El gran boom tecnológico ha repercutido en los métodos educativos. Con el respaldo de las herramientas tecnológicas los docentes cuentan con más recursos para dinamizar las aulas. De forma paralela, la atención de los estudiantes también demanda nuevos estímulos. Está perdiendo la capacidad de escucha y reclama otro tipo de gestión del conocimiento.
Esta coyuntura pone a los docentes ante la necesidad de renovar su función y reprogramar el proceso de aprendizaje para no quedar obsoletos. El modelo educativo del siglo XIX, ese donde el profesor ejerce un rol protagónico, se sostiene con dinámicas que premian la memorización del conocimiento. Para Xavier Aragay, asesor educativo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz y experto en gestión del cambio e innovación educativa en universidades y redes de escuelas, ese modelo ya debe quedar en el pasado.
“Estuvo bien para el siglo pasado, hoy es obsoleto. La nueva educación combina lo mejor del profesional, su conocimiento, medios, las neurociencias, la pedagogía, la tecnología, aprender haciendo, con sus habilidades para la vida, como el liderazgo, la flexibilidad, la motivación, paciencia, persuasión, capacidad de resolución de problemas, y el trabajo en equipo”, asegura.
Juan Carlos Núñez, integrante de la Jefatura de Enseñanza y Aprendizaje de Unifranz, sostiene que la forma magistral de enseñanza, sin dinámica ni uso de recursos tecnológicos, hace que el docente o profesor sea catalogado como obsoleto por sus alumnos, que son nativos digitales.
Núñez plantea nueve aspectos que los maestros deben considerar: uso de nuevas metodologías de enseñanza, conocimiento tecnológico, recursos pedagógicos, temas de enseñanza actualizados, compartir problemas de la realidad y resolverlos en clase, dinamicidad, versatilidad y capacidad de adaptarse a la nueva realidad, hacer clases fuera del aula y empatía con los nuevos problemas de los estudiantes
“No se trata solo de manejar las nuevas tecnologías sino, principalmente, de modernización de contenidos, ya que los profesionales del mañana son nacidos en la tecnología y el mundo tiene nuevas necesidades y ha cambiado todo y por eso que los contenidos deben ser actualizados”, indica el especialista.
Para Núñez, las clases deben ser amenas. El estudiante se siente retado por un problema que propone el docente. La resolución del mismo demanda la aplicación de los conceptos impartidos.
Internet se convierte en una herramienta de apoyo vital en la búsqueda de respuestas de forma instantánea. “Hay que romper paradigmas de clases vetustas y obsoletas a clases divertidas y llenas de recursos pedagógicos (..) Creatividad, conocimiento y ser críticos es lo que se necesita, ya que están luchando contra toda la información que se tiene en el Internet”.”, sostiene.
Fernanda Ponce, estudiante universitaria, considera que el diálogo es fundamental para la enseñanza. “Agradezco a aquellos docentes que se salen de la malla curricular para hablar sobre la vida, anécdotas, coyuntura, sobre algo que nos interesa a los estudiantes o lo que esté de moda, porque entender nuestra realidad con un especialista, como alumnos nos motiva a aprender más”.
Bajo ese parámetro, un docente moderno no debe ser de mente cerrada ni apegado a sus ideologías, sino estar abierto a generar debate, dejar de ser egocéntrico y aceptar las propuestas de sus estudiantes, porque el proceso de enseñanza-aprendizaje no es lineal y ambas partes se complementan y adquieren nuevos conocimientos.
La clave está en transformar el modelo educativo, en cambiar la forma en que los alumnos y los profesores enseñan y aprenden, en trabajar a partir del perfil humano en su formación; que terminen sus metas estudiantiles como personas creativas, cooperativas, críticas, analíticas, emprendedoras, sugiere Aragay, también fundador y presidente de Reimagine Education.