El vino, la comida y la observación de los astros, potencialidades turísticas de Bolivia

El vino, la comida y la observación de los astros, potencialidades turísticas de Bolivia

El “enoturismo” (turismo del vino), el astroturismo (turismo de observación de astros) y el turismo gastronómico tienen un gran potencial para atraer a visitantes al país e impulsar la industria sin chimeneas.

“Bolivia tiene gran diversidad de oferta turística que no está completamente desarrollada, es un país donde vas a poder encontrar todo, desde el turismo más tradicional, como el turismo cultural, religioso, con todas las iglesias que hay en Potosí y Sucre, por ejemplo, así como eventos programados como el Carnaval de Oruro, las diferentes fiestas que hay como Chutillos, el Gran Poder, Guadalupe o Urkupiña, hasta un turismo mucho más especializado”, señala Javier Rivera, director de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

El experto indicó que, por ejemplo, el país tiene un gran potencial en el enoturismo, con rutas de viñedos y bodegas en Tarija y el sur de Chuquisaca, en lugares como Los Cintis y Villa Abecia, pero también en algunas zonas de Santa Cruz y en Luribay en La Paz. Este tipo de turismo tiene mucho potencial y es explotado con éxito en Chile y Argentina.

Relacionado con el enoturismo se encuentra el turismo gastronómico, el cual ha empezado a desarrollarse, sobre todo en La Paz, donde se sitúan numerosos restaurantes de comida fusión, además de una interesante presencia de comida callejera o “Street food”.

“Podríamos explotar el turismo gastronómico, que actualmente tiene como epicentro a La Paz por la gastronomía fusión, con ingredientes tradicionales y técnicas nuevas para crear y diseñar platillos novedosos. Por otra parte, está el Street food, que son opciones que van tomando forma y se pueden armar paquetes turísticos interesantes”, puntualiza.

Por otra parte, Rivera señala que existe gran potencial en el turismo místico, relacionado con las creencias populares y el sincretismo religioso y el astroturismo, que se puede promocionar en áreas rurales o espacios como el Salar de Uyuni.

“Podríamos explotar el astroturismo, con lugares en los cuales podamos contemplar los astros, las galaxias y las estrellas, lugares como el Salar de Uyuni o los municipios rurales donde los cielos aún se encuentran limpios y no hay contaminación lumínica. En fin, hay mucha diversidad que podemos llevar a cabo y desarrollar”, expresa el experto.

Perfil del turista que visita Bolivia

De acuerdo con Rivera, los turistas que visitan Bolivia responden a una de dos categorías, principalmente.

“Por un lado tenemos a los turistas de países vecinos o que llegan a través de países vecinos como Argentina o Perú. Son mochileros y llegan con presupuestos muy planificados. La otra categoría son turistas que llegan, muchas veces por negocios y aprovechan para conocer el país, en este caso sus presupuestos son más holgados y contratan más y mejores servicios”, explica.

El experto agrega que normalmente estas dos clases de turistas visitan destinos diferentes, mientras que los primeros suelen visitar La Paz, Uyuni, Sucre, Potosí y Rurrenabaque, los otros suelen visitar Santa Cruz y áreas cercanas a esta urbe.

Para Rivera, el turista mochilero basa bastante su viaje en las guías Michelin y bitácoras de viaje de otros turistas para replicar sus experiencias, seguir sus recomendaciones respecto a los alojamientos en los cuales quedarse, qué tipo de ruta hacer, qué actividades. Estas bitácoras incluso les indican los precios estimados.

“Es un turista que viene con un presupuesto muy planificado. Son turistas aventureros, que, si bien les interesa bastante conectar con la cultura local, al mismo tiempo no salen mucho del esquema tradicional. El tipo de turismo que hacen es repetitivo y se guía por estas recomendaciones de otros turistas que visitaron los destinos antes que ellos, no salen de ese esquema”, aclara.

Por otro lado, en el caso de los turistas de negocios, éstos llegan mayormente a Santa Cruz, aunque en menor cantidad.

“Se trata de un turista más corporativo que viene a hacer negocios, a un congreso, a un evento y si tiene tiempo hace turismo en la ciudad o se da una escapada a algún destino cercano como Samaipata. Tiene características muy diferentes porque este turista sí utiliza mayor cantidad de servicios, como hoteles de tres estrellas en adelante, busca esa vida de ciudad, también conocer los restaurantes, probar la gastronomía local”, afirma el académico.

En lo económico es un turista que viene con un presupuesto más amplio, está dispuesto a gastar más, a adquirir servicios organizados y planificados y que tienen un costo más elevado. Normalmente estos turistas llegan en grupos, con paquetes contratados en sus países de origen o contratan servicios locales. No hacen las cosas por su cuenta.

El profesional agrega que, independientemente del tipo de turista, usualmente las personas que llegan a Bolivia lo hacen buscando dos tipos de experiencias. Por un lado, la belleza natural de sitios que no van a poder encontrar en otras partes del mundo, como el Salar de Uyuni o el Madidi y, por otra parte, buscan el turismo cultural.

El turista que llega a Bolivia lo hace buscando experiencias.

“En este sentido, intentan conectar con las culturas locales, aprender de ellas, ver sus procesos de producción, ver todo el conocimiento adquirido a través de generaciones y eso se ve a través de su cultura. Todo aquello que es resaltante como la belleza del salar, la exuberancia del Madidi o la experiencia de vivir en una ciudad de altura como La Paz son los detonantes que llaman la atención del que se anima visitar Bolivia”, dice el experto.

Sin embargo, explica Rivera, existen barreras para que el turismo se desarrolle plenamente en el país.

“La mayor dificultad que tiene Bolivia para atraer turistas es la imagen que tenemos, no es la más positiva por la situación política o social, que transmite una imagen de inseguridad que, muchas veces, influye en los posibles turistas al momento de decidir venir o no al país”.

Asimismo, el profesional indica que no existe una institución que se dedique específicamente a promocionar el país en el exterior.

“No tenemos una institución específica que se encargue de promocionar a Bolivia. Si bien el Viceministerio de Turismo existe y tiene un departamento de promoción, no es el ente principal. Debería existir una organización que se encargue del marketing del destino y la promoción, pero esta promoción debe ser focalizada, basada en el estudio de los mercados prioritarios que tiene que tener Bolivia”, afirma.

Esta institución, que podría ser pública, privada o mixta, además debería realizar estudios e identificar los principales mercados para promocionar al país.

De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a julio de 2023, se registró la llegada de 589.853 turistas extranjeros a Bolivia. Una cifra ‘pobre’ si se compara con la cantidad de visitantes que recibieron los países vecinos, los cuales superan el millón de visitantes.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *