El modelo de negocio, la brújula que guía a los emprendedores bolivianos hacia el éxito

Por Lily Zurita Zelada

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En Bolivia, iniciar un negocio es mucho más que una decisión económica: es un acto de resistencia. La ilusión de transformar una idea en realidad suele chocar con un entorno desafiante, donde la falta de financiamiento, la burocracia y la inestabilidad del mercado ponen a prueba a quienes se atreven a intentarlo.

Gabriel Ágreda, gerente de INNOBE (Innovación en Bebidas), lo explica con crudeza: “Cuando uno ya está en la cancha, ahí es cuando empiezan los problemas, empiezan las dificultades. Normalmente un 1% de los emprendimientos funcionan. Lo más difícil es tener esa constancia de siempre seguir, sobre todo en un país tan hostil como Bolivia, donde siempre habrá un problema que solucionar”.

La constancia es clave, pero no basta con la perseverancia. Detrás de cada idea que sobrevive en el mercado, hay una estructura que marca el rumbo: el modelo de negocio.

Para Andrea Cisneros, directora de la carrera de Ingeniería Comercial en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, emprender es una de las decisiones más valientes y transformadoras que una persona puede tomar, más allá del entusiasmo inicial, crear un negocio propio implica enfrentar desafíos reales.  

“Muchos emprendedores se enamoran de la idea y no del problema. No validan su propuesta, subestiman la planificación financiera y confunden visibilidad con rentabilidad. La plata es la sangre del negocio. Además, pocos construyen un plan que permita escalar y aportar valor real a la comunidad”, explica.

El caso de Mariana: transformar recetas en un negocio sostenible

Hace tres años, Mariana Vargas, una joven apasionada por la repostería, decidió dar el salto y abrir un pequeño emprendimiento de galletas artesanales. Sus amigos y vecinos eran fieles clientes, pero a medida que crecía la demanda, también se multiplicaban los problemas: insumos caros, falta de organización y dificultad para escalar su producción.

La solución llegó cuando participó en un taller de formación para emprendedores. Allí comprendió la importancia de diseñar un modelo de negocio sólido. Identificó a su cliente objetivo, definió canales de distribución y estructuró sus costos. En menos de un año, pasó de vender en ferias barriales a abastecer grandes cafeterías.

El cambio no fue casual. Fue el resultado de traducir su pasión en una estrategia clara, con metas alcanzables y visión de largo plazo. Historias como la de Mariana muestran que el entusiasmo es el punto de partida, pero el modelo de negocio es la brújula que permite avanzar en la dirección correcta.

El modelo de negocio como mapa estratégico

Para Ágreda, el modelo de negocio no es un lujo, sino una necesidad ineludible: “Donde cualquier proyecto tiene que empezar es con un modelo de negocios. No podemos esperar iniciar algo sin tener una idea hacia dónde vamos a ir ni cómo lo vamos a hacer”.

Este esquema se convierte en un verdadero mapa que responde preguntas vitales: ¿qué producto ofrecer?, ¿a qué clientes llegar?, ¿qué recursos necesitamos?, ¿qué canales de distribución utilizar?, ¿qué personal y tecnología requerimos?

Ágreda enfatiza que “si realmente no tenemos un modelo de negocio, no hay forma de sacar un proyecto adelante. No se trata de improvisar, porque tarde o temprano lo que no planificamos nos pasará factura”.

Evolución, innovación y adaptación

El modelo de negocio no es estático ni se limita a un plan rígido. Es una estructura viva que se ajusta a medida que cambian las circunstancias. “No es que decimos: tenemos el mapa y es paso por paso como un tutorial. El mercado se mueve, las oportunidades cambian, y el modelo también debe evolucionar. Eso sí, la base siempre debe estar ahí”, sostiene Ágreda.

En un mercado como el boliviano, donde los cambios económicos o regulatorios son frecuentes, la capacidad de adaptar el modelo es tan importante como diseñarlo. Esa flexibilidad permite aprovechar oportunidades, explorar nuevos rubros o incorporar innovación desde otras industrias.

Los espacios de encuentro como motor de inspiración

Los emprendedores no están solos en este camino. Los eventos, ferias y encuentros sectoriales cumplen un rol vital. Ágreda participó como speaker en el III Foro Internacional de Economía Creativa que recientemente se realizó en la ciudad de El Alto.

“Este tipo de espacios son muy importantes porque nos permiten ver dónde estamos parados en el mapa, conocer lo que están haciendo otros y abrir oportunidades de colaboración e innovación desde diferentes rubros”, señala Ágreda.

En estos escenarios, los emprendedores no solo validan sus ideas, sino que también construyen redes de apoyo, descubren tendencias y acceden a oportunidades que no surgirían en el aislamiento.

Constancia, credibilidad y visión de futuro

Al final, emprender en Bolivia exige más que una buena idea. Se necesita constancia, credibilidad y la disciplina de construir paso a paso. “Lo que siempre hay que tener es esa constancia y hacer lo que uno dice. Nunca perder el norte de lo que uno quiere hacer ni saltarse pasos, porque esos pasos siempre nos alcanzan después”, reflexiona Ágreda.

El modelo de negocio es, entonces, la pieza clave que une la visión con la realidad. Es el cimiento sobre el cual los emprendedores pueden construir empresas sostenibles, capaces de superar las adversidades y generar valor en el país.

Mariana con sus galletas artesanales, Gabriel con su empresa de bebidas innovadoras y cientos de emprendedores bolivianos coinciden en algo: los sueños son el motor, pero la estrategia es la que garantiza que esos sueños se conviertan en negocios que perduren.

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