Por Fernando García
Generar texto, imágenes, música, audio y vídeos inéditos a partir de datos ya existentes, esa es la principal característica de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG), acaso el más popular de los usos de esta herramienta de dominio casi generalizado en las aulas, que plantea tres desafíos para la educación del nuevo siglo.
El primero, vinculado con el uso eficiente del tiempo; el segundo, cambiar la dinámica de las clases y, el tercero, preparar a los jóvenes para enseñar a las máquinas, según el docente del MIT Media Lab, uno de los laboratorios del Instituto de Tecnología de Massachusetts, Rodrigo Fábrega.
“La IAG plantea tres desafíos: el primero es que podemos ser más eficientes usándola. Un docente destina casi la mitad de su tiempo a tareas que son automatizables. Segundo: volver a pensar cómo ofrecemos a los y las estudiantes un ambiente diseñado para querer aprender. Tercero: entender que la IA es una herramienta para que los estudiantes sean quienes enseñen a una máquina obediente a llevar a cabo ciertas tareas”, explicó Fábrega.
El experto del MIT Media Lab es uno de los 17 expositores internacionales que disertarán en el V Foro Internacional de Innovación Educativa (FIIE 2024), que se llevará a cabo el 2 y 3 de mayo en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
El poder de la IA en las aulas
Cuando Fábrega se refiere a eficiencia, observa que “tenemos que ser rápidos en adoptar la tecnología para quitarnos de encima el trabajo rutinario no propiamente docente”, lo que permitirá al educador concentrarse en mejorar la experiencia educativa.
En cuanto al trabajo en el aula, considera que “se debe potenciar el arte de aprender y ahora, teniendo una herramienta como la Inteligencia Artificial Generativa, es posible cambiar la dinámica de la sala de clases, dejar atrás la clase predominantemente expositiva por una en que se reconozca los intereses de los estudiantes, de manera que puedan desarrollar su potencial con la ayuda de los docentes”.
Por último, recomienda retomar la idea de la IA como un “ejercicio cognitivo”, es decir, entender que esta es una herramienta que debe aprender de los estudiantes para ejecutar tareas bien determinadas.
“Juan Amos Comenio (1592-1670), en su magistral obra Didáctica Magna, explicaba que la didáctica tenía varios componentes: la sistémica, la metódica y la matética. Esta última es potenciar el arte de aprender. Con una herramienta como la IA es posible cambiar la dinámica de clases”, explicó Fábrega, quien en el FIIE 2024 expondrá “El poder de la IA en los procesos de evaluación educativa”.
Reflexión para generar cambio
Consultado sobre cómo la educación puede transformar las sociedades, el experto puso como ejemplo la “doble noción” del proceso educativo tradicional, modelo con el cual se buscaba formar “buenos ciudadanos y al mismo tiempo más productivos”, que ciertamente mejoró la calidad de vida, aunque, en los tiempos modernos, precisa actualizaciones para atender las nuevas necesidades.
“La escuela actual fue inventada durante la revolución industrial y se masificó el siglo pasado. Antes de definir el futuro de la educación, tenemos que pensar en qué tipo de sociedad queremos vivir y luego podremos adaptar la escuela/universidad a la sociedad del conocimiento”, manifestó.
Al convenir que la IA no es una tendencia ni un recurso pasajero en los procesos educativos, Fábrega sugiere adoptar esta herramienta y enseñar a las nuevas generaciones a darle un uso ético.
“La responsabilidad de preparar a niños, niñas y jóvenes para enfrentar el futuro recae en la escuela/universidad. Dado que la IA en el futuro será cada vez mayor, es crucial educarlos sobre estas herramientas, para que hagan un uso responsable, eficiente y ético de ellas”, señaló el mentor del Instituto de Tecnología de Massachusetts.