Cuando cada día es una excusa: el efecto calendario en redes sociales

Por Manuel Joao Filomeno Nuñez

Jorge López

Cada día, las redes sociales parecen secuestradas por una fecha inventada. El calendario dejó de ser una guía y se convirtió en un escaparate donde todo se vende con la excusa de llamar la atención. Desde el “Día del Perro” hasta el “Día de la Sonrisa”, los feeds se inundan de publicaciones vacías que disfrazan saturación de contenido con celebraciones de reciente creación y sin un verdadero sentido. Esta constante presión por generar contenido diario obliga a marcas, medios y creadores a una producción mecánica, que termina erosionando el sentido original de cada fecha.

“En marketing digital, las fechas conmemorativas se utilizan como anclas para generar interacción inmediata, pero cuando se publican en exceso pierden fuerza. La audiencia percibe oportunismo y falta de autenticidad, y los mensajes se vuelven parte del ruido general. Incluso contenidos relevantes quedan sepultados por publicaciones repetitivas que solo buscan visibilidad rápida, sin conectar emocionalmente ni generar un vínculo real con los usuarios”, explica Dhussan Camacho, docente de la carrera de Publicidad y Marketing en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

El problema no es reflexionar sobre causas importantes, sino que el mercado digital las devora como carnada. La repetición constante reduce el impacto emocional: lo extraordinario se vuelve rutina y pierde valor. Un día mundial por una causa noble, como el “Día de la Salud Mental”, ya no moviliza, porque queda enterrado entre decenas de conmemoraciones banales que luchan por aparecer en un feed saturado, donde los algoritmos priorizan lo que genera interacción inmediata, sin medir relevancia o profundidad del mensaje.

“La sobreexposición a estímulos uniformes provoca que el cerebro los perciba como irrelevantes. Cuando todas las fechas tienen el mismo peso, incluso las causas más significativas se convierten en ruido. La saturación genera desconexión emocional, apatía y pérdida de atención, lo que impide que los mensajes importantes logren resonancia real entre los usuarios. Lo que debería sensibilizar termina pasando desapercibido”, comenta Liudmila Loayza, directora de la carrera de Psicología de Unifranz.

Desde el marketing, la estrategia parece clara: apropiarse de cualquier fecha que asegure visibilidad. Pero esa visibilidad es un espejismo. La saturación genera indiferencia. Los usuarios perciben manipulación emocional disfrazada de celebración y reaccionan con scroll pasivo, sin establecer vínculo con la marca. Lo que debería ser una oportunidad para fidelizar se transforma en una estrategia contraproducente que erosiona la percepción de profesionalismo y autenticidad de la marca.

“Cuando las marcas publican de forma automática sin estrategia ni creatividad, el contenido pierde fuerza y autenticidad. La audiencia aprende a ignorar publicaciones triviales y superficiales, incluso si incluyen causas relevantes. Esta indiferencia afecta directamente la percepción de la marca y disminuye la fidelidad del público. La comunicación digital debe recuperar sentido y coherencia, o corre el riesgo de volverse ineficaz y dañina”, agrega Camacho.

La saturación aplasta la jerarquía de lo importante. Fechas críticas como el “Día del Agua” o el “Día contra el Cáncer” terminan compartiendo espacio con el “Día del Donut” o el “Día del Gato”. En el muro todo se ve igual: mismos formatos, frases trilladas, emojis repetidos. El problema no es solo visual, sino ético: trivializar causas importantes disminuye su valor y afecta la memoria colectiva. La sensación de sobreabundancia genera un efecto de indiferencia que dificulta el compromiso real con temas trascendentales.

“La atención humana es limitada y selectiva. Cuando todo se celebra por igual, incluso lo significativo se convierte en ruido. El exceso de publicaciones mecánicas reduce la capacidad de los usuarios de procesar información relevante y genera apatía emocional, impidiendo que los mensajes clave logren impacto real o conexión genuina con la audiencia. Las marcas deben aprender a seleccionar y priorizar para no perder eficacia”, enfatiza Liudmila Loayza.

El marketing ha convertido cada día en mercancía. La saturación aplasta la creatividad, enferma la atención y degrada la relación entre marcas y audiencias. Los contenidos se producen por obligación y no por estrategia, y las audiencias lo perciben de inmediato. La autenticidad, que debería ser el núcleo de cualquier campaña, queda desplazada por la urgencia de publicar algo “relevante” cada día, aunque carezca de sustancia.

“Cuando las marcas publican por inercia y no por estrategia, el contenido pierde fuerza y coherencia. La audiencia percibe la falta de autenticidad y la saturación provoca que los mensajes sean ignorados. La comunicación deja de generar vínculo emocional, y cualquier campaña, por muy relevante que sea, corre el riesgo de diluirse en un mar de publicaciones superficiales que no impactan realmente”, explica Camacho.

No se trata de eliminar las fechas importantes, sino de devolverles sentido y dignidad. El efecto calendario debe ser cuestionado porque convierte el acto de comunicar en un trámite, en una rutina mecánica sin alma. El problema no es el día del árbol o el día de la mujer, sino la manera en la que se utilizan como moneda barata de visibilidad, reduciendo mensajes sociales o educativos a simples imágenes o frases de ocasión.

“La sobreexposición a efemérides trivializa incluso los mensajes más importantes. Cuando todo se comunica de manera mecánica, la audiencia deja de percibir la relevancia real de las causas y su impacto emocional disminuye. La clave está en seleccionar, priorizar y comunicar con estrategia, para que cada fecha recupere sentido y la audiencia pueda conectar genuinamente con el mensaje”, comenta Loayza.

El reto es psicológico y ético. Romper con la necesidad absurda de publicar cada día porque el calendario lo exige es vital. La saturación está matando la creatividad, aplastando la atención y deteriorando la relación entre marcas y audiencias. Cuando todo se celebra sin criterio, nada importa, y los mensajes mueren antes de nacer. El efecto calendario demuestra que la comunicación digital perdió respeto por la pausa, la autenticidad y la conexión emocional real con los usuarios.

Fuente: Dhussan Camacho, docente de la carrera de Publicidad y Marketing en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

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