Domina el arte de la calma emocional en solo tres pasos

Por Lily Zurita Zelada

Estrés, ansiedad y agotamiento emocional se han vuelto parte del paisaje cotidiano en Bolivia y el mundo. En este contexto, alcanzar la calma emocional ya no es un lujo, sino una necesidad urgente para preservar la salud mental y física. 

El equilibrio emocional permite enfrentar la vida con mayor claridad, adaptabilidad y bienestar. Esta capacidad, sin embargo, no es innata porque se cultiva con conciencia, práctica y el acompañamiento adecuado, sostiene Consuelo Medina, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

“Las emociones son una respuesta frente a diferentes estímulos internos o externos. Cumplen una función adaptativa y tienen componentes cognitivos, conductuales y fisiológicos. Son fundamentales para interpretar lo que nos sucede, tomar decisiones y relacionarnos socialmente”, explica.

La regulación emocional, por tanto, es clave. Su ausencia puede derivar en cuadros de ansiedad, depresión, irritabilidad o trastornos psicosomáticos. 

El desequilibrio emocional, según Medina, impacta directamente en la salud mental y física. El aumento de cortisol, que es la hormona del estrés, afecta el sueño, la atención, el sistema inmunológico y el rendimiento cognitivo. La persona se siente realmente afectada si no logra regular sus emociones.

El experto de la Universidad de Harvard y columnista de The Atlantic, Arthur Brooks, plantea una estrategia sencilla pero poderosa para recuperar la serenidad emocional cuando el caos amenaza con desbordar la mente. Su propuesta se basa en tres niveles de reconexión: cuerpo, emociones y mente racional.

  1. La pausa como primer paso hacia la calma

En primer lugar, recomienda activar el cuerpo. “No se puede pensar bien si el cuerpo está tenso o saturado de estrés”, afirma Brooks. Un paseo de 30 minutos sin el teléfono móvil puede ser el punto de partida. El movimiento físico consciente permite que el cuerpo libere endorfinas, reduzca el cortisol y facilite un estado de mayor claridad mental.

Consuelo Medina coincide en la importancia de detenerse antes de actuar impulsivamente. “El primer paso para alcanzar la calma emocional es tomarse una pausa. Detenerse conscientemente ante una situación estresante permite evitar una reacción automática y da paso a una fase más reflexiva”, señala.

  1. Nombrar lo que se siente para disminuir su intensidad

El segundo paso en la estrategia de regulación emocional es reconocer y nombrar lo que se está sintiendo. 

Medina afirma que “decir ‘estoy enojado’ o ‘me siento ansioso’ ya reduce la actividad emocional. Nombrar la emoción ayuda a reconocerla y gestionarla. Muchas personas no logran esta fase porque nunca aprendieron a identificar lo que sienten”.

Brooks, por su parte, sugiere escribir cinco cosas que están molestando en ese momento como una forma de afrontar las emociones en lugar de reprimirlas o evadirlas con distracciones. Este ejercicio introspectivo permite organizar el pensamiento y dar lugar a una comprensión más profunda del malestar emocional.

Ambos expertos coinciden en que el verdadero bienestar no se logra ignorando lo que incomoda, sino enfrentándolo con honestidad y apertura. 

  1. Cambiar la narrativa interna

Una vez identificada la emoción, el siguiente paso es reinterpretar la situación desde una perspectiva más realista y constructiva. Este proceso, conocido como reestructuración cognitiva en la psicología clínica, consiste en modificar la manera en que se percibe un evento para reducir su impacto emocional.

“Hay que forzar a reinterpretar lo que está ocurriendo, cambiar el pensamiento negativo por uno más objetivo o positivo. No se trata de negar la realidad, sino de verla desde otro ángulo”, dice Medina. Este cambio de enfoque ayuda a evitar que el espiral de negatividad escale hacia crisis emocionales mayores.

Brooks añade un componente esencial a esta tercera etapa y plantea entrenar la mente hacia lo positivo. El ejercicio de escribir tres cosas por las que se siente gratitud cada día ayuda a reprogramar el cerebro para enfocarse en lo bueno, incluso en medio de la adversidad. “La felicidad no depende de lo que nos pasa, sino de cómo reaccionamos a lo que nos pasa”, insiste.

Calma emocional no es lo mismo que felicidad

Un error común es creer que alcanzar la calma emocional es sinónimo de felicidad. Medina aclara que no es así.

“La calma emocional es una condición de equilibrio interno que permite gestionar adecuadamente las emociones. La felicidad es un estado subjetivo más complejo. Vivenciar las emociones tal como son, sin reprimirlas ni maximizarlas, es lo que permite llevar una vida emocionalmente saludable”, puntualiza la académica de Unifranz.

Esa calma no implica una constante alegría o bienestar, sino la capacidad de experimentar emociones sin ser arrastrado por ellas. La gestión emocional adecuada brinda herramientas para responder con madurez a los desafíos cotidianos y favorece una vida más coherente con las propias necesidades y valores.

Educar en inteligencia emocional desde la infancia

Medina subraya la importancia de cultivar la regulación emocional desde la niñez. “Quienes no aprenden a gestionar sus emociones desde pequeños pueden reprimirlas o expresarlas de forma disfuncional en la adultez. La inteligencia emocional se basa en tres pilares: reconocer nuestras emociones, expresarlas adecuadamente y comprender las de los demás”.

Esta educación emocional temprana no solo previene trastornos afectivos, sino que también promueve relaciones más saludables y menos conflictivas. “Una persona con buena inteligencia emocional tiene más claridad emocional, más empatía y más capacidad de enfrentar situaciones adversas con serenidad”, remarca.

La calma emocional, entonces, no es una meta lejana o abstracta. Es una práctica diaria, un trabajo constante de reconexión con uno mismo que comienza por escuchar al cuerpo, reconocer lo que se siente y cambiar la forma de pensar. Es, en última instancia, una forma de bienestar que se construye desde adentro y que puede transformar la vida cotidiana de cada uno de nosotros.

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Lily Zurita Zelada

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