Desde la cima, la vida se ve distinta: sobrevivientes de cáncer escalan montañas de esperanza

Convertir el dolor en fuerza, y la enfermedad en motor de vida, es la meta que han alcanzado cuatro sobrevivientes de cáncer de México, Francia y Bolivia, quienes no solo vencieron una de las enfermedades más desafiantes del mundo, sino que entre el 20 y 22 de mayo conquistaron la cima del nevado Huayna Potosí en La Paz, Bolivia, como un grito de esperanza.
Con el respaldo de la Fundación Cimas de la Esperanza y la Fundación Unifranz de la Universidad Franz Tamayo, estos valientes guerreros alzaron su voz para inspirar, sensibilizar y acompañar a quienes hoy recorren el mismo camino.
«Cada paso hacia la cima era un recordatorio de lo que he superado», confiesa Mariana Quelali, estudiante de Medicina de Unifranz y sobreviviente de cáncer.
Con 26 años, Mariana ve en cada montaña una versión física de su lucha interna. «Escalar fue como resumir mi vida: cada pequeña cima que lográbamos alcanzar representaba un logro personal que tuve a lo largo de los años. Los miedos se quedaron allá arriba. Comprendí que puedo llegar más lejos, incluso sin proponérmelo», reflexiona.
Esta joven universitaria fue diagnosticada con un tumor cervical a los 11 años, un diagnóstico de cáncer en fase terminal con metástasis. Lo que comenzó como un fuerte dolor abdominal tras una caminata con amigas terminó siendo la noticia que cambiaría el rumbo de su vida.
Tras múltiples ciclos de quimioterapia, recaídas y momentos de profunda desesperanza, Mariana encontró en la lucha de su familia una razón para seguir. A los 14 años, venció al cáncer; a los 17, compartió su testimonio en un congreso internacional de sobrevivientes en Miami. Fue allí donde comprendió que su historia no debía ocultarse, sino convertirse en motor de vida.
«Me dijeron que me hicieran feliz por tres meses. Esos tres meses se convirtieron en una lucha de tres años. Cuando pensé que había vencido, el cáncer regresó. Hoy, 13 años después, estoy a punto de graduarme de Medicina. No me rendí, busqué otros caminos y seguí luchando. Nadie llega a la cima solo, siempre necesitamos de otros para seguir adelante», dice con emoción.
Cimas de esperanza
La iniciativa Cimas de la Esperanza es un proyecto que busca transformar la lucha contra el cáncer en un viaje de resiliencia.
Fundación Unifranz, junto con la Fundación Nuestra Esperanza y la Fundación Cimas de la Esperanza de México, unieron fuerzas para que sobrevivientes de cáncer escalen nevados emblemáticos como el Huayna Potosí en Bolivia. El mensaje es uno solo: hay vida después del cáncer.
«Este encuentro entre voluntades es un testimonio del poder del trabajo conjunto y de la supervivencia al cáncer. Nuestros becarios, hoy estudiantes destacados, son sobrevivientes que están escribiendo una nueva historia. Desde las aulas hasta las cumbres, son mensajeros de paz que nos recuerdan el valor de cada día», afirma María del Pilar Hidalgo, directora de la Fundación Unifranz.
Una forma de vivir
Para Abel Mora, participante de la Fundación Cimas de la Esperanza de México, escalar una montaña es más que un reto físico. «Es una forma de vivir. Antes de subir, le pido permiso a la montaña. Valoro cada instante porque no sabemos si mañana vamos a estar. Hoy sí estoy aquí, compartiendo, disfrutando, y eso es suficiente».
La actividad de escalada se convierte en una metáfora potente para quienes han enfrentado quimioterapias, cirugías, diagnósticos devastadores y procesos de sanación emocional.
«Cuando tenemos salud, nos preocupamos por muchas cosas. Pero cuando la perdemos, todo gira en torno a recuperarla. No esperemos a tener un solo problema para valorar lo esencial», reflexiona Abel.
El apoyo no puede faltar
Desde la Fundación Unifranz se promueve, además, el acompañamiento emocional de familiares y amigos.
«El apoyo no puede faltar. Esta enfermedad transforma y nos reta, pero también puede ser el inicio de algo más grande, un motor de cambio para la familia, las instituciones y la sociedad», asegura María del Pilar Hidalgo.
Palabras como «esperanza», «resiliencia», «vida» y «cimas» se repiten una y otra vez entre los protagonistas de esta historia. Cada uno de ellos representa un faro para quienes atraviesan por el dolor de un diagnóstico.
«No está mal descansar», recuerda Mariana, «pero solo para analizar la mejor forma de seguir escalando».Cimas de la Esperanza no es solo una expedición a las montañas, es una declaración de principios. Es una invitación a volver la vista hacia quienes luchan en silencio y a acompañarlos con compasión, información y solidaridad. Porque, como dice Mariana, “uno nunca sabe cuán alto puede llegar hasta que se atreve a subir».