctica real durante su etapa universitaria logran insertarse más rápido y con mayor confianza en el mercado laboral.

Erick Gustavo Montaño, vicerrector académico nacional de la Universidad Franz Tamayo Unifranz, sostiene que “aprender haciendo es esencial, porque permite que los estudiantes desarrollen competencias reales, graduarse con una mentalidad resolutiva, habilidades técnicas consolidadas y, sobre todo, con experiencias que los preparan para integrarse con éxito al mundo laboral”.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) respalda este enfoque: en promedio, los egresados con pasantías o prácticas encuentran empleo un 30 % más rápido que aquellos que no cuentan con experiencia previa.

Para Pablo Ardaya, director nacional de Capital Humano en Unifranz, la experiencia se construye no solo en el trabajo formal, sino también en actividades extracurriculares: “Cuando un estudiante participa en ferias, sociedades científicas o proyectos universitarios, está generando experiencia que el mercado laboral valora”.

La práctica no solo fortalece competencias técnicas, también desarrolla habilidades blandas como resiliencia, comunicación y liderazgo, hoy consideradas fundamentales para el éxito profesional. 

En palabras de Vidaurre: “Los nuevos profesionales deberían egresar con una combinación de competencias técnicas y blandas. Ese equilibrio es lo que aumenta sus oportunidades de empleabilidad”.

El reto para las universidades bolivianas es claro: cerrar la brecha entre formación y empleo. Institucionalizar pasantías obligatorias, fomentar modelos de aprendizaje dual y rediseñar los currículos para incorporar experiencias prácticas son pasos urgentes. Porque, como concluye Montaño, “la mejor forma de aprender es vivir lo que se estudia”.

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